Un Grano de Maíz
MAGNICIDIO Y SUICIDIO
El Comandante Chávez nos dijo en televisión que la canalla oligarca reactivaba los planes para asesinarlo, y que recogían dinero para financiar los protervos planes. La denuncia indica la posibilidad real del hecho. Los revolucionarios debemos estudiar el asunto.
Frente al riesgo hay variadas actitudes: unos se preocupan realmente, otros se desentienden como el avestruz. Los oligarcas y renegados piden pruebas, no aceptan otra evidencia que el hecho consumado, alegan trucos de publicidad electoral. Demuestran su carácter. Veamos.
La amenaza no debe desestimarse, la historia está llena de evidencias de la naturaleza sanguinaria de la oligarquía internacional, usa el magnicidio como arma política, recordemos a Sandino, Allende, Torrijos, Fabricio, Gaitán, el Che, Zamora, Bolívar, Kennedy.
Entonces el asunto no es detenernos en la posibilidad, debemos pensar qué hacer en caso de magnicidio.
Lo primero que debemos pensar es que tal monstruosidad vulnera todas las reglas, las leyes escritas y no escritas que hasta ahora rigen a nuestra sociedad, entraríamos en una turbulencia, en un arrebato intenso de dolor. Viviríamos días de exceso que necesariamente desembocarían en Guerra Civil. Volvería Zamora, regresarían los días de la Comuna de París, de la Bogotá de Gaitán, del México de Pancho Villa.
De la oligarquía capitalista no quedaría piedra sobre piedra.
Si se atreven ya no habrá sosiego, se alejará la paz, volverán los días de los cielos nublados, de la tempestad y del temblor de la oligarquía.
El deber de los revolucionarios es impedir el crimen. ¿Cómo hacerlo?
Las medidas de protección del Comandante dependen de los competentes, de eso no hablaremos. Trataremos aquí la mayor barrera a las pretensiones criminales de los oligarcas: la organización del pueblo y la intención de la clase trabajadora de responder con fuerza cualquier intento de magnicidio.
El apoyo del pueblo civil-militar y de los trabajadores es el mejor blindaje para el Comandante.
Si se atreven, esa será la declaración de huelga general dirigida por la Clase Obrera. La industria petrolera se paralizará inmediatamente, sin necesidad de decreto. Lo mismo las industrias de Guayana, los puertos, aeropuertos, todo el país será paralizado… y habrá combate.
Sólo será posible formar gobierno sobre las cenizas de la propiedad oligarca. Aquí no se puede pensar simplemente en magnicidio, este será también el suicidio de la oligarquía.
La oligarquía sólo se detendrá frente a la posibilidad de que el crimen le salga muy costoso, que no sea rentable y ponga en peligro sus vidas y sus intereses. La oligarquía sólo se detiene frente a pueblos dispuestos a defender a sus líderes y sus conquistas.
A los oligarcas debemos demostrarle todos los días, que tocar al Comandante significará un diluvio que durará cien años, se encenderá el continente, la llamarada llegará a sus confines… Y en ese fuego que consume al pasado, aprenderán los pueblos a seguir adelante, el Comandante volverá hecho Revolución. Y, después del exceso, del alud, resurgirá como milagro el nuevo mundo que la infamia intentó asesinar.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
¡Si se atreven se arrepentirán siglos!
MAGNICIDIO Y SUICIDIO
El Comandante Chávez nos dijo en televisión que la canalla oligarca reactivaba los planes para asesinarlo, y que recogían dinero para financiar los protervos planes. La denuncia indica la posibilidad real del hecho. Los revolucionarios debemos estudiar el asunto.
Frente al riesgo hay variadas actitudes: unos se preocupan realmente, otros se desentienden como el avestruz. Los oligarcas y renegados piden pruebas, no aceptan otra evidencia que el hecho consumado, alegan trucos de publicidad electoral. Demuestran su carácter. Veamos.
La amenaza no debe desestimarse, la historia está llena de evidencias de la naturaleza sanguinaria de la oligarquía internacional, usa el magnicidio como arma política, recordemos a Sandino, Allende, Torrijos, Fabricio, Gaitán, el Che, Zamora, Bolívar, Kennedy.
Entonces el asunto no es detenernos en la posibilidad, debemos pensar qué hacer en caso de magnicidio.
Lo primero que debemos pensar es que tal monstruosidad vulnera todas las reglas, las leyes escritas y no escritas que hasta ahora rigen a nuestra sociedad, entraríamos en una turbulencia, en un arrebato intenso de dolor. Viviríamos días de exceso que necesariamente desembocarían en Guerra Civil. Volvería Zamora, regresarían los días de la Comuna de París, de la Bogotá de Gaitán, del México de Pancho Villa.
De la oligarquía capitalista no quedaría piedra sobre piedra.
Si se atreven ya no habrá sosiego, se alejará la paz, volverán los días de los cielos nublados, de la tempestad y del temblor de la oligarquía.
El deber de los revolucionarios es impedir el crimen. ¿Cómo hacerlo?
Las medidas de protección del Comandante dependen de los competentes, de eso no hablaremos. Trataremos aquí la mayor barrera a las pretensiones criminales de los oligarcas: la organización del pueblo y la intención de la clase trabajadora de responder con fuerza cualquier intento de magnicidio.
El apoyo del pueblo civil-militar y de los trabajadores es el mejor blindaje para el Comandante.
Si se atreven, esa será la declaración de huelga general dirigida por la Clase Obrera. La industria petrolera se paralizará inmediatamente, sin necesidad de decreto. Lo mismo las industrias de Guayana, los puertos, aeropuertos, todo el país será paralizado… y habrá combate.
Sólo será posible formar gobierno sobre las cenizas de la propiedad oligarca. Aquí no se puede pensar simplemente en magnicidio, este será también el suicidio de la oligarquía.
La oligarquía sólo se detendrá frente a la posibilidad de que el crimen le salga muy costoso, que no sea rentable y ponga en peligro sus vidas y sus intereses. La oligarquía sólo se detiene frente a pueblos dispuestos a defender a sus líderes y sus conquistas.
A los oligarcas debemos demostrarle todos los días, que tocar al Comandante significará un diluvio que durará cien años, se encenderá el continente, la llamarada llegará a sus confines… Y en ese fuego que consume al pasado, aprenderán los pueblos a seguir adelante, el Comandante volverá hecho Revolución. Y, después del exceso, del alud, resurgirá como milagro el nuevo mundo que la infamia intentó asesinar.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
¡Si se atreven se arrepentirán siglos!
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