jueves, 4 de marzo de 2010

Endiablada orquesta de satánicas acusaciones

La columna del Diablo
Endiablada orquesta de satánicas acusaciones
Desde hace tiempo, por lo menos a partir del golpe de Estado del 2002, venimos observando que los ataques sediciosos y subversivos contra el gobierno democrático del presidente Hugo Chávez, procedentes del interior del territorio nacional o del exterior, siempre vienen acompañados de otras agresiones simultáneas, para desestabilizar al país. Con ello buscan aprovechar al máximo los actos golpistas y las maniobras escandalosas, con su constante agitación disolvente y antichavista. Estos apátridas están permanentemente trabajando para el golpe.
Son como una orquesta, pero sin director, porque se sacan los ojos por las candidaturas y se hallan cada día más dispersos y distanciados por las frenéticas ambiciones que los dividen. Esa gente no puede lograr un acuerdo mínimo para ir al próximo proceso electoral parlamentario, ya que sus grupúsculos y partiditos no llegan a ninguna clase de unidad. Lo único en que coinciden es en su odio al presidente Chávez, pero eso no basta, no alcanza para un movimiento que se pretende ideológico y ni siquiera representa nada; ni tampoco a nadie. Si acaso tienen un proyecto, es nada más y nada menos que asesinar al Presidente y entregar Venezuela a los cipayos.
Así lo vimos en el más reciente episodio de los embustes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Cuando habló uno de sus burócratas fascistoides, fue seguido inmediatamente por otros voceros y allegados de la CIDH, que está a punto de ser reestructurada. También insisten los imperialistas con el triste "comic" de involucrar a Venezuela en el narcotráfico. Por supuesto que sabemos de la falsedad de esa infamia, porque el mundo conoce que el mayor productor planetario de drogas es Colombia, y el país donde hay más consumidores de alcaloides y estupefacientes es los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante, salen de distintas fuentes de la corte de Obama unos funcionarios demagogos, acusándonos de traficar con drogas.
Al igual que en el caso anterior, no muestran pruebas de sus infamantes e injuriosas declaraciones. Reaparecen las falsedades y entran también los "acusetas", drogómanos o jueces, provocadores o equivocados, como el juez español Velazco, de la Audiencia Nacional de España. Todos convergen en enlodarnos al mismo tiempo, cuando ellos deben manejar muy bien las nefastas estadísticas de los toxicómanos y su casa matriz, EEUU, con sus proveedores colombianos.

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