DOS COMENTARIOS EN UNO: AGRESIÓN YANQUI Y OTRAS MENUDENCIAS DOMÉSTICAS…
Sinceramente es imposible pensar, mucho menos admitir, que un proceso revolucionario sea que se desarrolle por la vía violenta, es decir, mediante la guerra revolucionaria o por la vía pacífica utilizando para ello en principio las mismas estructuras burocráticas y de la democracia burguesa-capitalista, no sufra las amenazas y el asedio constante, permanente del imperialismo yanqui a través de sus múltiples mecanismos de intervención y de agresión en abierta y descarada violación a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, contando con el apoyo y utilizando para ello de las mismísimas organizaciones políticas, civiles e individualidades apátridas y desnacionalizadas de los países donde se produzcan esos procesos revolucionarios y, por supuesto, organizaciones e individualidades que por ser afines a la ideología capitalista y contrarios a su vez a todo intento o intención que surja de transformar ese régimen en otro verdaderamente humano que genere igualdad de condiciones en la sociedad y por sobre todo desarrollo sustentable, vale decir, acabar con la depredación irracional del medio ambiente y los recursos naturales de cada país, son capaces hasta de ir en contra de su mismo país en aras de “defender” lo que han metabolizado psicológicamente con ayuda de los medios de comunicación, sus derechos entre los que cuentan: el derecho a ser una clase privilegiada, exclusiva y excluyente caracterizada por ocupar todos los espacios de poder, ya sea en calidad de dirigentes, administradores o sencillamente “propietarios”, en el aspecto político, económico y cultural fundamentalmente. Es así como vemos que en los últimos meses han arreciado las amenazas, denunciadas en más de una oportunidad por nuestro Comandante-Presidente, representada por la gran actividad bélica con la movilización por parte del imperialismo de equipos militares, personal de tropa y su ubicación en la periferia de nuestro país, llámese Colombia, Panamá o las Antillas Holandesas, utilizándolos con ánimo de amedrentar y de misiones de espionaje a instalaciones militares y estratégicas de nuestro país.
No deja de sorprendernos, por lo mencionado antes, que esos sectores apátridas en Venezuela no se hagan parte activa en las denuncias y por el contrario mantengan, ante esa grave situación, un silencio sumiso y cómplice de esas agresiones.
Por otra parte, la clase social poderosa –en el aspecto financiero y económico fundamentalmente- que ha fungido como dueña mayoritaria de los recursos que se generan en nuestros países que, con intenciones básicamente discriminatorias han denominado “subdesarrollados”, siempre estará dispuesta a enfrentar toda acción o política que implementen gobiernos progresistas ya sean que respondan a programas debidamente planificados cuyo objetivo sea el logro de mejores condiciones de vida de toda la población pero especialmente la de menores recursos económicos, o acciones y políticas coyunturales debido a situaciones de emergencia surgidas generalmente por motivos ajenos a la voluntad o a la actividad humana, por ejemplo, en respuesta a problemas de la naturaleza. Y si esas acciones o políticas “atentan” contra la generación desmesurada, ambiciosa y descontrolada de la ganancia y acumulación de capital a fin de mantener su estatus de vida o “modus vivendi”, con mayor razón se opondrán a las mismas.
Es el caso bien conocido que en nuestro país, lamentablemente, en el año que acaba de concluir fuimos afectados por un fenómeno meteorológico conocido como “El Niño”, producto quizás por efectos del grave desequilibrio en el medio ambiente debido a la ya demostrada contaminación generada por el “desarrollismo” capitalista y que se caracteriza por las pocas o casi nulas precipitaciones de lluvia en la temporada respectiva, lo que trajo como consecuencia que los niveles de nuestros principales reservorios de agua, ya sea para el consumo humano o para la generación de electricidad que, como sabemos en nuestro país el mayor porcentaje se produce en represas como la del Guri, por ejemplo.
Debido a ese fenómeno natural el gobierno ha tenido que implementar responsable y concientemente programas de racionamiento tanto en el consumo doméstico de agua potable, como de electricidad que afecta a toda la población y sectores del país. En ese sentido es preciso hacer mención que entre las acciones tomadas decidieron apagar algunas calderas de la industria siderúrgica por el altísimo nivel de consumo de energía eléctrica y con las consecuencias que ello implica, entre otras, la afectación en la producción de hierro y aluminio.
Resulta ser que cuando ese racionamiento “urgente y necesario” toca específicamente a los grandes intereses económicos y comerciales en las estructuras del “consumismo capitalista urbano por excelencia”, vale decir, los centros comerciales grandes y más grandes como los denominados “Malls”, entonces se comienza toda una campaña mediática estúpida y sin razón lógica, cuyo objetivo es precisamente atacar a mansalva y caprichosamente esa acción gubernamental y buscar crear una matriz de opinión que genere descontento e inquietud en la población.
Por supuesto que el llamado es a que utilicen, si les queda, la sensatez y sentido común y entiendan –o por lo menos “intenten”- que esas medidas van en función de tratar de paliar la situación de crisis que tenemos, pero también, y debe ser la gran enseñanza que nos deje esta experiencia que como dicen por ahí, no hay mal que por bien no venga y definitivamente se adquiera la necesaria conciencia de utilizar, permanentemente, la energía y los recursos naturales, en especial los no renovables, con racionalidad y control.
Omar A. Ramírez V.
Sinceramente es imposible pensar, mucho menos admitir, que un proceso revolucionario sea que se desarrolle por la vía violenta, es decir, mediante la guerra revolucionaria o por la vía pacífica utilizando para ello en principio las mismas estructuras burocráticas y de la democracia burguesa-capitalista, no sufra las amenazas y el asedio constante, permanente del imperialismo yanqui a través de sus múltiples mecanismos de intervención y de agresión en abierta y descarada violación a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, contando con el apoyo y utilizando para ello de las mismísimas organizaciones políticas, civiles e individualidades apátridas y desnacionalizadas de los países donde se produzcan esos procesos revolucionarios y, por supuesto, organizaciones e individualidades que por ser afines a la ideología capitalista y contrarios a su vez a todo intento o intención que surja de transformar ese régimen en otro verdaderamente humano que genere igualdad de condiciones en la sociedad y por sobre todo desarrollo sustentable, vale decir, acabar con la depredación irracional del medio ambiente y los recursos naturales de cada país, son capaces hasta de ir en contra de su mismo país en aras de “defender” lo que han metabolizado psicológicamente con ayuda de los medios de comunicación, sus derechos entre los que cuentan: el derecho a ser una clase privilegiada, exclusiva y excluyente caracterizada por ocupar todos los espacios de poder, ya sea en calidad de dirigentes, administradores o sencillamente “propietarios”, en el aspecto político, económico y cultural fundamentalmente. Es así como vemos que en los últimos meses han arreciado las amenazas, denunciadas en más de una oportunidad por nuestro Comandante-Presidente, representada por la gran actividad bélica con la movilización por parte del imperialismo de equipos militares, personal de tropa y su ubicación en la periferia de nuestro país, llámese Colombia, Panamá o las Antillas Holandesas, utilizándolos con ánimo de amedrentar y de misiones de espionaje a instalaciones militares y estratégicas de nuestro país.
No deja de sorprendernos, por lo mencionado antes, que esos sectores apátridas en Venezuela no se hagan parte activa en las denuncias y por el contrario mantengan, ante esa grave situación, un silencio sumiso y cómplice de esas agresiones.
Por otra parte, la clase social poderosa –en el aspecto financiero y económico fundamentalmente- que ha fungido como dueña mayoritaria de los recursos que se generan en nuestros países que, con intenciones básicamente discriminatorias han denominado “subdesarrollados”, siempre estará dispuesta a enfrentar toda acción o política que implementen gobiernos progresistas ya sean que respondan a programas debidamente planificados cuyo objetivo sea el logro de mejores condiciones de vida de toda la población pero especialmente la de menores recursos económicos, o acciones y políticas coyunturales debido a situaciones de emergencia surgidas generalmente por motivos ajenos a la voluntad o a la actividad humana, por ejemplo, en respuesta a problemas de la naturaleza. Y si esas acciones o políticas “atentan” contra la generación desmesurada, ambiciosa y descontrolada de la ganancia y acumulación de capital a fin de mantener su estatus de vida o “modus vivendi”, con mayor razón se opondrán a las mismas.
Es el caso bien conocido que en nuestro país, lamentablemente, en el año que acaba de concluir fuimos afectados por un fenómeno meteorológico conocido como “El Niño”, producto quizás por efectos del grave desequilibrio en el medio ambiente debido a la ya demostrada contaminación generada por el “desarrollismo” capitalista y que se caracteriza por las pocas o casi nulas precipitaciones de lluvia en la temporada respectiva, lo que trajo como consecuencia que los niveles de nuestros principales reservorios de agua, ya sea para el consumo humano o para la generación de electricidad que, como sabemos en nuestro país el mayor porcentaje se produce en represas como la del Guri, por ejemplo.
Debido a ese fenómeno natural el gobierno ha tenido que implementar responsable y concientemente programas de racionamiento tanto en el consumo doméstico de agua potable, como de electricidad que afecta a toda la población y sectores del país. En ese sentido es preciso hacer mención que entre las acciones tomadas decidieron apagar algunas calderas de la industria siderúrgica por el altísimo nivel de consumo de energía eléctrica y con las consecuencias que ello implica, entre otras, la afectación en la producción de hierro y aluminio.
Resulta ser que cuando ese racionamiento “urgente y necesario” toca específicamente a los grandes intereses económicos y comerciales en las estructuras del “consumismo capitalista urbano por excelencia”, vale decir, los centros comerciales grandes y más grandes como los denominados “Malls”, entonces se comienza toda una campaña mediática estúpida y sin razón lógica, cuyo objetivo es precisamente atacar a mansalva y caprichosamente esa acción gubernamental y buscar crear una matriz de opinión que genere descontento e inquietud en la población.
Por supuesto que el llamado es a que utilicen, si les queda, la sensatez y sentido común y entiendan –o por lo menos “intenten”- que esas medidas van en función de tratar de paliar la situación de crisis que tenemos, pero también, y debe ser la gran enseñanza que nos deje esta experiencia que como dicen por ahí, no hay mal que por bien no venga y definitivamente se adquiera la necesaria conciencia de utilizar, permanentemente, la energía y los recursos naturales, en especial los no renovables, con racionalidad y control.
Omar A. Ramírez V.
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