jueves, 14 de enero de 2010

El testimonio del horror de Haití


Venezuela desplegará puente aéreo de ayuda humanitaria permanente a Haití
"A partir del miércoles se tenderá un puente aéreo de ayuda permanente a Haití hasta que logremos atender el mayor número de personas afectadas por este sismo que afectó gravemente a ese país hermano", informó el ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia (MIJ), Tareck El Aissami.
Tal declaración la ofreció el funcionario este miércoles desde la Rampa 4 del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en el estado Vargas, durante la despedida del grupo de trabajo y la ayuda humanitaria que fue enviada a Haití tras el terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter ocurrido este martes en dicha nación caribeña.
El Aissami enfatizó que Venezuela no podía responder de otra manera luego de que el Libertador Simón Bolívar, hace 200 años, encontrara en Haití a un pueblo solidario e incondicional para la causa independentista y libertaria de Venezuela.
Por ello, refirió que el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, decidió a pocas horas de producirse esta tragedia responder con amor y solidaridad ante la grave situación que vive Haití.
"Esta primera avanzada acude con el propósito de iniciar las primeras búsquedas y rescates de personas, así como evaluar los daños ocasionados por el terremoto; y a partir de allí comienza la asistencia humanitaria, así como los equipos para la reconstrucción, entre otros", expresó el titular del MIJ.
Indicó que en este viaje se trasladan 19 médicos de la Brigada 51; 10 Bomberos del Distrito Capital; especialistas en búsqueda, rescate y salvamento; 17 hombres de Protección Civil y más de 3 integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para complementar los estudios y reconocimientos de las áreas afectadas por el evento sísmico, lo que permitirá establecer las ayudas necesarias para el pueblo de Haití.
En este primer contingente de ayuda humanitaria se enviarán medicinas, agua potable, así como alimentos perecederos.
"Como parte de las primeras acciones de ayuda que el Gobierno Bolivariano ha decidido emprender", dijo el ministro El Aissami.
De igual modo, indicó que los 50 hombres y mujeres, así como los insumos de ayuda serán trasladados en un avión de la Fuerza Aérea Bolivariana Venezolana.
El testimonio del horror de Haití
Foto: AFP / Erika Santelice
La periodista Beatriz Lecumberri, directora de la sucursal venezolana de la agencia AFP y el fotógrafo venezolano de la citada agencia Juan Barreto viajaron anoche a Haití. Este es su dramático testimonio.
El artículo corresponde a un reportaje de Beatriz Lecumberri titulado ” Los cadáveres y los supervivientes se mezclan dolorosamente en Haití”. Las fotografías son de Juan Barreto, aunque se incluyen otras gráficas de otros fotógrafos de la AFP
Los gemidos de un bebé malherido traspasan los escombros mientras un grupo de hombres saca tierra en silencio para llegar hasta él entre las ruinas. De repente, la tierra tiembla de nuevo en la capital de Haití y todos huyen despavoridos.
Todos menos Jeanwell Antoine, que, hundido entre las piedras, ya puede tocar uno de los bracitos del niño y continúa con calma su rescate. “No soy yo quien retira esta tierra. Es la mano de Dios, que ama la vida y me guía porque quiere salvar a este bebé”, afirma.
Escenas similares se repiten en el centro de Puerto Príncipe, totalmente devastado el martes por un fuerte sismo que dejó miles de muertos.
Foto: AFP / Juan Barreto
Los restos de los cadáveres se ven entre las ruinas de las casas: una pareja sorprendida durante su sueño, niñas cubiertas de polvo, mujeres prácticamente desvestidas cuyos ojos siguen abiertos con espanto y numerosos cuerpos carbonizados en el interior de los vehículos.
Los cadáveres que han podido ser rescatados se alinean cubiertos con sábanas en una macabra procesión. Los cuerpos que han podido ser rescatados se alinean cubiertos con sábanas en una macabra procesión que hace estallar en llanto a numerosos ciudadanos.
“¡Ayúdenme! Mi esposo sigue atrapado aquí dentro. Por favor ayúdenme, sé que está vivo”, solloza una mujer.
En la céntrica calle de Saint Honoré, un hombre cubierto de polvo aguarda en pie desde hace 24 horas rodeado de amigos y vecinos. Pese a los esfuerzos de todos, su pierna permanece atrapada por un carro desde el martes y está casi desvanecido por una probable hemorragia interna.
“Morirá antes de que lo saquemos”, afirma en voz baja Wilson, estudiante de Sociología.
Los supervivientes vagan desorientados por las calles e intentan rescatar con sus propias manos a los heridos. No hay excavadoras, ambulancias o bomberos circulando. El Estado de este paupérrimo país caribeño está también en ruinas como lo atestigua el Palacio Nacional, derrumbado por la fuerza del temblor.
“Creo que podríamos estar hablando de una cifra cercana a 50.000 muertos. Necesitamos la ayuda internacional urgentemente”, repetía el primer ministro del país, Jean Max Bellerive, al recibir el primer avión de ayuda humanitaria el miércoles por la tarde, enviado por el gobierno venezolano.
Pero al desaparecer el sol, miles de personas se disponen de nuevo a pasar la noche en la calle. Han huido de sus casas con lo poco que tienen y han improvisado precarias tiendas de campaña mientras aguardan que alguien venga a ofrecerles un poco de agua o arroz.
Los supervivientes vagan desorientados por las calles
Los más viejos lloran pensando en sus hijos muertos o en la familia de la cual no tienen noticias. Las líneas telefónicas apenas funcionan en la capital y no hay ningún servicio de agua y electricidad.
“¿Qué hizo este país para merecer tanta desgracia junta?”, se pregunta Rody Baptista, sentado en una silla a las puertas de la que fue su casa y hoy es sólo una montaña de escombros.
El anciano, de 80 años, tiene a dos de sus hijos sepultados bajo las piedras y se niega a ir a ningún lugar hasta recuperar sus cuerpos.
A pocos metros, un grupo de mujeres canta y aplaude. Es una música alegre que choca con lo que las rodea y les recuerda que deben estar felices por seguir con vida.
Sin embargo, las numerosas réplicas del terremoto interrumpen sus cánticos y vuelven a llenar a los haitianos de miedo.
“¿Usted cree que la tierra puede volver a temblar igual?”, preguntan todos. “Nadie lo sabe, sólo Dios”, se responden entre ellos para tranquilizarse.

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