!Por estas calles.. todos somos el Ché!
La naciente propuesta del socialismo del siglo XXI, se desplaza hacia el futuro, con el combustible de la conciencia popular y su capacidad organizativa, la Revolución Suramericana es irreversible.
Raul Bracho
El poder popular de la revolución Bolivariana ha crecido de manera asombrosa desde la Constituyente de 1.999. El soberano, que no es otra cosa que el pueblo, toma conciencia de su condición hasta ahora invisibilizada, anestesiada y adormecida por un sistema económico que aun impera: el capital. A pesar del hecho revolucionario que permitió, no sólo a Venezuela, sino a la mayoría de los países del sur de nuestra América, tomar el poder político, por medio de la consulta electoral, que derrocó de manera pacífica la gran farsa hipnótica de los supuestos partidos políticos a los que el imperio nos acostumbró, que eran una fachada populista de los mismos oligarcas y capitalistas y que permitió que nuevos líderes fueran investidos con las bandas presidenciales, tocó el camino de cambiar constituciones que fueron aprobadas por los poderes legislativos de formas arbitrarias, con leyes creadas en los más burgueses bufetes de abogados aristócratas de aquellos partidos y convocar a Constituyente, una de las armas más poderosas que restituyó el poder de crear una carta constitucional que debía ser aprobada por la consulta popular. El protagonismo superó a aquella democracia representativa que solo representaba a los intereses burgueses.
De manera lenta y en convivencia de dos propuestas, en una dialéctica cotidiana entre la vida consumista y la naciente propuesta del socialismo del siglo XXI, se desplaza hacia el futuro, con el combustible de la conciencia popular y su capacidad organizativa, la Revolución Suramericana.
Sin fracturas drásticas, sin balazos o columnas guerrilleras, sin barbas ni boinas, de forma casi espontánea, la gran masa y su desencanto innato hacia la mentira hecha costumbre, nació este camino que entendemos como Revolución pacífica. Distinta a las revoluciones que solían darse a traves de la lucha armada.
La democracia protagónica y participativa obliga a grandes transformaciones, una de la más importantes es la transformación de la conciencia de las clases desposeídas, la conciencia de lucha de clases sociales, la conciencia del capitalismo, que hasta al tomar el poder político se determina como la única concepción de sociedad y empezó a desfigurarse, a desarmarse y pulverizarse como única forma de sociedad y empezó a entenderse la posibilidad del socialismo como puerta de salida, como alternativa para la formación de un modelo nuevo de vida. El poder económico, el capital como sangre que motoriza el funcionamiento de la sociedad sigue presente, el dinero sigue marcando el valor del ser, seguimos siendo asalariados, muchas de las empresas capitalistas han tenido sus más jugosas y grandes ganancias de manera paradójica. Es el precio de la vía pacífica, la vida marital de dos modelos contradictorios, la avaricia personal y su carga destructiva y corrosiva anteponiéndose a la conciencia social, a la unión del poder comunal, a la organización de las bases y la toma gradual de su poder revolucionario.
La hoja de ruta, dibujada en la Constitución Bolivariana nacida de la Constituyente de 1.999 es una carta de navegación sobre el oleaje turbio, tormentoso y temerario hacia la orilla que apunta la brújula del sueño de todos: el socialismo del siglo XXI.
Por estas calles, hay días que todo parece ser igual que siempre, todo tiene precio, todo se vende y todo se compra, el valor de cambio se sigue anteponiendo al ansiado momento en que se asuma con valentía el valor de uso como referencia. Ese es un faro que debe orientarnos, cuando dejemos de vendernos, cuando nuestro sudor no tenga un precio que se paga con billetes esclavizantes a la sociedad consumista y el pago recibido con orgullo de hombres nuevos, seael del la satisfacción por la misión cumplida, como lo pedía el Che Guevara, el momento en que los valores de la solidaridad, de la fraternidad, del compañerismo, de lo social en fin, desplace la esclavitud a la billetera, entonces ya podremos decir que estamos en presencia de la mujer y el hombre nuevo. ¿Fácil? –nada fácil- se requiere la imaginación, la comunicación, la unión, la organización del pueblo al proyecto socio político y socio productivo socialista, que requiere de todas las organizaciones populares.
El desafío de construir el socialismo del siglo XXI nos obliga a repensar, de manera creadora las nuevas relaciones entre las redes sociales y el Estado, a diseñar formas de desarticular la burocracia.
Ernesto Che Guevara nos decía en relación a este enemigo tan arraigado del capitalismo:
“ Se puede establecer una relación directa y obvia entre la falta de motor interno y la falta de interés por resolver los problemas. En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo, o grupo de individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para defenderse de la irresponsabilidad de otros.”
“Simultáneamente, debemos desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar las faltas de motivaciones internas, es decir, la falta de claridad política, que se traduce en una falta de ejecutividad. Los caminos son: la educación continuada mediante la explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar al parásito, ya sea el que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el”
Todo esto pasa por estas calles, el compromiso obliga a un verdadero compromiso de corresponsabilidad, del pueblo y Estado unidos en la consecución de la consolidación de nuevos modelos, a la marcha que impida el desequilibrio en las fuerzas que mantienen la paz, este diario nacer de la conciencia y el lento predominio de las nuevas formas de producción. ¿Cómo se desbaratan los encajes del capitalismo? Esa es la pregunta, la clave para abrir el camino al verdadero socialismo, sólo la suplantación del trabajo como productor de plusvalía, por el trabajo creador remunerado con nuevos valores que ya no sean monedas de cambio, que ya no representen el coloniaje a la sociedad de consumo, será la señal inequívoca del nacimiento del verdadero poder: la liberación interior del capitalismo, como un veneno que muchos llevamos por dentro.Esta lucha necesaria, es una batalla que se libra bajo las arremetidas imperiales, las manipulaciones internacionales que nos acusan de guerreristas y narcotraficantes, de dictadura y de despotismo, que nos rodea de bases militares y de nuevos ensayos de desgaste del poder popular naciente.
Por estas calles todo pareciera igual, pero todo es diferente. El pueblo sabe y siente que no hay nada que buscar en el pasado: tarde o temprano, lo sabe, él mismo deberá asumir su destino. Es un corazón que apenas empieza a latir, las venas de todo un continente que se llenan con la sangre milenaria de los ancestros, con la sangre de nuestros libertadores, de nuestros guerrilleros caídos en los combates por este mundo nuevo que ya tenemos en las manos.
Por estas calles se respira revolución, por estas calles ya nada es como antes, el mismo hombre sencillo y humilde del pueblo ya dejó de ser aquel pueblo embobecido y manejable, es un pueblo que aprende a pensar y empieza a actuar. El Comandante diariamente abre más los ojos de todos, para que nunca se pierda la visión del nuevo mundo posible que terminará derrumbando las estructuras roídas del egoísmo imperial.
La naciente propuesta del socialismo del siglo XXI, se desplaza hacia el futuro, con el combustible de la conciencia popular y su capacidad organizativa, la Revolución Suramericana es irreversible.
Raul Bracho
El poder popular de la revolución Bolivariana ha crecido de manera asombrosa desde la Constituyente de 1.999. El soberano, que no es otra cosa que el pueblo, toma conciencia de su condición hasta ahora invisibilizada, anestesiada y adormecida por un sistema económico que aun impera: el capital. A pesar del hecho revolucionario que permitió, no sólo a Venezuela, sino a la mayoría de los países del sur de nuestra América, tomar el poder político, por medio de la consulta electoral, que derrocó de manera pacífica la gran farsa hipnótica de los supuestos partidos políticos a los que el imperio nos acostumbró, que eran una fachada populista de los mismos oligarcas y capitalistas y que permitió que nuevos líderes fueran investidos con las bandas presidenciales, tocó el camino de cambiar constituciones que fueron aprobadas por los poderes legislativos de formas arbitrarias, con leyes creadas en los más burgueses bufetes de abogados aristócratas de aquellos partidos y convocar a Constituyente, una de las armas más poderosas que restituyó el poder de crear una carta constitucional que debía ser aprobada por la consulta popular. El protagonismo superó a aquella democracia representativa que solo representaba a los intereses burgueses.
De manera lenta y en convivencia de dos propuestas, en una dialéctica cotidiana entre la vida consumista y la naciente propuesta del socialismo del siglo XXI, se desplaza hacia el futuro, con el combustible de la conciencia popular y su capacidad organizativa, la Revolución Suramericana.
Sin fracturas drásticas, sin balazos o columnas guerrilleras, sin barbas ni boinas, de forma casi espontánea, la gran masa y su desencanto innato hacia la mentira hecha costumbre, nació este camino que entendemos como Revolución pacífica. Distinta a las revoluciones que solían darse a traves de la lucha armada.
La democracia protagónica y participativa obliga a grandes transformaciones, una de la más importantes es la transformación de la conciencia de las clases desposeídas, la conciencia de lucha de clases sociales, la conciencia del capitalismo, que hasta al tomar el poder político se determina como la única concepción de sociedad y empezó a desfigurarse, a desarmarse y pulverizarse como única forma de sociedad y empezó a entenderse la posibilidad del socialismo como puerta de salida, como alternativa para la formación de un modelo nuevo de vida. El poder económico, el capital como sangre que motoriza el funcionamiento de la sociedad sigue presente, el dinero sigue marcando el valor del ser, seguimos siendo asalariados, muchas de las empresas capitalistas han tenido sus más jugosas y grandes ganancias de manera paradójica. Es el precio de la vía pacífica, la vida marital de dos modelos contradictorios, la avaricia personal y su carga destructiva y corrosiva anteponiéndose a la conciencia social, a la unión del poder comunal, a la organización de las bases y la toma gradual de su poder revolucionario.
La hoja de ruta, dibujada en la Constitución Bolivariana nacida de la Constituyente de 1.999 es una carta de navegación sobre el oleaje turbio, tormentoso y temerario hacia la orilla que apunta la brújula del sueño de todos: el socialismo del siglo XXI.
Por estas calles, hay días que todo parece ser igual que siempre, todo tiene precio, todo se vende y todo se compra, el valor de cambio se sigue anteponiendo al ansiado momento en que se asuma con valentía el valor de uso como referencia. Ese es un faro que debe orientarnos, cuando dejemos de vendernos, cuando nuestro sudor no tenga un precio que se paga con billetes esclavizantes a la sociedad consumista y el pago recibido con orgullo de hombres nuevos, seael del la satisfacción por la misión cumplida, como lo pedía el Che Guevara, el momento en que los valores de la solidaridad, de la fraternidad, del compañerismo, de lo social en fin, desplace la esclavitud a la billetera, entonces ya podremos decir que estamos en presencia de la mujer y el hombre nuevo. ¿Fácil? –nada fácil- se requiere la imaginación, la comunicación, la unión, la organización del pueblo al proyecto socio político y socio productivo socialista, que requiere de todas las organizaciones populares.
El desafío de construir el socialismo del siglo XXI nos obliga a repensar, de manera creadora las nuevas relaciones entre las redes sociales y el Estado, a diseñar formas de desarticular la burocracia.
Ernesto Che Guevara nos decía en relación a este enemigo tan arraigado del capitalismo:
“ Se puede establecer una relación directa y obvia entre la falta de motor interno y la falta de interés por resolver los problemas. En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo, o grupo de individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para defenderse de la irresponsabilidad de otros.”
“Simultáneamente, debemos desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar las faltas de motivaciones internas, es decir, la falta de claridad política, que se traduce en una falta de ejecutividad. Los caminos son: la educación continuada mediante la explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar al parásito, ya sea el que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el”
Todo esto pasa por estas calles, el compromiso obliga a un verdadero compromiso de corresponsabilidad, del pueblo y Estado unidos en la consecución de la consolidación de nuevos modelos, a la marcha que impida el desequilibrio en las fuerzas que mantienen la paz, este diario nacer de la conciencia y el lento predominio de las nuevas formas de producción. ¿Cómo se desbaratan los encajes del capitalismo? Esa es la pregunta, la clave para abrir el camino al verdadero socialismo, sólo la suplantación del trabajo como productor de plusvalía, por el trabajo creador remunerado con nuevos valores que ya no sean monedas de cambio, que ya no representen el coloniaje a la sociedad de consumo, será la señal inequívoca del nacimiento del verdadero poder: la liberación interior del capitalismo, como un veneno que muchos llevamos por dentro.Esta lucha necesaria, es una batalla que se libra bajo las arremetidas imperiales, las manipulaciones internacionales que nos acusan de guerreristas y narcotraficantes, de dictadura y de despotismo, que nos rodea de bases militares y de nuevos ensayos de desgaste del poder popular naciente.
Por estas calles todo pareciera igual, pero todo es diferente. El pueblo sabe y siente que no hay nada que buscar en el pasado: tarde o temprano, lo sabe, él mismo deberá asumir su destino. Es un corazón que apenas empieza a latir, las venas de todo un continente que se llenan con la sangre milenaria de los ancestros, con la sangre de nuestros libertadores, de nuestros guerrilleros caídos en los combates por este mundo nuevo que ya tenemos en las manos.
Por estas calles se respira revolución, por estas calles ya nada es como antes, el mismo hombre sencillo y humilde del pueblo ya dejó de ser aquel pueblo embobecido y manejable, es un pueblo que aprende a pensar y empieza a actuar. El Comandante diariamente abre más los ojos de todos, para que nunca se pierda la visión del nuevo mundo posible que terminará derrumbando las estructuras roídas del egoísmo imperial.
1 comentario:
Bolivar con el pueblo,creo e hizo grande a la revolucion bolivariana,Hugo Chavez con el pueblo la esta llevando a la inmensidad,por ello las armas de la con ciencia revolucionaria deben dirigir sus disparos hacia los enemigos de los pue blos llevando proyectiles cargados de concientizacion para que el hombre nuevo no arrastre consigo los vicios que carcomen el proceso revolucionarioDIOS GUARDE A HUGO CHAVEZ A VENEZUELA A LA REVOLUCION Y AL PUEBLO QUE LU CHA VALIENTEMENTE POR SAGRADOS DE RECHOS.SALUDOS CAMARADAS.-PEDRO J DELGADO
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