Una reseña de AFP da cuenta de los siguientes quejidos de Uribe: Uribe también se declaró “preocupado” porque, en su opinión, esta coyuntura ha sido aprovechada por otros países de la región para sustituir los productos de Colombia. “Me pregunto: ¿estamos en unión o no estamos en unión? ¿Hay propósito de unidad suramericana o no lo hay?”, reclamó.)
Uno lee esta vaina y después de controlar su arrechera pasa al optimismo: Colombia tiene que ser estremecida pronto, no puede ser que los colombianos le crean a semejante loco. O digamos más bien que el pueblo no le cree, pero es necesario que consiga los mecanismos que le permitan desamarrarse del nudo de esa parranda de locos. Ojalá que los burgueses bogotanos terminen de decidirse por el guerrerista Santos para que la atmósfera de torne interesante.
En la reunión de partidos de izquierda en Caracas Piedad Córdoba dejó clarísimo que si bien es cierto que ella militaba en el Partido Liberal, no era menos cierto la existencia de variedad de corrientes, siendo el tontuelo de Gaviria el derechista y ella la comecandela, cosa por demás obvia.
Lo que rescato del espiche es que noté ya cierta predisposición de lanzarse de una vez a la arena. Y si no lo va a hacer, pues que suelte amarras en favor de Petro, de quien corre esta leyenda esperanzadora: cierta vez el alto mando militar santandereño sostuvo una reunión con los líderes del Polo Alternativo Democrático, durante el cual Petro tuvo el escarceo de quitarse un zapato para golpear la mesa y después gritarle a los milicos: ¡ustedes tienen que entender y prepararse porque nosotros (la izquierda) vamos a gobernar este país! Los rostros de los gorilas se contrajeron y seguramente que hubo ascenso testicular en esos valerosos hombres de uniforme agringado que a la fecha hacen cursos para recibir órdenes en inglés: ¡Yes, sir!
En tanto, noto que en Venezuela hay más de un pichón que toma atenta nota de cómo ser la versión venezolana de Uribe y no morir en el intento. La mar seguro que Teodoro no lo es, no tanto por el agotamiento de su almanaque, sino porque después de tanto trajinar se descubrió en él que el virus del radicalismo es un sarampión que se le quedó contagiado para siempre, y lo demuestra el hecho de que al inicio de la Revolución Bolivariana dedicaba su pasquín para embestir a Miquilena acusándolo de hacer deslucir a Marlon Brando en la interpretación de Vito Corleone. De ese febril empecinamiento, Teodoro pasó a la nómina del ex Corleone sin ningún trámite. Entonces él no. Pero quién.
Yo veo a dos: primero a Leopoldo López, un regenerado muchacho nazi que ahora es militante de los movimientos populares, es decir, quiere parecerse al chavismo, que es lo mismo que hace Uribe: ponerse el ropaje socialista algunas veces, sin llegar a declararse converso pero tampoco dejándose envolver por la vieja política, esto para presentarse como lo nuevo, como el renovador -échale bolas- del futuro, que con el chavismo ya está escrito. Leopoldo es ahora, al mismo tiempo, un muchacho de las barriadas para el chavismo, y un enfant terrible en la mesita de la unidad, donde lo asumen como el problemático sobrino metido en problemas de adicción a estupefacientes.
Un segundo candidato es -y no veo más- Capriles Radonski, quien no pierde lance para proclamarse bolivariano y además mirandino, porque gobierna en el estado que lleva el nombre del precursor (ni siquiera por sus proclamas emancipadoras). Ahora convoca marchas con su burocracia para reclamar que el presupuesto sea calculado a precio de barril de petróleo.
¡Bárbaro! Este hijo de puta hasta ayer nomás salivaba cuando el precio se precipitaba. Cada avance al hueco era celebrado con vítores por anclas y titulares, y las vocerías se ponían retadoras: vamos a ver cómo vas a hacer ahora que no vas a tener para sostener la misiones.
Era un rezo colectivo para que el barril se hiciera agua y por ello hasta sensato les pareció cuando el presupuesto nacional fue reconducido sobre la marcha. Pero ahora que Venezuela sorteó las tempestades y cuando parece que el sol brillará con intensidad a partir de la reunión Opep de finales de este mes, se desesperan y mandan pal coño su falso razonamiento de no al despilfarro (tesis también asesinada porque las reservas han alcanzado su pico máximo).
Vencidos en sus sortilegios, ahora hambrientos rugen para que se abran las compuertas del botín, sobre todo en vísperas de las elecciones que al parecer los va a sorprender sin músculo financiero, porque andan dispersos en sopotocientas corrientes y el tío no haya a quién direccionar los recursos, de suerte que se sabe que muchos aspirantes se quedarán sin los subsidios.
Prender velones para que el país se arruine y en carambola denunciar el excesivo gasto social para al cabo de un año salir a marchar para que el presupuesto nacional sea fundamentado en los inasibles precios del petróleo, es una actitud muy de Uribe, quien lanza bombas a los vecinos y llena su país de bases de guerra y después sale cándidamente a gemir: ¿Pero estamos en la onda de la unión o no? ¿Hay integración o no?
Uno lee esta vaina y después de controlar su arrechera pasa al optimismo: Colombia tiene que ser estremecida pronto, no puede ser que los colombianos le crean a semejante loco. O digamos más bien que el pueblo no le cree, pero es necesario que consiga los mecanismos que le permitan desamarrarse del nudo de esa parranda de locos. Ojalá que los burgueses bogotanos terminen de decidirse por el guerrerista Santos para que la atmósfera de torne interesante.
En la reunión de partidos de izquierda en Caracas Piedad Córdoba dejó clarísimo que si bien es cierto que ella militaba en el Partido Liberal, no era menos cierto la existencia de variedad de corrientes, siendo el tontuelo de Gaviria el derechista y ella la comecandela, cosa por demás obvia.
Lo que rescato del espiche es que noté ya cierta predisposición de lanzarse de una vez a la arena. Y si no lo va a hacer, pues que suelte amarras en favor de Petro, de quien corre esta leyenda esperanzadora: cierta vez el alto mando militar santandereño sostuvo una reunión con los líderes del Polo Alternativo Democrático, durante el cual Petro tuvo el escarceo de quitarse un zapato para golpear la mesa y después gritarle a los milicos: ¡ustedes tienen que entender y prepararse porque nosotros (la izquierda) vamos a gobernar este país! Los rostros de los gorilas se contrajeron y seguramente que hubo ascenso testicular en esos valerosos hombres de uniforme agringado que a la fecha hacen cursos para recibir órdenes en inglés: ¡Yes, sir!
En tanto, noto que en Venezuela hay más de un pichón que toma atenta nota de cómo ser la versión venezolana de Uribe y no morir en el intento. La mar seguro que Teodoro no lo es, no tanto por el agotamiento de su almanaque, sino porque después de tanto trajinar se descubrió en él que el virus del radicalismo es un sarampión que se le quedó contagiado para siempre, y lo demuestra el hecho de que al inicio de la Revolución Bolivariana dedicaba su pasquín para embestir a Miquilena acusándolo de hacer deslucir a Marlon Brando en la interpretación de Vito Corleone. De ese febril empecinamiento, Teodoro pasó a la nómina del ex Corleone sin ningún trámite. Entonces él no. Pero quién.
Yo veo a dos: primero a Leopoldo López, un regenerado muchacho nazi que ahora es militante de los movimientos populares, es decir, quiere parecerse al chavismo, que es lo mismo que hace Uribe: ponerse el ropaje socialista algunas veces, sin llegar a declararse converso pero tampoco dejándose envolver por la vieja política, esto para presentarse como lo nuevo, como el renovador -échale bolas- del futuro, que con el chavismo ya está escrito. Leopoldo es ahora, al mismo tiempo, un muchacho de las barriadas para el chavismo, y un enfant terrible en la mesita de la unidad, donde lo asumen como el problemático sobrino metido en problemas de adicción a estupefacientes.
Un segundo candidato es -y no veo más- Capriles Radonski, quien no pierde lance para proclamarse bolivariano y además mirandino, porque gobierna en el estado que lleva el nombre del precursor (ni siquiera por sus proclamas emancipadoras). Ahora convoca marchas con su burocracia para reclamar que el presupuesto sea calculado a precio de barril de petróleo.
¡Bárbaro! Este hijo de puta hasta ayer nomás salivaba cuando el precio se precipitaba. Cada avance al hueco era celebrado con vítores por anclas y titulares, y las vocerías se ponían retadoras: vamos a ver cómo vas a hacer ahora que no vas a tener para sostener la misiones.
Era un rezo colectivo para que el barril se hiciera agua y por ello hasta sensato les pareció cuando el presupuesto nacional fue reconducido sobre la marcha. Pero ahora que Venezuela sorteó las tempestades y cuando parece que el sol brillará con intensidad a partir de la reunión Opep de finales de este mes, se desesperan y mandan pal coño su falso razonamiento de no al despilfarro (tesis también asesinada porque las reservas han alcanzado su pico máximo).
Vencidos en sus sortilegios, ahora hambrientos rugen para que se abran las compuertas del botín, sobre todo en vísperas de las elecciones que al parecer los va a sorprender sin músculo financiero, porque andan dispersos en sopotocientas corrientes y el tío no haya a quién direccionar los recursos, de suerte que se sabe que muchos aspirantes se quedarán sin los subsidios.
Prender velones para que el país se arruine y en carambola denunciar el excesivo gasto social para al cabo de un año salir a marchar para que el presupuesto nacional sea fundamentado en los inasibles precios del petróleo, es una actitud muy de Uribe, quien lanza bombas a los vecinos y llena su país de bases de guerra y después sale cándidamente a gemir: ¿Pero estamos en la onda de la unión o no? ¿Hay integración o no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario