El 3 de febrero de 1795, hace 210 años, nació en Cumaná, Antonio José de Sucre, paradigma de la juventud quien logra en su vida estelar los más grandes y definitivos reconocimientos de los hombres por su magnífica vida militar. Sucre es uno de los cinco venezolanos más grandes de todos los tiempos al lado de Bolívar, Bello, Miranda, Simón Rodríguez y el único de ellos que nació en el interior de Venezuela.
Cadete a los 13 años y miembro del Estado Mayor de Miranda a los 16. Gran Mariscal de Ayacucho a los 29 y Presidente de Bolivia a los 31 años
Apenas de 13 años, Sucre tomó la carrera de las armas para sumarse a la revolución iniciada en 1810. En 1811 Francisco de Miranda lo designó miembro de su Estado Mayor. Tenía 16 años. Después de la capitulación, se unió a Santiago Mariño, Manuel Piar y José Francisco Bermúdez en la expedición de Chacachacare (Trinidad y Tobago), que desembarcó en Güiria (Sucre). Sirvió en el Estado Mayor de Bermúdez durante la campaña de 1813. Cuando las terribles derrotas de 1814, se refugió en Trinidad y, al intentar unirse al Libertador Simón Bolívar en la expedición de Los Cayos (Haití), naufragó y se mantuvo a merced de las olas en alta mar durante 24 horas, hasta ser salvado. Fue jefe del Estado Mayor de Mariño en 1820 y luego con iguales funciones bajo el mando de Bolívar en 1821. El Libertador lo designó para dirigir las tropas que liberaron Guayaquil (Ecuador) del dominio español. Triunfador en Pichincha al lado de Bolívar, está en Junín (Perú) en 1824 y el 19 de diciembre gana la batalla de Ayacucho con 5.780 hombres, contra 9.310 de los españoles. En 1825 proclama la fundación de la República de Bolivia y es designado como primer Presidente.
Sucre gobernó con talento de magistrado, honradez, justicia y sabiduría. Sin embargo, su gloria y lealtad a Bolívar provocaron el odio de las fracciones que ambicionaban el poder. Sucre acudió espada en mano a sofocar el alzamiento del cuartel de Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia) y venció, no sin que antes una descarga a quemarropa destrozara su brazo derecho. Nombrado jefe del Ejército de Colombia, derrotó a las tropas invasoras del Perú, dirigidas por el mariscal José de Lamar, en el Portete de Tarqui (Ecuador). Presidió en Bogotá (Colombia) el Congreso Admirable y llevó a cabo numerosas gestiones para evitar la disgregación de la Gran Colombia. Desengañado por las viles intrigas contra la unión de nuestros pueblos, decidió retirarse a la vida privada y emprendió viaje hacia Quito (Ecuador), en junio de 1830.
Los enemigos del Libertador, que consideraban a Sucre un obstáculo a sus planes, prepararon en Bogotá su asesinato. Tranquilo y confiado se internó por un sendero montañoso cerca de la ciudad de Pasto (Colombia). A la entrada de un desfiladero, distante apenas 15 kilómetros de una población llamada Berruecos (Colombia), fue emboscado por una pandilla de asesinos, lo llamaron por su nombre y dispararon sus armas hacia la cabeza y el pecho. Apenas pudo exclamar “¡Ay, balazo!”. Su cadáver permaneció más de 24 horas tendido en la soledad de la montaña. Cuando Bolívar supo del crimen, exclamó: “¡Dios, han matado al Abel de Colombia!”
Cadete a los 13 años y miembro del Estado Mayor de Miranda a los 16. Gran Mariscal de Ayacucho a los 29 y Presidente de Bolivia a los 31 años
Apenas de 13 años, Sucre tomó la carrera de las armas para sumarse a la revolución iniciada en 1810. En 1811 Francisco de Miranda lo designó miembro de su Estado Mayor. Tenía 16 años. Después de la capitulación, se unió a Santiago Mariño, Manuel Piar y José Francisco Bermúdez en la expedición de Chacachacare (Trinidad y Tobago), que desembarcó en Güiria (Sucre). Sirvió en el Estado Mayor de Bermúdez durante la campaña de 1813. Cuando las terribles derrotas de 1814, se refugió en Trinidad y, al intentar unirse al Libertador Simón Bolívar en la expedición de Los Cayos (Haití), naufragó y se mantuvo a merced de las olas en alta mar durante 24 horas, hasta ser salvado. Fue jefe del Estado Mayor de Mariño en 1820 y luego con iguales funciones bajo el mando de Bolívar en 1821. El Libertador lo designó para dirigir las tropas que liberaron Guayaquil (Ecuador) del dominio español. Triunfador en Pichincha al lado de Bolívar, está en Junín (Perú) en 1824 y el 19 de diciembre gana la batalla de Ayacucho con 5.780 hombres, contra 9.310 de los españoles. En 1825 proclama la fundación de la República de Bolivia y es designado como primer Presidente.
Sucre gobernó con talento de magistrado, honradez, justicia y sabiduría. Sin embargo, su gloria y lealtad a Bolívar provocaron el odio de las fracciones que ambicionaban el poder. Sucre acudió espada en mano a sofocar el alzamiento del cuartel de Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia) y venció, no sin que antes una descarga a quemarropa destrozara su brazo derecho. Nombrado jefe del Ejército de Colombia, derrotó a las tropas invasoras del Perú, dirigidas por el mariscal José de Lamar, en el Portete de Tarqui (Ecuador). Presidió en Bogotá (Colombia) el Congreso Admirable y llevó a cabo numerosas gestiones para evitar la disgregación de la Gran Colombia. Desengañado por las viles intrigas contra la unión de nuestros pueblos, decidió retirarse a la vida privada y emprendió viaje hacia Quito (Ecuador), en junio de 1830.
Los enemigos del Libertador, que consideraban a Sucre un obstáculo a sus planes, prepararon en Bogotá su asesinato. Tranquilo y confiado se internó por un sendero montañoso cerca de la ciudad de Pasto (Colombia). A la entrada de un desfiladero, distante apenas 15 kilómetros de una población llamada Berruecos (Colombia), fue emboscado por una pandilla de asesinos, lo llamaron por su nombre y dispararon sus armas hacia la cabeza y el pecho. Apenas pudo exclamar “¡Ay, balazo!”. Su cadáver permaneció más de 24 horas tendido en la soledad de la montaña. Cuando Bolívar supo del crimen, exclamó: “¡Dios, han matado al Abel de Colombia!”
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