Falcón el previsible
ARNALDO TAVÍO
La verdad es que las cayapas, en cualquier orden, incluido el político, nunca me han gustado. Me parece un acto poco honesto eso de que dos, tres o más se ensañen con una sola persona. También me apenan quienes se asombran cuando pasa algo que era más que evidente y me molesta más aun cuando alguien no cumple la famosa regla de los signos matemáticos que reza: el amigo de mi enemigo es mi enemigo.
Lo primero lo digo porque los miembros de un grupo de opinión al cual pertenezco le han dedicado decenas de miles de palabras a la renuncia de Henri Falcón al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cuando ese señor no merece sino muy pocas.
Lo segundo porque ¿a quién se le ocurrió pensar en algún momento que Falcón era revolucionario, chavista, socialista o –menos aún– comunista como para asombrarse de lo que hizo? Nada hermano, el hombre ni cuando era alcalde ni ahora como gobernador del estado Lara ha dejado ver ni pizca de audacia o adelanto en su actitud (por no hablar de revolucionario porque le queda grande).
Ese señor le huía al presidente Chávez, por lo que no se entiende cómo es eso que tenía tiempo tratando de hablar con él y no pudo. Puro cuento chino. Con sólo ver las cachuchas que se ponía para sus actos de colores verde, amarillo o negro, uno corroboraba más lo lejos que estaba de ser rojo rojito.
Pero lo tercero es lo más grave. Es cuando vez a un amigo de ñañas con tu mayor enemigo, recibiéndolo en su casa con risas cómplices. Allí es cuando debemos aplicar la otra regla, y de una vez por todas, que dice: “Contigo ni a la esquina, compadre”.
Personalmente, jamás me ha gustado la alianza con el PPT (¿Pa’ Poco Tú?). La dirigencia no es de fiar, no me merece la más mínima confianza. Aunque la base es otra cosa, creo que el paso que acaban de dar es la gota que rebasó el vaso.
Y termino con otra frase: No debemos tener paz con la miseria.
ARNALDO TAVÍO
La verdad es que las cayapas, en cualquier orden, incluido el político, nunca me han gustado. Me parece un acto poco honesto eso de que dos, tres o más se ensañen con una sola persona. También me apenan quienes se asombran cuando pasa algo que era más que evidente y me molesta más aun cuando alguien no cumple la famosa regla de los signos matemáticos que reza: el amigo de mi enemigo es mi enemigo.
Lo primero lo digo porque los miembros de un grupo de opinión al cual pertenezco le han dedicado decenas de miles de palabras a la renuncia de Henri Falcón al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cuando ese señor no merece sino muy pocas.
Lo segundo porque ¿a quién se le ocurrió pensar en algún momento que Falcón era revolucionario, chavista, socialista o –menos aún– comunista como para asombrarse de lo que hizo? Nada hermano, el hombre ni cuando era alcalde ni ahora como gobernador del estado Lara ha dejado ver ni pizca de audacia o adelanto en su actitud (por no hablar de revolucionario porque le queda grande).
Ese señor le huía al presidente Chávez, por lo que no se entiende cómo es eso que tenía tiempo tratando de hablar con él y no pudo. Puro cuento chino. Con sólo ver las cachuchas que se ponía para sus actos de colores verde, amarillo o negro, uno corroboraba más lo lejos que estaba de ser rojo rojito.
Pero lo tercero es lo más grave. Es cuando vez a un amigo de ñañas con tu mayor enemigo, recibiéndolo en su casa con risas cómplices. Allí es cuando debemos aplicar la otra regla, y de una vez por todas, que dice: “Contigo ni a la esquina, compadre”.
Personalmente, jamás me ha gustado la alianza con el PPT (¿Pa’ Poco Tú?). La dirigencia no es de fiar, no me merece la más mínima confianza. Aunque la base es otra cosa, creo que el paso que acaban de dar es la gota que rebasó el vaso.
Y termino con otra frase: No debemos tener paz con la miseria.
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