martes, 9 de febrero de 2010

Sin sentido del ridículo

Escrito por DIARIO VEA
Sin sentido del ridículo
PIEDRA DE TRANCA
ALGUIEN DECÍA QUE lo único que no le está permitido a un político es carecer del sentido del ridículo. El riesgo que corre un personaje público cuando olvida este consejo es muy grande. Porque se convierte en hazmerreír de la gente. ¿Por qué este escribidor toca este tema y a quién concretamente se refiere? Sencillo: A Antonio Ledesma, quien acaba de decir, engolando la voz y sacando pecho para darle mayor énfasis a la pendejada que acaba de plantear, nada menos y nada más, que el gobierno venezolano expulse del país al comandante de la Revolución y vicepresidente de Cuba, Ramiro Valdés Menendes. ¡Una pelusa!
EN PRIMER LUGAR HAY que decir que Ramiro Valdés no se instalará en Venezuela. No vivirá en el país. No tiene proyecto alguno para quedarse. Tan sólo estuvo un día (24 horas) en territorio nacional, y regresó a Cuba donde tiene tareas importantes qué cumplir; donde además de ser vicepresidente es ministro, precisamente en una área técnica, en la cual trabaja desde hace años. En segundo lugar, ¿cómo se le ocurre a Ledezma la insensatez de pedirle al gobierno de Chávez que expulse a alguien que viene a trabajar por Venezuela, como lo hacen altos funcionarios de otras naciones, ejemplo, el ministro De Vido, de Argentina, o el asesor del presidente Lula, Marco Aurelio García, y otros procedentes de China, Rusia, Belorrusia, empresas de USA, vinculados al tema eléctrico y que manifiestan la disposición de ayudar a los venezolanos en la actual emergencia? ¿En cabeza de quién cabe semejante desmesura? Sólo en la de un pantallero, de un exhibicionista, un político sin temas y, además, un ocioso. Porque si Ledezma se ocupara como alcalde de los problemas de los ciudadanos, de quienes lo eligieron, de los temas de gobierno, no estaría dando la cómica con propuestas fuera del perol.
Y HAY UN TERCER LUGAR en el tema. Resulta que Ledezma enfoca el caso de Ramiro Valdés con el cinismo propio de la argumentación que suelen utilizar los figurones de la Cuarta República. Con la amnesia que los caracteriza. Quiere aprovechar la colaboración del gobierno cubano, vía Valdés, para destacar un pasado represivo, sacándolo del contexto en el que él actuó: la etapa más dura de la Revolución Cubana, cuando la agresión norteamericana a través del terrorismo quiso acabar con el proceso. Valdés, al igual que muchos otros, dio la cara, no para reprimir por gusto propio, sino para defender a la patria amenazada. Claro que los enemigos de Cuba no le perdonan que cumpliera con su deber y su contribución a la derrota de la criminal conjura.
PERO LO MÁS DESPRECIABLE de la propuesta de Ledezma, es decir, expulsar del país, a un "represor" -filtrando la sospecha de que viene a reprimir-, es que el alcalde en su época de líder adeco, de curruña del macro represor Carlos Andrés Pérez, de gobernador del Distrito Federal, cuando se disparaba plomo parejo contra los manifestantes en la calle, solidarizó con la siniestra importación de personajes como Posada Carriles, Orlando García y muchos otros, a los que les fue entregada la dirección de organismos de seguridad como el SIFA y la DIGEPOL para que asesinaran, torturaran y desaparecieran a miles de venezolanos. Fue la época abyecta de la cubanización de la represión en Venezuela, que el farsante Ledezma olvida deliberadamente. ¡Un ridículo al desnudo!-

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