Juan Félix Sánchez, símbolo del arte popular, escultor y titiritero, dejó de vivir en su ciudad natal de Mérida un día como hoy pero de 1997
Siempre merideño y siempre venezolano
Juan Felix Sánchez es un creador que permanecerá siempre en el recuerdo de todos por su valide de artista talentoso, honesto y lleno de fe en los destinos de Venezuela. Juan Félix quien hizo de las piedras mensajeras eternos, llenos de paz y dulzura infinita, nos dejó su sombra palpable y larga y nos sigue acompañando en aquellas remotas islas en el tiempo donde se dedicó a sembrar su arte en la esperanza de que fuera perdurable y firme. Paz a sus cansados huesos. El espíritu se quedó flotando sobre los andes. Es parte ya de ellos y de sus infinitos senderos que muchos trillan aun
El 16 de mayo de 1900 nace Juan Félix Sánchez, hijo de Vicenta Sánchez y Benigno Sánchez, en San Rafael de Mucuchíes, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, en el pueblo más alto del estado Mérida, –como es de suponer- de Venezuela. De su padre aprendió a reparar y construir objetos de carácter utilitario, Isaina Dávila le enseño a tejer cobijas y ruanas, de un anciano indígena aprendió a relacionarse con las piedras y su madre le enseño a rezar.
Creció -como todos los niños de San Rafael- corriendo por el páramo, jugando con bestias, ríos y palos y piedras, jugando con el páramo...
Juan Félix Sánchez fue agricultor, arriero, pintor, mago, equilibrista, maromero, Presidente de la Junta Comunal de San Rafael, titiritero, payaso y Juez, arquitecto, escultor, ingeniero empírico y narrador, entre otras cosas.
Toda su vida manifestó su sensibilidad social en acciones concretas. Participó bajo la dirección del sacerdote Ángel Sánchez Alcántara, en la reconstrucción de la iglesia de San Rafael de Mucuchíes, construyó y puso en funcionamiento una turbina para que su pueblo tuviese electricidad.
El viaje a El Potrero, es el inicio de la gesta estética de Juan Félix Sánchez, entendiendo la palabra estética en su más amplia significación. La capacidad de este hombre del páramo para obtener goce o complacencia ante las formas parameras se expresa en frases como estas:
“Esto siempre ha sido muy bonito. Para mi ha sido, no sé si para los demás. Esta fue una de las razones por las que me fui quedando aquí. La belleza, hay que apreciar la naturaleza. Uno está complacido con mirar este pico , estos árboles”.
Esta “complacencia” se manifestará en la “fealdad” de la que participa la totalidad de su obra, al respecto el mismo Juan Félix dirá:
“Dios, creó las crtiaturas. A los palos y las piedras también. Por eso amándolas a ellas, amamos a Dios”.
“A mí me gusta lo feo, porque me viene en gracia, aunque a los demás no les guste”.
“pa` mi lo feo es lo natural”.
La Capilla del Filo de El Tisure, la Capilla de San Rafael de Mucuchíes, la casa de El Potrero, El Bohío y demás capillas pequeñas, sus murales (ya desaparecidos), sus tejidos únicos hechos a telar de tres pedales, las tallas de El Calvario, los santos y las vírgenes y su relación con los materiales que utiliza dan testimonio de su estética teocéntrica orientada a la naturaleza.
Juan Félix Sánchez muere un día como hoy de 1997
El 16 de mayo de 1900 nace Juan Félix Sánchez, hijo de Vicenta Sánchez y Benigno Sánchez, en San Rafael de Mucuchíes, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, en el pueblo más alto del estado Mérida, –como es de suponer- de Venezuela. De su padre aprendió a reparar y construir objetos de carácter utilitario, Isaina Dávila le enseño a tejer cobijas y ruanas, de un anciano indígena aprendió a relacionarse con las piedras y su madre le enseño a rezar.
Creció -como todos los niños de San Rafael- corriendo por el páramo, jugando con bestias, ríos y palos y piedras, jugando con el páramo...
Juan Félix Sánchez fue agricultor, arriero, pintor, mago, equilibrista, maromero, Presidente de la Junta Comunal de San Rafael, titiritero, payaso y Juez, arquitecto, escultor, ingeniero empírico y narrador, entre otras cosas.
Toda su vida manifestó su sensibilidad social en acciones concretas. Participó bajo la dirección del sacerdote Ángel Sánchez Alcántara, en la reconstrucción de la iglesia de San Rafael de Mucuchíes, construyó y puso en funcionamiento una turbina para que su pueblo tuviese electricidad.
El viaje a El Potrero, es el inicio de la gesta estética de Juan Félix Sánchez, entendiendo la palabra estética en su más amplia significación. La capacidad de este hombre del páramo para obtener goce o complacencia ante las formas parameras se expresa en frases como estas:
“Esto siempre ha sido muy bonito. Para mi ha sido, no sé si para los demás. Esta fue una de las razones por las que me fui quedando aquí. La belleza, hay que apreciar la naturaleza. Uno está complacido con mirar este pico , estos árboles”.
Esta “complacencia” se manifestará en la “fealdad” de la que participa la totalidad de su obra, al respecto el mismo Juan Félix dirá:
“Dios, creó las crtiaturas. A los palos y las piedras también. Por eso amándolas a ellas, amamos a Dios”.
“A mí me gusta lo feo, porque me viene en gracia, aunque a los demás no les guste”.
“pa` mi lo feo es lo natural”.
La Capilla del Filo de El Tisure, la Capilla de San Rafael de Mucuchíes, la casa de El Potrero, El Bohío y demás capillas pequeñas, sus murales (ya desaparecidos), sus tejidos únicos hechos a telar de tres pedales, las tallas de El Calvario, los santos y las vírgenes y su relación con los materiales que utiliza dan testimonio de su estética teocéntrica orientada a la naturaleza.
Juan Félix Sánchez muere un día como hoy de 1997
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