Cubanos en la FANB
Pedro Carreño
Pedro Carreño
Debemos desprendernos de pruritos y complejos de una vez por todas, y aceptar que es una necesidad estratégica para el desarrollo de la nación el intercambio militar con Cuba. No hacerlo se catalogaría como traición a la patria, pues pondría en alto riesgo nuestra soberanía
La oposición venezolana, en un intento desesperado por revertir la aplastante derrota que avizoran en los comicios parlamentarios del próximo 26 de septiembre, anda en la búsqueda del posicionamiento de matrices comunicacionales que le permitan golpear a la revolución bolivariana mientras agitan y movilizan a sus partidarios. Con esa intención se pasean por distintos tópicos de los no escapa nuestra Fuerza Armada. Es así como tratan de estigmatizarla manipulando sobre la supuesta participación de oficiales activos en el PSUV y la presencia de militares cubanos dentro de la misma. Tema éste que sugiere un especial análisis por sus connotaciones para la preservación de la paz interior de la República, resguardo de nuestras riquezas minerales y naturales, mantenimiento del orden interno, aval a nuestra integridad territorial y respeto a las instituciones republicanas.
Es importante señalar que las naciones diseñan los planes de campaña y empleo operacional de su fuerza armada con base en análisis hipotéticos de enemigos potenciales. Partiendo de allí establecen la fundamentación teórica de su doctrina militar, planes estratégicos de acantonamiento de unidades determinando tácticamente el arma o servicio y la magnitud del escalón, articulados con planes logísticos en los cuales está contenido el equipamiento militar y requerimiento de sistemas de armas.
Con la aprobación de la Constitución de 1999, el rol de nuestra Fuerza Armada fue reorientado en la construcción de una doctrina militar originaria basada en Miranda, Sucre y Bolívar, cuyo objetivo es la liberación, el nacionalismo y la unión del soldado con el pueblo. En ese orden, el artículo 328 de nuestra Constitución establece su misión y para la materialización le asigna tres tareas fundamentales: la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional. Por ello, la nueva doctrina militar venezolana está jalonada tanto por las tres siguientes líneas estratégicas: a) Fortalecimiento del poder militar de la nación. b) Profundización de la unión cívico-militar (pueblo y soldados). c) Fortalecimiento y participación popular en las tareas de la defensa nacional, como por la guía de planeamiento presentada por el presidente Chávez denominada La Nueva Etapa, con diez objetivos estratégicos, instituyendo en el noveno lo siguiente: "Profundizar y acelerar la nueva estrategia militar nacional".
La nueva doctrina militar bolivariana descansa en la defensa integral de la nación, la cual nace como repuesta a la amenaza militar estadounidense, y conscientes de que ésta es la única vía que nos permitiría disuadir o derrotar a un agresor numérica y tecnológicamente superior. Ésta fundamentación no es inédita, ya que en la historiografía podemos estudiar la estrategia de guerra popular prolongada de Mao Tse-tung y Ho Chi Minh, y en la actualidad el gobierno revolucionario de Cuba la aplica en una concepción de defensa nacional con una dilatada y exitosa experiencia, fundamentada en el empleo más variado y eficiente de todos los recursos materiales y morales de la sociedad, organizados en la guerra de todo el pueblo, como sustento de la capacidad defensiva del Estado.
Entendido así y conscientes de nuestra responsabilidad histórica, debemos desprendernos de pruritos y complejos de una vez por todas, y aceptar que es una necesidad estratégica para el desarrollo de la nación el intercambio militar con Cuba.
No hacerlo se catalogaría como traición a la patria, pues pondría en alto riesgo nuestra soberanía.
La oposición venezolana, en un intento desesperado por revertir la aplastante derrota que avizoran en los comicios parlamentarios del próximo 26 de septiembre, anda en la búsqueda del posicionamiento de matrices comunicacionales que le permitan golpear a la revolución bolivariana mientras agitan y movilizan a sus partidarios. Con esa intención se pasean por distintos tópicos de los no escapa nuestra Fuerza Armada. Es así como tratan de estigmatizarla manipulando sobre la supuesta participación de oficiales activos en el PSUV y la presencia de militares cubanos dentro de la misma. Tema éste que sugiere un especial análisis por sus connotaciones para la preservación de la paz interior de la República, resguardo de nuestras riquezas minerales y naturales, mantenimiento del orden interno, aval a nuestra integridad territorial y respeto a las instituciones republicanas.
Es importante señalar que las naciones diseñan los planes de campaña y empleo operacional de su fuerza armada con base en análisis hipotéticos de enemigos potenciales. Partiendo de allí establecen la fundamentación teórica de su doctrina militar, planes estratégicos de acantonamiento de unidades determinando tácticamente el arma o servicio y la magnitud del escalón, articulados con planes logísticos en los cuales está contenido el equipamiento militar y requerimiento de sistemas de armas.
Con la aprobación de la Constitución de 1999, el rol de nuestra Fuerza Armada fue reorientado en la construcción de una doctrina militar originaria basada en Miranda, Sucre y Bolívar, cuyo objetivo es la liberación, el nacionalismo y la unión del soldado con el pueblo. En ese orden, el artículo 328 de nuestra Constitución establece su misión y para la materialización le asigna tres tareas fundamentales: la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional. Por ello, la nueva doctrina militar venezolana está jalonada tanto por las tres siguientes líneas estratégicas: a) Fortalecimiento del poder militar de la nación. b) Profundización de la unión cívico-militar (pueblo y soldados). c) Fortalecimiento y participación popular en las tareas de la defensa nacional, como por la guía de planeamiento presentada por el presidente Chávez denominada La Nueva Etapa, con diez objetivos estratégicos, instituyendo en el noveno lo siguiente: "Profundizar y acelerar la nueva estrategia militar nacional".
La nueva doctrina militar bolivariana descansa en la defensa integral de la nación, la cual nace como repuesta a la amenaza militar estadounidense, y conscientes de que ésta es la única vía que nos permitiría disuadir o derrotar a un agresor numérica y tecnológicamente superior. Ésta fundamentación no es inédita, ya que en la historiografía podemos estudiar la estrategia de guerra popular prolongada de Mao Tse-tung y Ho Chi Minh, y en la actualidad el gobierno revolucionario de Cuba la aplica en una concepción de defensa nacional con una dilatada y exitosa experiencia, fundamentada en el empleo más variado y eficiente de todos los recursos materiales y morales de la sociedad, organizados en la guerra de todo el pueblo, como sustento de la capacidad defensiva del Estado.
Entendido así y conscientes de nuestra responsabilidad histórica, debemos desprendernos de pruritos y complejos de una vez por todas, y aceptar que es una necesidad estratégica para el desarrollo de la nación el intercambio militar con Cuba.
No hacerlo se catalogaría como traición a la patria, pues pondría en alto riesgo nuestra soberanía.
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