Un día como hoy, el 24 de marzo de 1980, es asesinado el arzobispo Óscar Arnulfo Romero en El Salvador por esbirros al servicio del Gobierno pro estadounidense de dicho país.
Monseñor Óscar Arnulfo Romero se destacó como defensor de los derechos humanos en una etapa en la cual Estados Unidos equipaba y adiestraba a las tropas para reprimir las luchas de los campesinos y del pueblo. Óscar A. Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa en la Capilla Hospital de la Divina Providencia, donde vivía el arzobispo
El pueblo salvadoreño recordará este 24 de marzo, el fallecimiento de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, a 29 años de ser asesinado por el criminal Roberto D'Aubuisson de ARENA y por los denominados Escuadrones de la Muerte, grupo perteneciente a Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Después de 29 años del asesinato, su palabra y mensajes siguen vigentes, "Y si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño", fue una de las frases de Monseñor Romero, un hombre que a pesar de las amenazas y peligros de la dictadura militar, acompañó al pueblo de El Salvador.
Monseñor fue asesinado por un francotirador durante el oficio de una misa en la capilla de La Divina Providencia, en la colonia Miramonte, al norte de la capital.
Monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño, arzobispo de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.
Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación." (11 de noviembre de 1977)
En 1994, una causa para su canonización fue abierta por su sucesor Arturo Rivera y Damas; Monseñor Romero recibió el título de Siervo de Dios. El proceso de canonización continúa. En Latinoamérica muchos se refieren a él como San Romero de América. Fuera de la Iglesia Católica, Romero es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad, incluyendo a la Comunión Anglicana. Él es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres.
La Comisión de la Verdad, encargada de investigar el crimen, responsabilizó del asesinato al Mayor Roberto D'Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y al capitán Álvaro Saravia.
El crimen conmocionó a toda la sociedad, nacional e internacional. Posteriormente se inicio el conflicto armado en El Salvador, que permaneció por más de 12 años, y causó la muerte de más de 75 mil personas.
Su asesinato ha sido para muchos salvadoreños la muestra de intolerancia de la derecha, que cometió este asesinato a sangre fría.
Monseñor Romero, además de representar a la más alta jerarquía de la Iglesia Católica, figuraba como una esperanza para el pueblo salvadoreño, pues se había encargado de denunciar las atrocidades que los militares y el Gobierno cometían contra la población civil, antes de originarse la guerra civil (1980 y 1992).
Su asesinato no bastó para detener la lucha popular. Días después de su crimen, durante el funeral, cientos de personas murieron en un acto de represión militar, que masacró a la multitud concentrada en la catedral, para rendir el último homenaje al pastor, en su mayoría mujeres.
El padre Abel Castaneda, de San Julián, considera que su mensaje está vigente, "más en estos tiempos donde la esperanza en el pueblo se ha materializado".
"Lo del domingo (15 de marzo) fue un hecho histórico, creo que esa ha sido una buena noticia, una de las cosas que Monseñor tanto buscó, como es el bien común para todo el pueblo. El pueblo de Dios ha tomado esta decisión bonita", enfatizó el padre Castañeda, en clara referencia al triunfo en las elecciones presidenciales, del progresista Mauricio Funes, perteneciente al partido Frente Farbundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
Para el sacerdote, los resultados de las elecciones presidenciales del pasado fin de semana, que favorecieron a la izquierda, toman una connotación "muy especial" y "es un tiempo de mucha esperanza, donde creemos que la luz de Monseñor Romero ha estado presente. Todo esto, 29 años después, es una buena noticia".
Monseñor Óscar Arnulfo Romero se destacó como defensor de los derechos humanos en una etapa en la cual Estados Unidos equipaba y adiestraba a las tropas para reprimir las luchas de los campesinos y del pueblo. Óscar A. Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa en la Capilla Hospital de la Divina Providencia, donde vivía el arzobispo
El pueblo salvadoreño recordará este 24 de marzo, el fallecimiento de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, a 29 años de ser asesinado por el criminal Roberto D'Aubuisson de ARENA y por los denominados Escuadrones de la Muerte, grupo perteneciente a Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Después de 29 años del asesinato, su palabra y mensajes siguen vigentes, "Y si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño", fue una de las frases de Monseñor Romero, un hombre que a pesar de las amenazas y peligros de la dictadura militar, acompañó al pueblo de El Salvador.
Monseñor fue asesinado por un francotirador durante el oficio de una misa en la capilla de La Divina Providencia, en la colonia Miramonte, al norte de la capital.
Monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño, arzobispo de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.
Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación." (11 de noviembre de 1977)
En 1994, una causa para su canonización fue abierta por su sucesor Arturo Rivera y Damas; Monseñor Romero recibió el título de Siervo de Dios. El proceso de canonización continúa. En Latinoamérica muchos se refieren a él como San Romero de América. Fuera de la Iglesia Católica, Romero es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad, incluyendo a la Comunión Anglicana. Él es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres.
La Comisión de la Verdad, encargada de investigar el crimen, responsabilizó del asesinato al Mayor Roberto D'Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y al capitán Álvaro Saravia.
El crimen conmocionó a toda la sociedad, nacional e internacional. Posteriormente se inicio el conflicto armado en El Salvador, que permaneció por más de 12 años, y causó la muerte de más de 75 mil personas.
Su asesinato ha sido para muchos salvadoreños la muestra de intolerancia de la derecha, que cometió este asesinato a sangre fría.
Monseñor Romero, además de representar a la más alta jerarquía de la Iglesia Católica, figuraba como una esperanza para el pueblo salvadoreño, pues se había encargado de denunciar las atrocidades que los militares y el Gobierno cometían contra la población civil, antes de originarse la guerra civil (1980 y 1992).
Su asesinato no bastó para detener la lucha popular. Días después de su crimen, durante el funeral, cientos de personas murieron en un acto de represión militar, que masacró a la multitud concentrada en la catedral, para rendir el último homenaje al pastor, en su mayoría mujeres.
El padre Abel Castaneda, de San Julián, considera que su mensaje está vigente, "más en estos tiempos donde la esperanza en el pueblo se ha materializado".
"Lo del domingo (15 de marzo) fue un hecho histórico, creo que esa ha sido una buena noticia, una de las cosas que Monseñor tanto buscó, como es el bien común para todo el pueblo. El pueblo de Dios ha tomado esta decisión bonita", enfatizó el padre Castañeda, en clara referencia al triunfo en las elecciones presidenciales, del progresista Mauricio Funes, perteneciente al partido Frente Farbundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
Para el sacerdote, los resultados de las elecciones presidenciales del pasado fin de semana, que favorecieron a la izquierda, toman una connotación "muy especial" y "es un tiempo de mucha esperanza, donde creemos que la luz de Monseñor Romero ha estado presente. Todo esto, 29 años después, es una buena noticia".
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