Este viernes se cumple un nuevo aniversario del asesinato del líder campesino y militar Emiliano Zapata, quien se destacó durante la revolución mexicana a principios del siglo 20
Emiliano Zapata Salazar. Morelos, 8 de agosto de 1879 Morelos, 10 de abril de 1919, conocido como el Caudillo del Sur, fue uno de los líderes más importantes de la Revolución Mexicana.
Los que lo conocieron en su niñez cuentan acerca de una experiencia que por siempre marcó su vida: cuando Zapata tenía 9 años, vio a su padre llorar porque la autoridad injustamente se había adueñado de las tierras comunales de su pueblo. Zapata juró que esto no sucedería de nuevo, y que recuperarían las tierras perdidas. La reforma agraria fue su meta desde entonces.
Desde muy joven, Zapata se destacó por sus cualidades de liderazgo y su amor por los caballos; su mayor placer consistía en cabalgar sobre el lomo de su caballo preferido usando botas y espuelas nuevas y de buena calidad. A pesar de ello, Zapata nunca perdió su sencillez. Hablante de náhuatl y de español por igual, el dirigente revolucionario gozaba de un gran respeto por parte del campesinado del sur.
En 1897 Zapata fue arrestado por participar en una protesta contra la usurpación de tierras campesinas. Al ser perdonado continuó agitando a los indígenas, por lo que fue incorporado al 9° Regimiento del ejército.
El 20 de agosto de 1911 contrajo matrimonio con Josefa Espejo Sánchez conocida como “La Generala” con quien procreo dos hijos mas. El primero tuvo por nombre Felipe; murió a la edad de cinco años. Su muerte fue trágica ya que no fue fácil evadir los peligros del monte y menos aún para un pequeño, Felipe fue mordido por una víbora de cascabel y su salvación resultó prácticamente imposible. La hija Josefa; su suerte no fue distinta a la de su hermano: su muerte resultó por la picadura de alacrán; de esta forma Josefa quedó sin hijos. Sin embargo, Zapata tuvo más hijos, y de ellos a la fecha vive una: Ana María Zapata,
En 1909 fue elegido presidente de la junta de defensa de las tierras de Anenecuilco. Pocos meses después, concurrió a una reunión en Villa de Ayala donde comentó el Plan de San Luis, y el 10 de marzo de 1911, también desde Villa de Ayala, se lanzó a la lucha revolucionaria junto con otros 72 campesinos. Su consigna, "tierra y libertad", ha sido quizá la más famosa de sus frases.
Madero fue electo presidente en 1911 y se reunió de nuevo con Zapata, sin lograr este último que Madero aplicara una reforma agraria integral. Con la ayuda de Otilio Montaño, Zapata preparó el Plan de Ayala, el cual declaraba a Madero incapaz de cumplir con los objetivos de la Revolución.. Asimismo, se fijaron la meta de recuperar las tierras ejidales quitándoles un tercio a los terrenos de las haciendas y repartiéndolas entre las comunidades. Aquellos hacendados que se rehusaran a aceptar el plan verían sus tierras expropiadas sin compensación alguna.
En el transcurso de sus campañas, Zapata distribuyó las tierras tomadas de la haciendas, las que con frecuencia quemaba sin compensación. Evadían la confrontación directa al implementar tácticas de guerrilla: trabajaban la tierra con rifles a en sus espaldas, acudían a pelear cuando eran llamados y regresaban a sus campos al final de la batalla.
Cuando Victoriano Huerta asesinó a Madero en 1913, Zapata y sus hombres arribaron a la Ciudad de México y se rehusaron a unirse al gobierno de Huerta, por lo que un año después de haber asumido el poder, Victoriano Huerta, acorralado por sus oponentes, abandonó el país.
Al caer Huerta, Zapata invitó a los Constitucionalistas a aceptara su Plan de Ayala y les advirtió que continuaría peleando por su cuenta hasta que el plan se cumpliera.
Al mismo tiempo Zapata implementaba su reforma agraria, la guerra continuaba. Ocupó la ciudad de Puebla y ganó varias batallas, apoyado por soldados profesionales que se habían unido a su causa. Sin embargo, cuando en 1917 Carranza derrotó a Pancho Villa, Zapata se vio aislado.
Las tensiones entre Zapata y Carranza no cedieron. En abril de 1919, el Coronel Jesús Guajardo fue enviado por el gobierno constitucional a infiltrarse en las filas de Zapata. Guajardo organizó una reunión "secreta" con Zapata en la Hacienda Chinameca en Morelos, haciéndole creer que quería unirse a los agraristas. Zapata fue muerto a tiros en dicho lugar por tropas carrancistas. Su cuerpo fue puesto sobre una mula y dejado sobre la calle. Hoy día yace sepultado en Cuautla, Morelos. El Coronel Guajardo fue nombrado general y recompensado con $52,000 pesos.
Zapata es el autor de la frase «Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado». Dolores Ibárruri, "La Pasionaria", la popularizó en sus discursos durante la guerra civil española.
Fernando Buen Abad señaló en su artículo “Zapata”, que la historia del líder campesino “no es atomizable al calor de explicacionismos caudillistas, iluminismos mesiánicos o protagonismos estatuarios. Su historia es tan particular como colectiva”.
“No hay en su biografía, ni en su contexto elemento omisible. Ambos sudan el mismo drama, respiran el mismo fulgor mágico y generan las mismas interrogantes. Zapata es México y América, ambos son Zapata porque contienen el mismo drama interno del desgarramiento producido por despojar de su tierra a los hombres y despojarlos de su sacralidad, su identidad y su trascendentalidad”, escribió.
El Subcomandante Insurgente Marcos escribió en 2005 en una carta dirigida al fallecido líder campesino: “Aquí estamos, mi general, aquí estamos porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas y porque los ricos hacendados con otros nombres, siguen despojando de sus tierras a los campesinos”.
Tanto en la política que atravesó América Latina en el siglo 20 y lo que va del 21, la figura y templanza de Emiliano Zapata se encuentra presente: la entrega para lograr justicia y tierra para los más pobres, se levanta de forma cada vez más reiterada en el continente.
Y como a todo líder revolucionaria que en algún momento se lo quiso desaparecer, Zapata resurgió desde la política y la cultura popular, como en este corrido mexicano que lo canta: “Porque apenas fue principio/de lo que luego pasó/Porque hoy lo siguen como antes/los que ayer él levantó/Porque su lucha prosigue/Porque nunca terminó/Porque hoy cada campesino/lo calienta bajo el sol/Por eso vengo a cantarles/esta nueva novedad/y es que Zapata está vivo/y ésta es la pura verdad”.
Emiliano Zapata Salazar. Morelos, 8 de agosto de 1879 Morelos, 10 de abril de 1919, conocido como el Caudillo del Sur, fue uno de los líderes más importantes de la Revolución Mexicana.
Los que lo conocieron en su niñez cuentan acerca de una experiencia que por siempre marcó su vida: cuando Zapata tenía 9 años, vio a su padre llorar porque la autoridad injustamente se había adueñado de las tierras comunales de su pueblo. Zapata juró que esto no sucedería de nuevo, y que recuperarían las tierras perdidas. La reforma agraria fue su meta desde entonces.
Desde muy joven, Zapata se destacó por sus cualidades de liderazgo y su amor por los caballos; su mayor placer consistía en cabalgar sobre el lomo de su caballo preferido usando botas y espuelas nuevas y de buena calidad. A pesar de ello, Zapata nunca perdió su sencillez. Hablante de náhuatl y de español por igual, el dirigente revolucionario gozaba de un gran respeto por parte del campesinado del sur.
En 1897 Zapata fue arrestado por participar en una protesta contra la usurpación de tierras campesinas. Al ser perdonado continuó agitando a los indígenas, por lo que fue incorporado al 9° Regimiento del ejército.
El 20 de agosto de 1911 contrajo matrimonio con Josefa Espejo Sánchez conocida como “La Generala” con quien procreo dos hijos mas. El primero tuvo por nombre Felipe; murió a la edad de cinco años. Su muerte fue trágica ya que no fue fácil evadir los peligros del monte y menos aún para un pequeño, Felipe fue mordido por una víbora de cascabel y su salvación resultó prácticamente imposible. La hija Josefa; su suerte no fue distinta a la de su hermano: su muerte resultó por la picadura de alacrán; de esta forma Josefa quedó sin hijos. Sin embargo, Zapata tuvo más hijos, y de ellos a la fecha vive una: Ana María Zapata,
En 1909 fue elegido presidente de la junta de defensa de las tierras de Anenecuilco. Pocos meses después, concurrió a una reunión en Villa de Ayala donde comentó el Plan de San Luis, y el 10 de marzo de 1911, también desde Villa de Ayala, se lanzó a la lucha revolucionaria junto con otros 72 campesinos. Su consigna, "tierra y libertad", ha sido quizá la más famosa de sus frases.
Madero fue electo presidente en 1911 y se reunió de nuevo con Zapata, sin lograr este último que Madero aplicara una reforma agraria integral. Con la ayuda de Otilio Montaño, Zapata preparó el Plan de Ayala, el cual declaraba a Madero incapaz de cumplir con los objetivos de la Revolución.. Asimismo, se fijaron la meta de recuperar las tierras ejidales quitándoles un tercio a los terrenos de las haciendas y repartiéndolas entre las comunidades. Aquellos hacendados que se rehusaran a aceptar el plan verían sus tierras expropiadas sin compensación alguna.
En el transcurso de sus campañas, Zapata distribuyó las tierras tomadas de la haciendas, las que con frecuencia quemaba sin compensación. Evadían la confrontación directa al implementar tácticas de guerrilla: trabajaban la tierra con rifles a en sus espaldas, acudían a pelear cuando eran llamados y regresaban a sus campos al final de la batalla.
Cuando Victoriano Huerta asesinó a Madero en 1913, Zapata y sus hombres arribaron a la Ciudad de México y se rehusaron a unirse al gobierno de Huerta, por lo que un año después de haber asumido el poder, Victoriano Huerta, acorralado por sus oponentes, abandonó el país.
Al caer Huerta, Zapata invitó a los Constitucionalistas a aceptara su Plan de Ayala y les advirtió que continuaría peleando por su cuenta hasta que el plan se cumpliera.
Al mismo tiempo Zapata implementaba su reforma agraria, la guerra continuaba. Ocupó la ciudad de Puebla y ganó varias batallas, apoyado por soldados profesionales que se habían unido a su causa. Sin embargo, cuando en 1917 Carranza derrotó a Pancho Villa, Zapata se vio aislado.
Las tensiones entre Zapata y Carranza no cedieron. En abril de 1919, el Coronel Jesús Guajardo fue enviado por el gobierno constitucional a infiltrarse en las filas de Zapata. Guajardo organizó una reunión "secreta" con Zapata en la Hacienda Chinameca en Morelos, haciéndole creer que quería unirse a los agraristas. Zapata fue muerto a tiros en dicho lugar por tropas carrancistas. Su cuerpo fue puesto sobre una mula y dejado sobre la calle. Hoy día yace sepultado en Cuautla, Morelos. El Coronel Guajardo fue nombrado general y recompensado con $52,000 pesos.
Zapata es el autor de la frase «Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado». Dolores Ibárruri, "La Pasionaria", la popularizó en sus discursos durante la guerra civil española.
Fernando Buen Abad señaló en su artículo “Zapata”, que la historia del líder campesino “no es atomizable al calor de explicacionismos caudillistas, iluminismos mesiánicos o protagonismos estatuarios. Su historia es tan particular como colectiva”.
“No hay en su biografía, ni en su contexto elemento omisible. Ambos sudan el mismo drama, respiran el mismo fulgor mágico y generan las mismas interrogantes. Zapata es México y América, ambos son Zapata porque contienen el mismo drama interno del desgarramiento producido por despojar de su tierra a los hombres y despojarlos de su sacralidad, su identidad y su trascendentalidad”, escribió.
El Subcomandante Insurgente Marcos escribió en 2005 en una carta dirigida al fallecido líder campesino: “Aquí estamos, mi general, aquí estamos porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas y porque los ricos hacendados con otros nombres, siguen despojando de sus tierras a los campesinos”.
Tanto en la política que atravesó América Latina en el siglo 20 y lo que va del 21, la figura y templanza de Emiliano Zapata se encuentra presente: la entrega para lograr justicia y tierra para los más pobres, se levanta de forma cada vez más reiterada en el continente.
Y como a todo líder revolucionaria que en algún momento se lo quiso desaparecer, Zapata resurgió desde la política y la cultura popular, como en este corrido mexicano que lo canta: “Porque apenas fue principio/de lo que luego pasó/Porque hoy lo siguen como antes/los que ayer él levantó/Porque su lucha prosigue/Porque nunca terminó/Porque hoy cada campesino/lo calienta bajo el sol/Por eso vengo a cantarles/esta nueva novedad/y es que Zapata está vivo/y ésta es la pura verdad”.
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