Una bajeza de los Países Bajos
AUGUSTO HERNÁNDEZ
Sería demasiada bajeza del Reino de los Países Bajos permitir la utilización de las Antillas Neerlandesas de Aruba y Curazao como bases de apoyo para fuerzas militares que ubican a Venezuela entre las repúblicas contra las que tienen una culebra enrollada.
Quiero decirles que me caen bien los holandeses y en particular las holandesas, sobre todo las “macambas”, que son unas catiras tropicalizadas y transplantadas a sus posesiones caribeñas.
Cuando uno se topa con los jóvenes iconoclastas en las calles y plazas de Amsterdam se siente en presencia de gente progresista, liberal e irreverente como lo hemos sido nosotros en nuestro tránsito hacia las posiciones revolucionarias que hoy sostenemos. En cuanto a Curazao, Aruba y Bonaire, su gente tiene mayores vínculos y más parecido con los criollos venezolanos, así sean súbditos de la corona holandesa y tengan ciudadanía europea.
En los tiempos de vacas flacas los poderes asentados en Amsterdam o La Haya no lo han pensado dos veces para eliminar las refinerías de la compañía petrolera angloholandesa, la Shell Petroleum, en ambas islas, dejando a los nativos caribeños para que se las arreglen por su propia cuenta.
En Curazao estallaron desórdenes populares, con saqueos e incendios, que sólo se calmaron cuando el gobierno venezolano ofreció hacerse cargo de la refinería clausurada sin ningún miramiento desde la metrópolis.
Durante siglos las Antillas Neerlandesas se han mantenido del comercio con Venezuela, de sus turistas y de la actividad petrolera, sin que nuestros gobiernos hayan aplicado medidas restrictivas o discriminatorias.
Ciertamente tenemos aprecio por su gente, que muchas veces vino a este país en busca de trabajo cuando las cosas allá se ponían difíciles.
No creo que los arubanos o los curazoleños se sientan muy cómodos sabiendo que los militares gringos pretenden usar sus puertos y aeropuertos como puntos de apoyo para iniciar actividades hostiles contra el gobierno venezolano.
Como les decía, sería una bajeza de los Países Bajos.
Sería demasiada bajeza del Reino de los Países Bajos permitir la utilización de las Antillas Neerlandesas de Aruba y Curazao como bases de apoyo para fuerzas militares que ubican a Venezuela entre las repúblicas contra las que tienen una culebra enrollada.
Quiero decirles que me caen bien los holandeses y en particular las holandesas, sobre todo las “macambas”, que son unas catiras tropicalizadas y transplantadas a sus posesiones caribeñas.
Cuando uno se topa con los jóvenes iconoclastas en las calles y plazas de Amsterdam se siente en presencia de gente progresista, liberal e irreverente como lo hemos sido nosotros en nuestro tránsito hacia las posiciones revolucionarias que hoy sostenemos. En cuanto a Curazao, Aruba y Bonaire, su gente tiene mayores vínculos y más parecido con los criollos venezolanos, así sean súbditos de la corona holandesa y tengan ciudadanía europea.
En los tiempos de vacas flacas los poderes asentados en Amsterdam o La Haya no lo han pensado dos veces para eliminar las refinerías de la compañía petrolera angloholandesa, la Shell Petroleum, en ambas islas, dejando a los nativos caribeños para que se las arreglen por su propia cuenta.
En Curazao estallaron desórdenes populares, con saqueos e incendios, que sólo se calmaron cuando el gobierno venezolano ofreció hacerse cargo de la refinería clausurada sin ningún miramiento desde la metrópolis.
Durante siglos las Antillas Neerlandesas se han mantenido del comercio con Venezuela, de sus turistas y de la actividad petrolera, sin que nuestros gobiernos hayan aplicado medidas restrictivas o discriminatorias.
Ciertamente tenemos aprecio por su gente, que muchas veces vino a este país en busca de trabajo cuando las cosas allá se ponían difíciles.
No creo que los arubanos o los curazoleños se sientan muy cómodos sabiendo que los militares gringos pretenden usar sus puertos y aeropuertos como puntos de apoyo para iniciar actividades hostiles contra el gobierno venezolano.
Como les decía, sería una bajeza de los Países Bajos.
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