sábado, 23 de enero de 2010

REVOLUCION EN LA REVOLUCION

REVOLUCION EN LA REVOLUCION
Basem Tajeldine
Nuestro peor enemigo yace dentro de la Revolución reproduciéndose aceleradamente como un cáncer en metástasis. Es el arribista, oportunista, corrupto canalla adecocopeyano que se esconde en nuestras filas; que usurpa puestos estratégicos dentro del aparataje estatal y engorda sus bolsillos con dineros del pueblo.
En este difícil año, atravesado por un proceso electoral de suma importancia para la Revolución como lo representan las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional, el dilema que se nos plantea es: o somos capaces de extirpar el cáncer interno o su metástasis acabara con la esperanza de nuestro pueblo y del mundo.
O somos capaces de hacerlos con mucha firmeza o ella terminará por desmoralizar al pueblo y desmovilizarlo para esa contienda.
No podemos marchar unidos con quienes mancillan nuestras banderas.
Somos revolucionarios o somos idiotas. El discurso no hace revolución. Urge pasar a la acción revolucionaria y sin miedos. La revolución es sólo obra de revolucionarios que marchan junto al pueblo.
El amiguismo, el nepotismo y la sobrecarga de responsabilidades en manos de muy pocas personas han incrementado el burocratismo y retrasado enormemente las obras y los cambios necesarios.
Mucho se puede hacer desde ya.
El canalla infiltrado corrupto debe ser señalado públicamente con nombre y apellido; deben ser destituidos de su cargo que ocupa en el Estado e ir preso. También deben serles confiscados sus bienes usurpados a la Nación. Sea quien sea, caiga quien caiga.
Porque somos revolucionarios o debemos de despojarnos también de ese calificativo para bien no enlodarlo.
Ningún ministro, gerente, director, etc., debe ocupar otro cargo burocrático o político distinto al que fue designado. Cada quien a lo suyo.
No más ministros con cargos de presidentes de otras instituciones o empresas del Estado, de la misma manera con sus viceministros, directores y gerentes; no más ministros con cargos de vicepresidentes para las regiones; no más ministros con cargos de vicepresidentes del PSUV. Ministro a su Ministerio.
Así como el comandante Chávez no puede ser el diputado, alcalde y el gobernador de toda Venezuela, tampoco se puede pretender que los ministros ocupen otros cargos burocráticos que terminan degenerando en burocratismo e ineficiencia.
En este año electoral la Revolución se coloca nuevamente a prueba.
Nuestras consignas deben ser claras y contundentes ¡Cárcel al corrupto! ¡Pa’ fuera los ineficientes!
¡Revolución en la Revolución o muerte!

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