domingo, 14 de junio de 2009

La generación que aprendió del Che...lleva por nombre pueblo

La generación que aprendió del Che...lleva por nombre pueblo
Por: Felicia Jiménez
Tu mano gloriosa y fuerte
Sobre la historia dispara
Cuando todo Santa Clara
Se despierta para verte
El Che constituye para las actuales y futuras generaciones tanto de cubanos, argentinos como de latinoamericanos todos, un paradigma a seguir por su pensamiento creador, su acción revolucionaria y su fe en el mejoramiento humano.
Su carácter recto y determinante, su pensamiento crítico y antidogmático nos enseñó a ser personas con valores y principios revolucionarios, ya que para él, las fuerzas de las ideas, y el debate de las mismas eran las que formarían hombres y mujeres de valores y conciencia revolucionaria, como primicias necesarias para la construcción de una sociedad socialista.
Para el Che, un verdadero revolucionario debía predicar con el ejemplo, ser fiel cumplidor en el trabajo, tener espíritu de lucha y sacrificio, pues esas eran las cualidades importantes a seguir para la creación del hombre nuevo, del hombre de futuro.
Como economista y revolucionario pensaba que las relaciones humanas jugaban un papel determinante para el desarrollo de la sociedad, pero también él sabía que para poder hablar de desarrollo en la producción y en la economía, era primordial el desarrollo de la conciencia humana, pues la conciencia hace al hombre
Otra de sus tesis en la construcción del socialismo nos habla de la importancia del trabajo voluntario como formador de individuos, señalando que:”El trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro y más aún cuando esos trabajadores ejercen su trabajo en lugares que no eran los habituales”.
Nada más cierto que ese concepto, pues el trabajo voluntario educa, nos hace ser íntegros, nos lleva a ser austeros y a no desperdiciar nada, ni aún el tiempo de la jornada laboral. Pero Che sabía que para lograrlo teníamos que tener una formación de vanguardia.
Esa era una tarea de gigantes; los cortes de caña, la recogida de café, tabaco; la realización de esas labores agrícolas, fueron escuelas forjadoras de jóvenes más humanos, sensibles, y sobre todas las cosas fraguados para toda una vida en cualquier ámbito que nos tocara vivir.
La generación que aprendió del Che, es la generación de todos los tiempos, amantes de las revoluciones, de los procesos de cambios, de las verdades eternas. Es la generación que ama el día desde que comienza su jornada laboral, es la generación de la entrega, del compromiso diario y lleva por nombre Pueblo.
Mañana se estarán cumpliendo los 81 años del natalicio de nuestro querido Che de siempre y la mejor forma de rendirle homenaje es revisando nuestro comportamiento tanto espiritual como material; ser más humanos, más solidarios, dejar a un lado esa ceguera individualista que no forma parte de los principios y valores revolucionarios.
No vayamos a creer que por llevar la imagen del Che en el pecho, o en las boinas de hoy, ya somos como el Che; eso no es suficiente para sentirnos dignos seguidores de su imagen.
Si queremos ser como él debemos cambiar nuestra manera de pensar y actuar, debemos dejar de ser oportunistas de turno, debemos aprender a tener dignidad y principios; ser solidarios con los otros, dejar a un lado la competencia profesional que tanto daño hace entre compañeros y colegas.
Si no sabemos comportarnos como revolucionarios, jamás pretendamos tener un comportamiento socialista, no nos engañemos; engavetemos todo ese artificio en una nevera, dejemos de ser hipócritas y seamos más sinceros; sólo así podremos alzar la bandera del futuro, y desde el inmenso cielo veremos escrito como decreto universal aquella frase que vaticinó el Che en 1964 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas:
“Esta humanidad ha dicho basta y ha echado andar”.
Filóloga y escritora
Asesora Ejecutiva Alcaldía Libertador

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