sábado, 6 de marzo de 2010

Modelo educativo será socialista

Nuevo Viceministro de Políticas Estudiantiles del MES Héctor Rodríguez
Modelo educativo será socialista

La lucha estudiantil ya no es de la universidad hacia la calle, sino de la calle hacia la sociedad, y de allí no deberá regresar a las aulas hasta que dos visiones antagónicas de país decidan el rumbo futuro del Estado, de la universidad, de la autonomía, de la producción del conocimiento. De esta manera podría resumirse la dimensión y el fondo de la confrontación que describe el miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y nuevo viceministro de Políticas Estudiantiles del Ministerio de Educación Superior, Héctor Rodríguez.
El dirigente recuerda que las universidades “mal llamadas autónomas” no representan a la mayoría del estudiantado. “En 1999, todo el sistema (institutos, colegios y universidades experimentales y autónomas) alcanzaba a 300 mil estudiantes y durante la última década pasó a dos millones y medio, mientras las universidades autónomas disminuyeron las matrículas. Las universidades autónomas tienen presencia en zonas metropolitanas (Mérida, Caracas, Maracaibo, Valencia) por tanto su impacto político es básicamente urbano, mediático, pero minoritario. En diez años la Unefa pasó de 5 mil alumnos a 230 mil; la Universidad Simón Rodríguez ya tiene 138 mil estudiantes y la Rómulo Gallegos 40 mil, sin incluir a la UBV.
EL CUPO, UN FILTRO SOCIAL
—¿Cómo traduce la mayoría y la minoría estudiantil en términos sociales?
—La mejor muestra es la tesis doctoral de un académico de la Universidad de Oriente, candidato a gobernador del estado Sucre por la oposición. Su revelación es alarmante: 80 por ciento de los que ingresaron a las universidades autónomas en los últimos 20 años provienen de liceos privados. Pero el 80 por ciento de nuestros bachilleres se gradúa en liceos públicos. ¿Conclusión? Que la correlación social de las universidades autónomas es inversamente proporcional a la realidad del país, por lo tanto, es natural que tengan un comportamiento político y electoral inversamente proporcional al resto de los venezolanos.
—¿Esa correlación nace de la autonomía?
—De una mala interpretación del decreto autonómico del Libertador, que plantea que el conocimiento debe ser ajeno a cualquier poder económico, político o eclesiástico. Eso, en la práctica, no existe. Las universidades autónomas están controladas por el poder mediático y económico. El pénsum de estudios, las líneas de investigación, la bibliografía que se utiliza, todo, tiene la marca ideológica del sistema económico que las controla.
—¿Incluye la concesión de la UCV a un centro comercial en la Zona Rental y la de la UDO al edificio La Francia?
—Ambas son un ejemplo de cómo el poder económico influye en las instituciones universitarias. No gozan de una autonomía plena.
MANOS BLANCAS, MANOS NEGRAS
—¿Las universidades juegan a la lucha de clases?

—Si observas a los actores utilizados por la derecha venezolana dentro del sistema universitario, todos pertenecen a las cinco universidades autónomas (UCV, ULA, UC, UDO y LUZ) conjuntamente con las universidades privadas, que no te mencioné porque no forman parte del sistema público. Pero tienen unas características sociales muy particulares. Reaccionan ante el proceso en desarrollo porque apunta a desmontar la estructura de un Estado que beneficia nada más a un sector de la sociedad, para favorecer a la sociedad en su conjunto, para construir una sociedad de hombres y mujeres libres.
—Precisamente, su eslogan es la libertad…
—¿Libertad de qué? La libertad no es posible si no hay condiciones mínimas de igualdad. Planteamos una sociedad donde la economía no acumule riqueza para un pequeño sector sino para la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría, y el sistema educativo es parte de ese proceso. Lo que está claro es que donde el Estado ha tenido capacidad de acción, se ha masificado la educación para todos y el comportamiento político de quienes están dentro de esos institutos y colegios experimentales, responde al proceso de cambio.
—¿Las manos blancas resisten la prueba de la parafina?
—No le pongo ese color porque no vinculo lo negro a lo malo, digo manos blancas porque es como se autodenominan, pero independientemente del color que le pongas, son un movimiento violento. Es la derecha y no hay derecha pacífica, que crea en los derechos humanos, en la paz, en la convivencia. Simplemente se impone, es lo que ha hecho históricamente, genera inestabilidad, intenta golpes de Estado, paraliza la empresa petrolera, organiza guarimbas, tranca ciudades, vende la soberanía para controlar el territorio suramericano. A ese movimiento nos estamos enfrentando, no es a un grupo de estudiantes.
Es una derecha que tiene dos pilares: la violencia y la mentira. Actúan con violencia mientras se proclaman pacíficos.

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