domingo, 7 de febrero de 2010

Congreso del PSUV rinde homenaje a Fabricio Ojeda

I Congreso Extraordinario del PSUV rinde homenaje a Fabricio Ojeda
Consignas, canciones revolucionarias y la colocación de una ofrenda floral ante la tumba que guarda los restos de Fabricio Ojeda, formaron parte del homenaje que ofrecieron los delegados y delegadas al I Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en conmemoración del 81 aniversario natal del insigne venezolano.
La actividad fue aprobada por una moción de urgencia de la Plenaria del Congreso, para lo cual se comisionó a delegados de 11 estados del país, quienes visitaron el sepulcro del periodista y parlamentario en el Cementerio General del Sur de Caracas para rendirle honores en nombre de los militantes socialistas.
William Contreras, delegado por el Distrito Capital, aseguró que el ejemplo de Fabricio Ojeda está presente en el Congreso de los Revolucionarios.
ND para una reflexión: Palabras de Fabricio Ojeda "Comandante Roberto" Esto parece paradójico; pero para quienes llegan a entender que la fuerza de los pueblos no está en relación exclusiva a su número de habitantes, sino en función de su moral, conciencia y mentalidad de Poder

1 comentario:

Anónimo dijo...

El forense, acostumbrado a su rutina macabra, avaladora de suicidios (“suicidados”) certificó como siempre, “defunción por asfixia”.
El rígido “ahorcado” inventado, parecía condenarlo al infierno con la mirada pastosa, vítrea, por su asquerosidad y cobardía.
Días atrás, el comandante, altivo y rozagante, sin la menor señal del estrago montañés, había caído en las garras del enemigo, al ser delatado cuando participaba en un congreso de altos jefes revolucionarios.
Entonces se le condujo a un llamado palacio sin blancor, donde se le sometió – día y noche- a feroces torturas para que “cantara”, señalando a los financistas de las guerrillas, los precisos lugares de los campamentos y el número de componentes de los destacamentos.
De su boca reventada, destrozada por la andanada de puñetazos, guarnecidos por manoplas, no salía ninguna frase de confesión, sino las palabras: Coños de madre.
Aquel rostro alegre, rosáceo, ahora intensamente pálido y violeta, como picado por los pájaros, con rosetas acusadoras del salvajismo, no fue visto por los familiares ni por los fiscales del Ministerio Público.

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