sábado, 28 de marzo de 2009

MIRANDA EL CRIOLLO UNIVERSAL

Miranda, un criollo universal el más relevante precursor de la Independencia, excomulgado por la Iglesia, condenado a muerte por el Rey y execrado por la aristocracia criolla
El caraqueño recorrió un periplo revolucionario de América a Europa que lo llevaría a participar directamente en los acontecimientos políticos universales de la época, para finalmente convertirse en precursor del sueño de la Hispanoamérica libre.
Francisco de Miranda, nacido en Caracas el 28 de Marzo de 1750, hace hoy 259 años; es el Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. Hijo del canario Sebastián de Miranda Ravelo y de la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez. Es el primer venezolano universal. Sus armas las desplegó en tres continentes: África, Europa y América, y fue combatiente activo en los tres acontecimientos más importantes de su época: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Independencia de Hispanoamérica.
Tal día como hoy, el 28 de marzo de 1750, nació en Caracas, Francisco de Miranda. Entre los precursores de la Independencia de la América Española, fue Francisco de Miranda quien abordó la empresa libertadora con mayor empeño, audacia y sentido histórico. Manejó con inteligencia las contradicciones entre las grandes potencias y utilizó sus conflictos en provecho de la causa de la emancipación del Continente.
Su vida estuvo siempre acosada por las calumnias, la traición y la muerte. Miranda fue víctima de las discriminaciones sociales impuestas por la aristocracia criolla en la época colonial. Los mantuanos nunca le perdonaron ser hijo de Sebastián Miranda, un comerciante canario, sin títulos de nobleza y mirado con desprecio por los nobles de Caracas. El Cabildo de Caracas entabló un largo juicio para impedir que el padre de Miranda fuera capitán del Batallón de Blancos Criollos, jerarquía que había adquirido mediante el pago de una fuerte suma a la Corona. Tan enconado fue el pleito que el propio rey Carlos III, en 1770, dictó una orden de obediencia al Cabildo: “Ordeno y mando que jamás en adelante se ponga en duda la dignidad y el origen de Sebastián Miranda…” y advirtió severamente a la aristocracia caraqueña: “…y privaré de su cargo y someteré a otros severos castigos a todo oficial o miembro del Cabildo que verbalmente o por escrito lo trate de manera incorrecta o le cause molestias”.
Francisco de Miranda nació en Caracas el 28 de marzo de 1750. Evadiendo la pesada atmósfera colonial, viajó a España en 1771 para ingresar al servicio militar como capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. Recibió su bautizo de fuego combatiendo contra los moros en Melilla (África del Norte). En 1780 participó en la guerra de Independencia de Estados Unidos. Estuvo en el sitio y rendición de Pensacola a las órdenes del Gobierno de Luisiana. Por su valor en combate ascendió a teniente coronel. Finalizada la guerra en Estados Unidos regresó a Europa ahora para predicar el pensamiento y solicitar apoyo a la causa de la emancipación de Hispano América. En mayo de 1792 es general de brigada del Ejército de Francia. Con el mando del Ejército del Norte llevó a cabo la campaña contra los prusianos y dicta la capitulación de Amberes (Bélgica). Sus éxitos atrajeron la rivalidad de altos jefes militares. Es encarcelado y llevado ante el Tribunal Revolucionario del terrible Comité de la Salud Pública en un París (Francia) convulsionado por las luchas entre jacobinos y girondinos. Su acusador es el temido e implacable Fouquier, cuya elocuencia ha conducido a docenas de acusados al patíbulo. Cuando nadie esperaba su salvación, Miranda demuestra su inocencia con impresionantes alegatos y es absuelto por el Tribunal.
A partir de entonces, todos sus esfuerzos estarán encaminados a la libertad de su Patria. El 2 de febrero de 1806, a bordo del “Leander” y con doscientos voluntarios, zarpa de Nueva York (Estados Unidos) hacia las costas venezolanas. El 12 de marzo, iza por primera vez la bandera de Colombia, nombre con el que bautiza a la futura patria liberada. El 28 de abril fracasó en desembarcar en Ocumare (Aragua). El 3 de agosto lo hace en La Vela de Coro (Falcón). Nadie se atreve a unirse a su pequeño Ejército, salvo dos esclavos y una negra. La Inquisición lo excomulgó por hereje y en la Plaza Mayor de Caracas queman su esfinge. Ha sido condenado a muerte por el Rey de España. Miranda debe volver a Europa a fin de preparar un nuevo intento.
El 19 de abril de 1810, el Cabildo de Caracas, el mismo que lo condenaba en 1806, destituye a las autoridades españolas y asume el poder. El futuro Libertador Simón Bolívar y otros connotados promotores de la Independencia lo llaman a la Patria. Miranda llegó a Caracas el 11 de diciembre de 1810, después de cuarenta años de ausencia. Era casi un desconocido. La Junta Suprema se opone a su regreso. Desembarca en La Guaira (Vargas) con el uniforme de General de Francia. Bolívar lo aloja en su casa y es saludado con alborozo por los jóvenes de la Sociedad Patriótica, mientras el Francisco Rodríguez, marqués del Toro, y los aristócratas lo miran con recelo.
La guerra que desatan los partidarios del Rey no encuentra como respuesta un Gobierno revolucionario y fuerte, sino débil y pusilánime. El mando de los ejércitos de la joven República es confiado al Marqués del Toro. Con emplumado bicornio, ceñido en uniforme de encajes y lujoso espadín, el viejo aristócrata pierde batalla tras batalla, mientras los realistas levantan tropas de llaneros, peones y esclavitudes sumergidos en el odio a la nobleza esclavista y excluyente. Cuando, al fin, el mando es entregado al generalísimo Francisco de Miranda poco hay que hacer. Vence en Valencia (Carabobo), pero el Gobierno de Caracas le niega los recursos que exige para avanzar sobre Coro (Falcón). Mientras la República se pierde en ambigüedades y vacilaciones, los realistas reciben refuerzos. Caen Barquisimeto (Lara) y Valencia, cunden la desmoralización y los desertores. Bolívar pierde la fortaleza de Puerto Cabello (Carabobo). Miranda exclama: “La República está herida en el corazón”. El generalísimo, formado en Europa, considera que la mejor salida es una capitulación a fin de salvar vidas y ganar tiempo para futuras nuevas batallas. Se equivoca. Los realistas cubrirán a Venezuela con un baño de sangre. Bolívar y otros patriotas lo consideran como una traición y lo hacen preso.
Las autoridades españolas lo remiten prisionero al castillo de Puerto Cabello. Resultan inútiles sus peticiones a la Real Audiencia de Caracas en solicitud del cumplimiento de los acuerdos de capitulación. Por el contrario, es llevado a la fortaleza de El Morro en Puerto Rico, y a fines de 1813 a España, donde es encerrado en un calabozo del arsenal de La Carraca, cerca de Cádiz.
Aislado totalmente del mundo exterior, Miranda sufre un ataque de apoplejía, que lo paraliza y termina por causarle la muerte en la madrugada del 14 de julio de 1816. Sus restos fueron sepultados en una fosa común.
Motor de una unidad de lucha
Francisco de Miranda quedó para la eternidad como uno de los precursores más sobresalientes del concepto de América como unidad, vale decir, como motor de una unidad de lucha, como elemento nítido de una estrategia planetaria.
Es el primero que logra la perspectiva justa, la visión exacta y propone un nombre cabal, Colombia, el continente Colombiano. La razón de su vida: "La Independencia y Libertad del Continente".

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