¿Alguien necesita un croquis?
Mercedes Chacin
El juez Baltasar Garzón vuelve a ser noticia. Vuelve a ser noticia porque los muertos, como los vivos, vuelven. “Todos vuelven a la tierra en que nacieron; al embrujo incomparable de su sol. Todos vuelven al rincón de donde salieron: donde acaso floreció más de un amor”, dice una canción del panameño. Los muertos se levantan, cual fantasmas irredentos a exigir justicia. Sí. Hay unos muertos más recordados que otros, pero alguien siempre recuerda. Uno, dos, tres, decenas, cientos, miles, millones de seres humanos vuelven hechos recuerdos, y todavía esperan justicia. En Venezuela tenemos nuestros muertos. Hay nombres gentes y nombre de masacres. Alberto Lovera, Víctor Soto Rojas, Jorge Rodríguez, Fabricio Ojeda, Yumare y Cantaura. Y muchos más.
En Argentina andan los hijos e hijas de desaparecidos buscando identidades, reconociéndose en sus genes. Son muertos que caminan. Caminan para que los argentinos no olviden, para que no se olviden de lo que es capaz de hacer la derecha. Es bueno decirlo, restregárselo a quienes dan saltos para caer en los brazos de asesinos de aquí y de allá. A quienes saltan para no ser recibidos del todo del otro lado, porque la derecha, cual “racismo ideológico”, no perdona a los conversos. “¿Adónde van los desaparecidos? Busca en el agua y en los matorrales. ¿Y por qué es que desaparecen? Porque no todos somos iguales. ¿Y cuándo vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento. ¿Cómo se le habla al desaparecido? Con la emoción apretando por dentro” dice otra canción del panameño.
Los chilenos tienen peor tino. Los familiares de los muertos y desaparecidos de allá deben ver a los verdugos tongonéandose entre curules y palacios presidenciales. Es la reconciliación sin justicia. Es el olvido convertido en vergüenza. Viven en un matrimonio a juro. Lleno de culpas y odio. “Prohibieron ir a la escuela e ir a la universidad. Prohibieron las garantías y el fin constitucional. Prohibieron todas las ciencias, excepto la militar. Prohibiendo el derecho a queja, prohibieron el preguntar. Hoy te sugiero, mi hermano, pa’ que no vuelva a pasar, ¡Prohibido olvidar!”, gritó el panameño Blades en los años 80.
El juez Baltasar Garzón vuelve a ser noticia. Pero ya no por querer castigar a un dictador asesino que terminó muriendo de muerte natural en su país. Quiso jurungar a los muertos del franquismo. Es la ultraderecha europea. La misma que asesinó en Argentina, Chile y Venezuela. La misma que mata en Irak, en Gaza y Cisjordania. La misma que se hace la loca cuando ve caer a Garzón. Es la misma. ¿Algún amigo mío necesitará un croquis para encontrarla?
Mercedes Chacin
El juez Baltasar Garzón vuelve a ser noticia. Vuelve a ser noticia porque los muertos, como los vivos, vuelven. “Todos vuelven a la tierra en que nacieron; al embrujo incomparable de su sol. Todos vuelven al rincón de donde salieron: donde acaso floreció más de un amor”, dice una canción del panameño. Los muertos se levantan, cual fantasmas irredentos a exigir justicia. Sí. Hay unos muertos más recordados que otros, pero alguien siempre recuerda. Uno, dos, tres, decenas, cientos, miles, millones de seres humanos vuelven hechos recuerdos, y todavía esperan justicia. En Venezuela tenemos nuestros muertos. Hay nombres gentes y nombre de masacres. Alberto Lovera, Víctor Soto Rojas, Jorge Rodríguez, Fabricio Ojeda, Yumare y Cantaura. Y muchos más.
En Argentina andan los hijos e hijas de desaparecidos buscando identidades, reconociéndose en sus genes. Son muertos que caminan. Caminan para que los argentinos no olviden, para que no se olviden de lo que es capaz de hacer la derecha. Es bueno decirlo, restregárselo a quienes dan saltos para caer en los brazos de asesinos de aquí y de allá. A quienes saltan para no ser recibidos del todo del otro lado, porque la derecha, cual “racismo ideológico”, no perdona a los conversos. “¿Adónde van los desaparecidos? Busca en el agua y en los matorrales. ¿Y por qué es que desaparecen? Porque no todos somos iguales. ¿Y cuándo vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento. ¿Cómo se le habla al desaparecido? Con la emoción apretando por dentro” dice otra canción del panameño.
Los chilenos tienen peor tino. Los familiares de los muertos y desaparecidos de allá deben ver a los verdugos tongonéandose entre curules y palacios presidenciales. Es la reconciliación sin justicia. Es el olvido convertido en vergüenza. Viven en un matrimonio a juro. Lleno de culpas y odio. “Prohibieron ir a la escuela e ir a la universidad. Prohibieron las garantías y el fin constitucional. Prohibieron todas las ciencias, excepto la militar. Prohibiendo el derecho a queja, prohibieron el preguntar. Hoy te sugiero, mi hermano, pa’ que no vuelva a pasar, ¡Prohibido olvidar!”, gritó el panameño Blades en los años 80.
El juez Baltasar Garzón vuelve a ser noticia. Pero ya no por querer castigar a un dictador asesino que terminó muriendo de muerte natural en su país. Quiso jurungar a los muertos del franquismo. Es la ultraderecha europea. La misma que asesinó en Argentina, Chile y Venezuela. La misma que mata en Irak, en Gaza y Cisjordania. La misma que se hace la loca cuando ve caer a Garzón. Es la misma. ¿Algún amigo mío necesitará un croquis para encontrarla?
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