Disciplinas versus integralidad
El concepto de “profesionalismo” termina siendo una estructura excluyente, lleno de normas impuestas que impiden a otros aportar visiones o propuestas desde el punto de vista multidisciplinario.
Raúl Bracho
El desarrollo de las ciencias en el capitalismo va de la mano con la estructura económica antes que con la necesidad. El desarrollo curricular entonces se hace cada vez más específico en el capitalismo y va perdiendo la visión de conjunto, se convierte en ciencias excluyentes, en parcelas de conocimiento que terminan siendo defendidas como “propiedad privada” de sus graduados, quienes defienden sus fronteras impidiendo la transversalización en el abordaje y por lo tanto perdiendo la capacidad sustancial de cumplir lo que debiera ser su misión fundamental: resolver problemas de la sociedad.
Este concepto de “profesionalismo” termina siendo una estructura excluyente, lleno de normas impuestas que impiden a otros aportar visiones o propuestas desde el punto de vista multidisciplinario.
Cuando he hablado en anteriores artículos sobre el quiebre epistemológico como necesidad revolucionaria para poder resolver los problemas de la sociedad, se que estoy incitando a las fuerzas que conforman estos grupos disciplinarios a expresar su resistencia al cambio. Cuando hablamos de la visión y el abordaje integral sobre cualquier problema social, cierto que rompemos con el criterio de educación capitalista que sectoriza el conocimiento. Que difícil se hace entonces que quien tome posiciones resistiéndose al cambio, asuma una desoladora realidad: que su parcela de conocimiento, que su disciplina específica, no le da respuestas posibles a los problemas que tiene la responsabilidad de resolver.
Cuando nuestra sociedad asume de forma protagónica un cambio necesario, lo hace impulsado por las fuerzas de cambio que no nacen sino de la misma falta de respuestas prácticas a sus propios problemas.
Un quiebre epistemológico no es una guerra de diplomas o doctorados, quien aborde el conocimiento como “compras” de conocimiento en vez del desarrollo de habilidades para ayudar a su sociedad, lo estará abordando desde la visión capitalista, desde lo que aprendió en las aulas de clase: obtener conocimientos para venderse como propietario de ellas mismas, como defensor de una ciencia o especialización de ella, anteponiendo su posición dentro de la sociedad, como profesional, a la visión socialista de ayudar a generar nuevos modelos que si produzcan resultados de cambio en la sociedad.
Pobre del profesional que viva a la defensiva de su parcela y que no entienda lo necesario del pensamiento integralista, del llamado a que sea entre todos los involucrados, sin distinto alguno ni en lo social, lo religioso o lo docente, de donde brotarán los nuevos modelos que pide a gritos una sociedad que sufre ante la ceguera y las trabas que la visión capitalista ha creado en su manejo de las ciencias como parcelas privadas.
Siempre pongo un ejemplo que creo nos servirá a todos para ilustrar esta necesaria lucha entre las disciplinas de la ciencia y la visión integral. Cuando la revolución bolivariana se planteó abordar el problema del analfabetismo, se le ordenó al Ministerio de Educación el diseño de un proyecto para ponerlo en práctica. Inmediatamente aparecieron los defensores de las parcelas docentes, de la visión capitalista de esta ciencia, armados de decretos y declaraciones en las que se nos respondió que solamente “profesionales” de la docencia estarían capacitados para llevar adelante esta tarea. Esta respuesta de las fuerzas de resistencia al cambio revolucionario solo sentenciaban a la patria a quedarse en las tinieblas de la ignorancia, ya que quienes hicieron este planteamiento, solo con la visión de defender su parcela de conocimiento, no se preocuparon por sacar la cuenta sencilla de que no habían suficientes graduados como para llevar adelante dicha misión.
Hubo entonces que crear la Misión Robinson. Un nuevo modelo que no dependiera de las “normas” establecidas en el Ministerio de Educación. Al comenzar la Misión Robinson, contra todos los docentes que “exigían” su protagonismo en ella, se decidió como único requisito para llevar adelante ésta tarea el saber leer. Todo aquel que supiera leer estaría capacitado para enseñar a otro. Así se hizo y en el transcurso de dos años Venezuela fue reconocida por la UNESCO como el segundo país libre de analfabetismo en Suramérica.
Este es el mejor ejemplo de una ruptura epistemológica. Ella deberemos reproducirla a costa de lo que sea en el abordaje de los graves problemas sociales de nuestra revolución. No estamos excluyendo a los profesionales, ellos deberán aportar su mayor conocimiento en áreas específicas y tendrán su papel protagónico, pero abriendo su criterio a que solo la convocatoria a todas las otras ciencias y a las voces de los que sufren los problemas y, además, aceptando la participación de todos en su resolución, será como podremos obtener victorias como la que nos dio la Misión Robinson.
El abordaje integral, la inclusión y valorización de todas las fuerzas que participan en un problema es la nueva visión socialista que nos permitirá encontrar soluciones. La vida de nuestra sociedad es problema de todos y por tanto de todos lo es su solución.
Una invitación a todas y todos los profesionales que mantienen valores humanos por encima del valor de posiciones sociales referentes tan solo a lo económico, para que se definan ante los cambios. Una revolución parte de la necesidad de dar respuestas y para darlas, muchas veces, debemos de escuchar y darle poder a todos los involucrados. Más de una vez la visión simple de una mujer u hombre es capaz de allanar el camino para su comprensión por encima de muchos de los análisis que por años fueron incapaces de resolverlos.
La nueva visión integral es un acto de amor social. Todo profesional humanista empuñara su diploma no para diferenciarse sino para unirse al pueblo y avanzar con él en las batallas por su liberación en todos los frentes: en salud, ante el terrible problema de las adicciones a actividades o sustancias, en educación, en construcción, para resolver problemas de vivienda con la autogestión, en agricultura como sucede en los fundos zamoranos y en toda actividad del desarrollo necesario.
Realizo a menudo una pregunta: ¿Quién fue primero: las viviendas o los arquitectos? La hago para que se entienda como la necesidad obliga al hombre a encontrar respuestas y como de lo empírico nacieron las ciencias y por tanto como éstas se deben a las necesidades del pueblo. O damos respuestas desde las ciencias, o la necesidad del pueblo nos superará y creará nuevos modelos ante los cuales seremos incapaces y obstruccionistas si no cambiamos nuestro apego a las disciplinas, o sus aliados y compañeros si entendemos lo necesario de nuestra entrega al pensamiento socialista e integrador.
Romper los paradigmas aceptados y que no generan respuestas y crear las nuevas visiones de organización social es el deber de toda y todo revolucionario. ¡Venceremos!
El concepto de “profesionalismo” termina siendo una estructura excluyente, lleno de normas impuestas que impiden a otros aportar visiones o propuestas desde el punto de vista multidisciplinario.
Raúl Bracho
El desarrollo de las ciencias en el capitalismo va de la mano con la estructura económica antes que con la necesidad. El desarrollo curricular entonces se hace cada vez más específico en el capitalismo y va perdiendo la visión de conjunto, se convierte en ciencias excluyentes, en parcelas de conocimiento que terminan siendo defendidas como “propiedad privada” de sus graduados, quienes defienden sus fronteras impidiendo la transversalización en el abordaje y por lo tanto perdiendo la capacidad sustancial de cumplir lo que debiera ser su misión fundamental: resolver problemas de la sociedad.
Este concepto de “profesionalismo” termina siendo una estructura excluyente, lleno de normas impuestas que impiden a otros aportar visiones o propuestas desde el punto de vista multidisciplinario.
Cuando he hablado en anteriores artículos sobre el quiebre epistemológico como necesidad revolucionaria para poder resolver los problemas de la sociedad, se que estoy incitando a las fuerzas que conforman estos grupos disciplinarios a expresar su resistencia al cambio. Cuando hablamos de la visión y el abordaje integral sobre cualquier problema social, cierto que rompemos con el criterio de educación capitalista que sectoriza el conocimiento. Que difícil se hace entonces que quien tome posiciones resistiéndose al cambio, asuma una desoladora realidad: que su parcela de conocimiento, que su disciplina específica, no le da respuestas posibles a los problemas que tiene la responsabilidad de resolver.
Cuando nuestra sociedad asume de forma protagónica un cambio necesario, lo hace impulsado por las fuerzas de cambio que no nacen sino de la misma falta de respuestas prácticas a sus propios problemas.
Un quiebre epistemológico no es una guerra de diplomas o doctorados, quien aborde el conocimiento como “compras” de conocimiento en vez del desarrollo de habilidades para ayudar a su sociedad, lo estará abordando desde la visión capitalista, desde lo que aprendió en las aulas de clase: obtener conocimientos para venderse como propietario de ellas mismas, como defensor de una ciencia o especialización de ella, anteponiendo su posición dentro de la sociedad, como profesional, a la visión socialista de ayudar a generar nuevos modelos que si produzcan resultados de cambio en la sociedad.
Pobre del profesional que viva a la defensiva de su parcela y que no entienda lo necesario del pensamiento integralista, del llamado a que sea entre todos los involucrados, sin distinto alguno ni en lo social, lo religioso o lo docente, de donde brotarán los nuevos modelos que pide a gritos una sociedad que sufre ante la ceguera y las trabas que la visión capitalista ha creado en su manejo de las ciencias como parcelas privadas.
Siempre pongo un ejemplo que creo nos servirá a todos para ilustrar esta necesaria lucha entre las disciplinas de la ciencia y la visión integral. Cuando la revolución bolivariana se planteó abordar el problema del analfabetismo, se le ordenó al Ministerio de Educación el diseño de un proyecto para ponerlo en práctica. Inmediatamente aparecieron los defensores de las parcelas docentes, de la visión capitalista de esta ciencia, armados de decretos y declaraciones en las que se nos respondió que solamente “profesionales” de la docencia estarían capacitados para llevar adelante esta tarea. Esta respuesta de las fuerzas de resistencia al cambio revolucionario solo sentenciaban a la patria a quedarse en las tinieblas de la ignorancia, ya que quienes hicieron este planteamiento, solo con la visión de defender su parcela de conocimiento, no se preocuparon por sacar la cuenta sencilla de que no habían suficientes graduados como para llevar adelante dicha misión.
Hubo entonces que crear la Misión Robinson. Un nuevo modelo que no dependiera de las “normas” establecidas en el Ministerio de Educación. Al comenzar la Misión Robinson, contra todos los docentes que “exigían” su protagonismo en ella, se decidió como único requisito para llevar adelante ésta tarea el saber leer. Todo aquel que supiera leer estaría capacitado para enseñar a otro. Así se hizo y en el transcurso de dos años Venezuela fue reconocida por la UNESCO como el segundo país libre de analfabetismo en Suramérica.
Este es el mejor ejemplo de una ruptura epistemológica. Ella deberemos reproducirla a costa de lo que sea en el abordaje de los graves problemas sociales de nuestra revolución. No estamos excluyendo a los profesionales, ellos deberán aportar su mayor conocimiento en áreas específicas y tendrán su papel protagónico, pero abriendo su criterio a que solo la convocatoria a todas las otras ciencias y a las voces de los que sufren los problemas y, además, aceptando la participación de todos en su resolución, será como podremos obtener victorias como la que nos dio la Misión Robinson.
El abordaje integral, la inclusión y valorización de todas las fuerzas que participan en un problema es la nueva visión socialista que nos permitirá encontrar soluciones. La vida de nuestra sociedad es problema de todos y por tanto de todos lo es su solución.
Una invitación a todas y todos los profesionales que mantienen valores humanos por encima del valor de posiciones sociales referentes tan solo a lo económico, para que se definan ante los cambios. Una revolución parte de la necesidad de dar respuestas y para darlas, muchas veces, debemos de escuchar y darle poder a todos los involucrados. Más de una vez la visión simple de una mujer u hombre es capaz de allanar el camino para su comprensión por encima de muchos de los análisis que por años fueron incapaces de resolverlos.
La nueva visión integral es un acto de amor social. Todo profesional humanista empuñara su diploma no para diferenciarse sino para unirse al pueblo y avanzar con él en las batallas por su liberación en todos los frentes: en salud, ante el terrible problema de las adicciones a actividades o sustancias, en educación, en construcción, para resolver problemas de vivienda con la autogestión, en agricultura como sucede en los fundos zamoranos y en toda actividad del desarrollo necesario.
Realizo a menudo una pregunta: ¿Quién fue primero: las viviendas o los arquitectos? La hago para que se entienda como la necesidad obliga al hombre a encontrar respuestas y como de lo empírico nacieron las ciencias y por tanto como éstas se deben a las necesidades del pueblo. O damos respuestas desde las ciencias, o la necesidad del pueblo nos superará y creará nuevos modelos ante los cuales seremos incapaces y obstruccionistas si no cambiamos nuestro apego a las disciplinas, o sus aliados y compañeros si entendemos lo necesario de nuestra entrega al pensamiento socialista e integrador.
Romper los paradigmas aceptados y que no generan respuestas y crear las nuevas visiones de organización social es el deber de toda y todo revolucionario. ¡Venceremos!
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