sábado, 15 de agosto de 2009

Memoria Histórica: 204 años del Juramento de Monte Sacro y 29 años de la Tragedia del Grupo Madera

Se cumplen este 15 de Agosto, 29 años de la tragedia del Orinoco, donde perdieran la vida integrantes del Grupo Madera, del Grupo de Teatro Chichón, de la Unión Cultural de los Barrios de Barquisimeto y jóvenes del Estado Amazonas, han transcurrido 29 años de impunidad en cuanto al establecimiento de las responsabilidades penales civiles administrativas y políticas que se desprenden de ese trágico y lamentable suceso.
Esta denuncia fue ignorada y silenciada, en definitiva todo el poder de la IV República se impuso en contra de la verdad y la justicia, al declarar el tribunal de la causa que no hubo responsables y decretó terminada la averiguación, burlando nuestro dolor y derecho a la justicia. Una vez mas la voz del pueblo fue ignorada. Es pertinente que las nuevas generaciones, a través de esta documento, tomen contacto con esas realidades que indican como se trataba a los trabajadores sociales y culturales, realidades que, afortunadamente han sido ya superadas gracias a los cambios revolucionarios que se desarrollan en la sociedad venezolana liderados por el Comandante Hugo Chávez Frías. Es importante saber en realidad que fue lo que ocurrió con el Grupo Madera ese trágico 15 de agosto en el Amazonas, cual fue el comportamiento de todos los involucrados de una manera u otra en esos hechos.
Esta denuncia no pierde su vigencia histórica. Se convierte en un permanente reclamo de justicia en contra de quienes actuaron con injusticia y saña en contra de uno de los proyectos socioculturales más importantes surgidos de las comunidades populares. De esa investigación y denuncia surge la convicción del pueblo venezolano, del barrio, familiares y amigos de garantizar por sobre todas las cosas la continuidad del Grupo Madera, como el mejor homenaje que se puede brindar a quienes ofrendaron sus vidas difundiendo la identidad y raíces de la cultura afrovenezolana y afrocaribeña
Tin Marin "SOLO SE MOJARON Y EN LA ORILLA ESTAN"
Este titulo forma parte de la canción compuesta por Ali Primera sobre el Grupo Madera, cuando ese fatídico 15 de Agosto de 1980, se hundió en las aguas del Río Orinoco, por el Venao, Zona de Samariapo, al Sur de Puerto Ayacucho, Territorio Federal Amazonas, una Falca con un grupo de jóvenes acampantes del Ministerio de la Juventud y nuestro Grupo Madera, artistas y músicos de San Agustín del Sur en Caracas.
Narran los periódicos que el viaje se inicio sin contratiempos la Falca asignada a la Fundación del Niño era operada por personal de la Armada, supuestamente se dirigían a San Fernando de Atabapo a un campamento de fronteras y el Grupo Madera aprovecho esta cola para hacer una presentación en este pueblo.
El barco zarpa de Samariapo, pero al parecer la compuerta delantera no fue completamente cerrada, y en el transcurso de la navegación comenzó a entrar agua, muchas personas a bordo se pusieron nerviosas y muchas declaraciones son contradictorias al respecto, unos dicen que un marinero (Armada), fue a cerrar la compuerta, otro que fue un pasajero, en fin no se sabe que paso si se rompió la guaya o si la señorita o winche de mano se le quito el seguro por error y la guaya cayo libremente, lo cierto es que al ocurrir esto comenzó a ingresar agua con rapidez, la embarcación iba río arriba, los gritos y la desesperación se apoderaron de todos la proa (parte delantera de la Falca) bajo e ingreso mucha más agua que se alojo en los motores y los apago, aquí comenzó la desgracia y el hundimiento de la falca. Los salvavidas no aparecieron, unos dicen que no había, otros que estaban bajo llave, lo cierto es que el barco se hundía y como pudieron unos nadaron a la orilla, otros rescataron a muchos compañeros que no sabían nadar, en un arrojo de valor único.
Cuentan los sobrevivientes que un grupo de personas unos 3 pertenecientes al Grupo Madera, se montaron en la parte superior del barco (cubierta), allí se abrazaron y se encomendaron a Dios, pues no sabían nadar.
11 de las víctimas eran del Grupo Madera, 2 jóvenes de Amazonas Edgar Travanca y Ismael Vera, 2 de Barquisimeto, 1 del Grupo Chichón de la Universidad Central de Venezuela, 1 Marinero de la Armada y 1 acampante más) Fue una labor dura y difícil, que duro más de 45 días ininterrumpidos.
Los tribunales de Justicia se abocaron a la investigación, pero particularmente jamas supe cual fue su decisión y a quien se le responsabilizo, legalmente de esta tragedia. Si les puedo decir que la Dirección General Sectorial de Transporte Acuático, por medio de la Capitanía de Puerto de la Zona, obligo a todas las embarcaciones a usar los salvavidas, esta fue una medida espasmódica, pues necesario hubiese sido que la hubieron hecho cumplir antes del 15 de Agosto, como siempre las medidas se toman luego que los muertos de las tragedias son enterrados, pues nadie se acuerda de las normas sino hasta que ocurren las desgracias.
Nuestra intención es recordar lo ocurrido para que perdure en la memoria de los Venezolanos; por ello recordamos la canción del Cantor del Pueblo, Ali Primera: "SECANDOSE AL SOL, PRONTO SONARAN, SIENTO UN GRAN DOLOR EN EL COSTILLAR SE AFLOJA EL TAMBOR Y ES POR LA HUMEDAD" Grupo Madera recordaremos tu tradición cultural y a los Jóvenes Civiles y Militares que perecieron en este accidente, los recordaremos con respeto y consideración, porque quizás gracias a su muerte, es posible que otros vivan, al tomar el Estado las medidas necesarias para salvaguardar la vida de las personas inocentes que abordan embarcaciones de transporte.


Hace 204 años Simón Bolívar pronuncia el Juramento en el Monte Sacro en Italia
En Roma, con el vigor de su físico, con el fuego de sus entrañas y con las ideas más puras de la libertad y la justicia, dirigió sus pasos hasta el Monte Sacro de la Roma de entonces, sombra de lo que fue el gran Imperio.
Era una tarde, tal vez, la culminación feliz de un viaje a pie desde París a Roma, por carreteras, caminos i sendas polvorientas con equipajes modestos que, a tres viajeros soñadores despiertos
Al llegar a Roma se alojan en una pensión muy cerca de la llamada Plaza España, al lado de la tan conocida gran escalinata; se dice que en una calesa llegan hasta el Monte Sacro, repitiéndose todos la necesidad imperiosa de la libertad de América; las palabras recientes de su maestro Rodríguez, como otras escuchadas en Humboldt, Bonpland o Reghetti, están en sus oídos y en su alma. Hay un estremecimiento extraño, acaso como esos mensajes que envían los suelos subterráneos antes de hacer erupción un volcán que, a mi juicio no tiene nada de epiléptico como insinúan algunos queriendo dar más dramatismo a la escena. Posiblemente no dijo tan atildado y erudito discurso, discurriendo sobre las ruinas de uno de los grandes imperios de la historia; mas sí la fogosidad, el entusiasmo comedido y el respaldo firme de sus intenciones, cuando,
─Juro por mi honor, juro por Dios y juro por mi patria, que libertaré a la América del dominio español y no daré descanso a mi vida ni a mi brazo, hasta que no deje allá ni uno solo de esos opresores de pueblos…!
Debió elevar la frente y dirigir la mirada hacia el azul infinito, tal vez jadeante por el ímpetu de su propósito y quizá un rayo de sol del pleno verano que hacía del ambiente un día de trópico, le hicieron sudar humedeciendo su cara y hasta una humedad en los ojos debió enturbiar su mirada al mirar al maestro. Íntimamente había jurado, también, por él y por el recuerdo de sus seres amados. Metafóricamente había encendido un arcoíris que, desde aquella elevación italiana y lejana, había ido a depositar sus colores, en el suelo querido de su Caracas colonial y su suelo venezolano y americano traspasando el Atlántico.
Ruiz Díaz, pensando como en nuestros tiempos, dice …”hasta que no deje allá ninguno de esos carajos” y otros, repiten aquellas meditaciones que comienzan por decir. “¿Con que éste es el pueblo de Rómulo y de Numa, de los Gracos y de los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y de Trajano?. Aquí todas las grandezas han tenido su tipo, y todas las miserias, su cuna”
Esta relación hermosa, antes de expresar su juramento, la narra Don Simón Rodríguez en 1850 a Manuel Uribe Ángel, en Quito, como lo ocurrido en Roma en aquel día 15 de agosto de 1805. Por eso intuimos que veinte años después, el viejo maestro podría haber hermoseado con su profunda cultura, las palabras de su amado discípulo; pero de que fue cierta la escena y el juramento no hay dudas, pues el mismo Bolívar en una de sus cartas rememora el suceso. En carta desde Pativilca, escribe estas palabras: ¿Se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria?. Ciertamente no habrá Ud. olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener”.
Por eso, creo que la versión más auténtica del Juramento del Monte Sacro, es la de Simón Rodríguez, que debería tenerse en todas las escuelas del país, porque nos hace enamorar de la patria, de su epopeya libertadora y de sus héroes, especialmente de Simón Bolívar. La versión dice (dirigiéndose personalmente al maestro):
Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español Según Simón Rodríguez, había exclamado aquel juramento “húmedos los ojos, palpitante el pecho, enrojecido el rostro y con una animación casi febril”.
Hoy a 204 años del Juramento recordamos la frase de Martí: Oigo el violín, Simón, el justo nombre…¡Juraste i cumpliste!

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