Alberto Rudas Mezones: Destacado combatiente revolucionario, muere asesinado por la Digepol el 18 de Abril de 1961
Nació en San José de Rio Chico el 14 de Enero de 1945, cursaba 3er. Año de bachillerato en el Liceo Juan Vicente González. Muere abaleado en la Urb. El Silencio cuando participaba en una manifestación de solidaridad con Cuba.
El Comandante Fidel Castro dijo en una de sus intervenciones con motivo de la celebración del Partido Comunista en el año 1967: En el centro de Caracas, en el Silencio, una bala de la policía asesinó a Alberto Rudas Mezones, cuyo único delito había sido gritar “¡Viva Cuba!” Al día siguiente su cadáver fue secuestrado del domicilio de sus familiares por la policía política betancourtista para evitar la manifestación de duelo popular que sería su entierro
In Memorian Alberto Rudas Mezones Testimonios militantes
Enviado por Julio Cesar Belisario Rodríguez.
Evoco querido amigo, imborrable, amargo, y tormentoso el salir de los laboratorios de química de nuestro entrañable liceo nocturno Juan Vicente González, diurno Andrés Bello, y juntos rememorar los lapidarios comentarios de nuestro maduro, experimentado y fraterno ex profesor de formación artística. Medinista y furibundo Anti-Adeco: tenía razón el viejo, los jóvenes estudiantes teníamos el inalienable deber moral de enarbolar las banderas de la lucha, e irrumpir contra las barbaridades del inmoral gobierno adeco, entregado al imperialismo norte-americano, y grotescamente de espaldas a la gloriosa Cuba Revolucionaria de Martí, su pueblo y Fidel.
Recuerdo Alberto, ya siete u ocho de la noche Abril de 1.961 que habíamos constituido ya una vorágine de jóvenes críticos a las puertas del liceo; y en ese instante, no sé porque razón, apareció nuestro flamante contacto del Partido: Victor Hugo; romo, trepador, oportunista, gris, correlon. De inmediato ante nuestra labor de agitación, - planteo la necesidad de dirigir la palabra a la masa de estudiantes-, pero eludiendo responsabilidades y temeroso ante el riesgo del compromiso se evadió irresoluto; fue allí, Alberto, donde tu y otros compañeros por vainas de las circunstancias, me treparon en una de las columnas y di inicio al diagnostico del terrorismo adeco en que vivíamos. Les hable de los miles de venezolanos secuestrados en los calabozos diseminados en todo el país. En las brisas de la Digepol. En el Cuartel la Planta, en el depósito sin juicio de la Policía subiendo el Junquito en Caracas de donde para aquellos momentos Febrero y/o-Marzo no recuerdo bien de 1.961 saliera en libertad. Les hable de los atropellos y golpizas que en un traslado nos enteramos impotentes infligieron a Arturo Pardo, honorable dirigente sindical y luego: El tropel, la arremetida de la canalla, el tableteo siniestro de los disparos con órdenes precisas de quebrar sueños. Nuestro armamento defensivo constituido por cuadernos de estudiantes con apuntes de Física, de Química, de Biología, etc. Fue quedando regado en las calles de Caracas en poder del enemigo. Tú y yo, impotentes ante la necesidad de poner a salvo a nuestras compañeras y compañeros, nos evadimos buscando ansiosos y sofocados por los gases tóxicos de las bombas lacrimógenas y los cada vez más cercanos tiros, la avenida Urdaneta - corre Belisario, corre coño, no te pares, me gritabas a mi lado derecho contiguo - y el alma y la angustia me saltaron las lagrimas cuando como en suspenso, se presento la tragedia, y te desplomaste a mi lado hacia la eternidad sin poder abrazarme a tu cadáver. -hoy, hermano mío, como testigo de excepción, no recuerdo con odio a los Víctor Hugo, y a los Esteller; tampoco a los que han teñido sus canas con la traición. Seudo luchadores sociales de entonces y ahora. Trepadores que conscientemente manipularon y utilizaron en el más aberrante sentido, a una juventud aguerrida y de vanguardia.
Tampoco Rudas, a los: Alexis Martínez, a Toton, a Morao, a Vegas, Santos Gómez y tantos otros criminales que felizmente no recuerdo. No los odio, me inspiran una profunda tristeza sus desubicaciones ante la vida; y de ser temporales aun, -una profunda amargura su vileza ante el honor-
Un abrazo fraternal, infinito y eterno amigo de siempre. Con tu ejemplo estarás imborrablemente presente en nuestra cotidianidad indicándonos que en algunas circunstancias adversas de la vida es necesario tácticamente replegar; pero debiendo siempre con arrojo y contra marcha retomar la vanguardia. Haber estado en batalla contigo es un honor que ya he relatado a mis hijos y ya haré en su momento a mis nietos y nietas.
Hasta la vista Rudas, no quiero concluir este In Memoriam, sin acotarte que no nos perdimos en nuestras utopías, en nuestros sueños. Hoy, un decente joven militar: Hugo Rafael Chávez Frías , consustanciado con el pensamiento de Bolívar, imbuido en la idea de que este mundo ya no es ancho y ajeno,- sino ancho y nuestro,- claro con la pesadilla de las aun abiertas venas de Latinoamérica; y en posición de firme, y zafarrancho de combate; nos ratifica con su gallardía y accionar que los desvelos por construir una Venezuela gloriosa, igualitaria, participativa, democrática, y socialista es mas que posible; y esto supongo que a la altura de tus sesenta y cuatro años de edad, y sesenta y cuatro años de edad de los míos, es motivo mas que suficiente para que nos regocijemos.
Julio Cesar Belisario R.
Nació en San José de Rio Chico el 14 de Enero de 1945, cursaba 3er. Año de bachillerato en el Liceo Juan Vicente González. Muere abaleado en la Urb. El Silencio cuando participaba en una manifestación de solidaridad con Cuba.
El Comandante Fidel Castro dijo en una de sus intervenciones con motivo de la celebración del Partido Comunista en el año 1967: En el centro de Caracas, en el Silencio, una bala de la policía asesinó a Alberto Rudas Mezones, cuyo único delito había sido gritar “¡Viva Cuba!” Al día siguiente su cadáver fue secuestrado del domicilio de sus familiares por la policía política betancourtista para evitar la manifestación de duelo popular que sería su entierro
In Memorian Alberto Rudas Mezones Testimonios militantes
Enviado por Julio Cesar Belisario Rodríguez.
Evoco querido amigo, imborrable, amargo, y tormentoso el salir de los laboratorios de química de nuestro entrañable liceo nocturno Juan Vicente González, diurno Andrés Bello, y juntos rememorar los lapidarios comentarios de nuestro maduro, experimentado y fraterno ex profesor de formación artística. Medinista y furibundo Anti-Adeco: tenía razón el viejo, los jóvenes estudiantes teníamos el inalienable deber moral de enarbolar las banderas de la lucha, e irrumpir contra las barbaridades del inmoral gobierno adeco, entregado al imperialismo norte-americano, y grotescamente de espaldas a la gloriosa Cuba Revolucionaria de Martí, su pueblo y Fidel.
Recuerdo Alberto, ya siete u ocho de la noche Abril de 1.961 que habíamos constituido ya una vorágine de jóvenes críticos a las puertas del liceo; y en ese instante, no sé porque razón, apareció nuestro flamante contacto del Partido: Victor Hugo; romo, trepador, oportunista, gris, correlon. De inmediato ante nuestra labor de agitación, - planteo la necesidad de dirigir la palabra a la masa de estudiantes-, pero eludiendo responsabilidades y temeroso ante el riesgo del compromiso se evadió irresoluto; fue allí, Alberto, donde tu y otros compañeros por vainas de las circunstancias, me treparon en una de las columnas y di inicio al diagnostico del terrorismo adeco en que vivíamos. Les hable de los miles de venezolanos secuestrados en los calabozos diseminados en todo el país. En las brisas de la Digepol. En el Cuartel la Planta, en el depósito sin juicio de la Policía subiendo el Junquito en Caracas de donde para aquellos momentos Febrero y/o-Marzo no recuerdo bien de 1.961 saliera en libertad. Les hable de los atropellos y golpizas que en un traslado nos enteramos impotentes infligieron a Arturo Pardo, honorable dirigente sindical y luego: El tropel, la arremetida de la canalla, el tableteo siniestro de los disparos con órdenes precisas de quebrar sueños. Nuestro armamento defensivo constituido por cuadernos de estudiantes con apuntes de Física, de Química, de Biología, etc. Fue quedando regado en las calles de Caracas en poder del enemigo. Tú y yo, impotentes ante la necesidad de poner a salvo a nuestras compañeras y compañeros, nos evadimos buscando ansiosos y sofocados por los gases tóxicos de las bombas lacrimógenas y los cada vez más cercanos tiros, la avenida Urdaneta - corre Belisario, corre coño, no te pares, me gritabas a mi lado derecho contiguo - y el alma y la angustia me saltaron las lagrimas cuando como en suspenso, se presento la tragedia, y te desplomaste a mi lado hacia la eternidad sin poder abrazarme a tu cadáver. -hoy, hermano mío, como testigo de excepción, no recuerdo con odio a los Víctor Hugo, y a los Esteller; tampoco a los que han teñido sus canas con la traición. Seudo luchadores sociales de entonces y ahora. Trepadores que conscientemente manipularon y utilizaron en el más aberrante sentido, a una juventud aguerrida y de vanguardia.
Tampoco Rudas, a los: Alexis Martínez, a Toton, a Morao, a Vegas, Santos Gómez y tantos otros criminales que felizmente no recuerdo. No los odio, me inspiran una profunda tristeza sus desubicaciones ante la vida; y de ser temporales aun, -una profunda amargura su vileza ante el honor-
Un abrazo fraternal, infinito y eterno amigo de siempre. Con tu ejemplo estarás imborrablemente presente en nuestra cotidianidad indicándonos que en algunas circunstancias adversas de la vida es necesario tácticamente replegar; pero debiendo siempre con arrojo y contra marcha retomar la vanguardia. Haber estado en batalla contigo es un honor que ya he relatado a mis hijos y ya haré en su momento a mis nietos y nietas.
Hasta la vista Rudas, no quiero concluir este In Memoriam, sin acotarte que no nos perdimos en nuestras utopías, en nuestros sueños. Hoy, un decente joven militar: Hugo Rafael Chávez Frías , consustanciado con el pensamiento de Bolívar, imbuido en la idea de que este mundo ya no es ancho y ajeno,- sino ancho y nuestro,- claro con la pesadilla de las aun abiertas venas de Latinoamérica; y en posición de firme, y zafarrancho de combate; nos ratifica con su gallardía y accionar que los desvelos por construir una Venezuela gloriosa, igualitaria, participativa, democrática, y socialista es mas que posible; y esto supongo que a la altura de tus sesenta y cuatro años de edad, y sesenta y cuatro años de edad de los míos, es motivo mas que suficiente para que nos regocijemos.
Julio Cesar Belisario R.
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