¿Qué hacer en 2010?
AUGUSTO HERNÁNDEZ
Lo más sabroso del mundo sería no hacer nada y vivir la vida quitado de la pena, viendo como transcurren los días, sin sentirnos angustiados por ningún problema.
Pero el mundo real no es así o, por lo menos, no lo es en Venezuela, donde o corres o te encaramas o pierdes hasta la camisa. Por el momento, al menos, los bancos no seguirán echando lavativas y los venezolanos no tendremos que sacar los sueldos y los ahorros para meterlos bajo el colchón.
Los economistas, por su parte, emiten todo tipo de pronósticos terroríficos. Los de la oposición aseguran que el petróleo se acabará o, peor aún, que Pdvsa no podrá extraer ni un barril de la faja del Orinoco y la inflación será descomunal, de modo que el dinero perderá totalmente su valor. Pero eso lo dicen religiosamente a comienzos de cada año y hasta el presente no han pegado una ni por casualidad.
Lo mejor que se puede hacer respecto a los economistas es no pararle bolas a ninguno, pues hasta los optimistas lanzan sus predicciones al ojo por ciento. La guerra con Colombia no pasará de un pugilato verbal y eso si es que Álvaro Uribe conserva la Presidencia y no eligen a alguien menos insensato. Ellos ya tienen una guerra interna que no es como para que se pongan a buscar pleitos en el resto de la región, pues se les puede complicar el negocio.
Barack Obama seguirá dando sorpresas, pareciéndose cada vez más a George W. Bush, lo que contesta la pregunta aquella: ¿Qué será lo que quiere el negro? El recalentamiento global y el efecto invernadero seguirán en el tapete. Lo más probable es que hágase lo que se haga, la tierra avanzará hacia una nueva era glacial.
Las elecciones parlamentarias y edilicias en nuestro país ocuparán la atención de los partidos políticos y todas las organizaciones afines, empezando por la embajada de los Estados Unidos.
En el PSUV habrá que ponerse pilas para escoger candidatos por las bases y eliminar el sistema digital que ha provocado más de un berrinche interno. Como dicen por ahí, amanecerá y veremos.
Lo más sabroso del mundo sería no hacer nada y vivir la vida quitado de la pena, viendo como transcurren los días, sin sentirnos angustiados por ningún problema.
Pero el mundo real no es así o, por lo menos, no lo es en Venezuela, donde o corres o te encaramas o pierdes hasta la camisa. Por el momento, al menos, los bancos no seguirán echando lavativas y los venezolanos no tendremos que sacar los sueldos y los ahorros para meterlos bajo el colchón.
Los economistas, por su parte, emiten todo tipo de pronósticos terroríficos. Los de la oposición aseguran que el petróleo se acabará o, peor aún, que Pdvsa no podrá extraer ni un barril de la faja del Orinoco y la inflación será descomunal, de modo que el dinero perderá totalmente su valor. Pero eso lo dicen religiosamente a comienzos de cada año y hasta el presente no han pegado una ni por casualidad.
Lo mejor que se puede hacer respecto a los economistas es no pararle bolas a ninguno, pues hasta los optimistas lanzan sus predicciones al ojo por ciento. La guerra con Colombia no pasará de un pugilato verbal y eso si es que Álvaro Uribe conserva la Presidencia y no eligen a alguien menos insensato. Ellos ya tienen una guerra interna que no es como para que se pongan a buscar pleitos en el resto de la región, pues se les puede complicar el negocio.
Barack Obama seguirá dando sorpresas, pareciéndose cada vez más a George W. Bush, lo que contesta la pregunta aquella: ¿Qué será lo que quiere el negro? El recalentamiento global y el efecto invernadero seguirán en el tapete. Lo más probable es que hágase lo que se haga, la tierra avanzará hacia una nueva era glacial.
Las elecciones parlamentarias y edilicias en nuestro país ocuparán la atención de los partidos políticos y todas las organizaciones afines, empezando por la embajada de los Estados Unidos.
En el PSUV habrá que ponerse pilas para escoger candidatos por las bases y eliminar el sistema digital que ha provocado más de un berrinche interno. Como dicen por ahí, amanecerá y veremos.
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