Las andanzas del Grupo 80
Mariadela Linares
Hasta no hace mucho, ni siquiera habíamos escuchado hablar de ellos. Pero de unos meses para acá, el Grupo 80 ha tomado espacios en la administración pública de una manera tan avasalladora, que nos motivó a indagar quiénes son. No se presentan como un grupo político, ni siquiera se identifican, pero calladamente han ido copando los cargos de poder más importantes.
En la década de los sesenta tuvo lugar en el país una guerra de guerrillas, cruenta y criminal, que dejó muchas víctimas y que aún no está documentada en los textos de la historia de nuestro país. En ese duro conflicto, los pasillos de la Universidad Central de Venezuela sirvieron de lugar de reuniones, y de refugio de muchos de los revolucionarios que entonces entregaron su vida a la causa de la liberación nacional.
Diez años más tarde, en los setenta, se consolidó en la UCV el proceso de renovación que significó un cambio radical, desde el punto de vista académico y organizativo, en nuestra máxima casa de estudios.
También en esos años, la intensa lucha política librada desde dentro, contra el gobierno de Rafael Caldera, le costó a la universidad dos allanamientos y un prolongado cierre.
De allí en adelante es poco lo que ha sucedido en la Universidad Central digno de mencionarse, como no sea el vergonzoso proceso de derechización que ha tenido lugar allí. En la década de los 80 nació el Grupo objeto de esta nota y que reúne profesionales ucevistas de distintas áreas. De su éxito político de entonces, no tenemos notables referencias. Y si por los resultados hacia adentro los medimos, es preferible guardar reservas.
Lo cierto es que ahora el tal Grupo 80 toma importantes espacios en gobiernos municipales, ministerios, empresas y organismos autónomos del Estado. En algunos casos, llegan precedidos de una bien ganada fama de buenos gerentes. Pero también de un aire de suficiencia y prepotencia que no se corresponde con el espíritu de un verdadero revolucionario. Los "ochentosos" han tomado importantes posiciones y han acaparado el poder por donde quiera que han pasado: Hidrocapital, el Ministerio del Ambiente, Movilnet, el Consejo Nacional Electoral, Pdvsa, el gobierno de Caracas y otros tantos organismos. Ocupan todos los cargos de dirección y hasta los de los asesores y los de las empresas subcontratadas.
Pero hasta allí no estaría tan mal (siempre que no haya conflicto de intereses), si no fuera porque cada vez que asumen nuevas posiciones, lo hacen a costa del descrédito de quien ostentara el cargo anteriormente. Nadie más que ellos sirve. Nadie es más competente ni más eficiente. Nadie más fanático ni radical.
Excluyen de toda opción de desempeño a quien no pertenezca al clan, a quien no milite en sus filas. Son la elite de la revolución, el grupo pensante.
Todo proceso revolucionario produce fenómenos como éste: nacen las mafias, los grupúsculos, las claques, las tribus y hasta los aquelarres.
Son una consecuencia de la composición heterogénea de la militancia. Pero ojo con estos, no vaya a ser que en su presunto afán de sumarle de votos al Presidente, lo que estén haciendo sea restándole, mientras sacan su cuenta particular.
Mariadela Linares
Hasta no hace mucho, ni siquiera habíamos escuchado hablar de ellos. Pero de unos meses para acá, el Grupo 80 ha tomado espacios en la administración pública de una manera tan avasalladora, que nos motivó a indagar quiénes son. No se presentan como un grupo político, ni siquiera se identifican, pero calladamente han ido copando los cargos de poder más importantes.
En la década de los sesenta tuvo lugar en el país una guerra de guerrillas, cruenta y criminal, que dejó muchas víctimas y que aún no está documentada en los textos de la historia de nuestro país. En ese duro conflicto, los pasillos de la Universidad Central de Venezuela sirvieron de lugar de reuniones, y de refugio de muchos de los revolucionarios que entonces entregaron su vida a la causa de la liberación nacional.
Diez años más tarde, en los setenta, se consolidó en la UCV el proceso de renovación que significó un cambio radical, desde el punto de vista académico y organizativo, en nuestra máxima casa de estudios.
También en esos años, la intensa lucha política librada desde dentro, contra el gobierno de Rafael Caldera, le costó a la universidad dos allanamientos y un prolongado cierre.
De allí en adelante es poco lo que ha sucedido en la Universidad Central digno de mencionarse, como no sea el vergonzoso proceso de derechización que ha tenido lugar allí. En la década de los 80 nació el Grupo objeto de esta nota y que reúne profesionales ucevistas de distintas áreas. De su éxito político de entonces, no tenemos notables referencias. Y si por los resultados hacia adentro los medimos, es preferible guardar reservas.
Lo cierto es que ahora el tal Grupo 80 toma importantes espacios en gobiernos municipales, ministerios, empresas y organismos autónomos del Estado. En algunos casos, llegan precedidos de una bien ganada fama de buenos gerentes. Pero también de un aire de suficiencia y prepotencia que no se corresponde con el espíritu de un verdadero revolucionario. Los "ochentosos" han tomado importantes posiciones y han acaparado el poder por donde quiera que han pasado: Hidrocapital, el Ministerio del Ambiente, Movilnet, el Consejo Nacional Electoral, Pdvsa, el gobierno de Caracas y otros tantos organismos. Ocupan todos los cargos de dirección y hasta los de los asesores y los de las empresas subcontratadas.
Pero hasta allí no estaría tan mal (siempre que no haya conflicto de intereses), si no fuera porque cada vez que asumen nuevas posiciones, lo hacen a costa del descrédito de quien ostentara el cargo anteriormente. Nadie más que ellos sirve. Nadie es más competente ni más eficiente. Nadie más fanático ni radical.
Excluyen de toda opción de desempeño a quien no pertenezca al clan, a quien no milite en sus filas. Son la elite de la revolución, el grupo pensante.
Todo proceso revolucionario produce fenómenos como éste: nacen las mafias, los grupúsculos, las claques, las tribus y hasta los aquelarres.
Son una consecuencia de la composición heterogénea de la militancia. Pero ojo con estos, no vaya a ser que en su presunto afán de sumarle de votos al Presidente, lo que estén haciendo sea restándole, mientras sacan su cuenta particular.
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