A los candidatos del PSUV
Atención candidatos, el poder no es para el usufructo. El poder es para llevarle felicidad al colectivo nacional. El poder no solo se ubica a nivel del aparato burocrático del Estado; sino también, en la decisión directa del pueblo
Una reflexión dirigida a todos los candidatos del PSUV, incluyendo a quienes aspiran repetir en las gobernaciones de estado. El compromiso de ustedes, candidatos, tiene dos dimensiones: (i) obtener el triunfo y (ii) viabilizar el socialismo. No es suficiente ganar y mantener la estructura burocrática, clientelar y alienante de las instituciones vigentes que son herencia de la IV República. Se necesita triunfar y proceder a desarrollar los componentes socialistas que se encuentran en estado incipiente para avanzar en la nueva ruta de la República. Si de verdad ustedes, candidatos, quieren acoplarse a la dinámica de la historia política del SSXXI en Venezuela tienen que dominar la conceptualización teórica.
El orden ideológico exige, para la acción revolucionaria desde las instancias del mando burocrático, asumir con conciencia el empleo del poder. El poder, bajo la categorización del Proceso, no es para usufructuarlo tal como se hace bajo los parámetros de la IV República. Es decir, hacer uso del mando burocrático del Estado para favorecerse a sí mismo y su grupo.
El poder empleado por el reformista o reaccionario no apunta a satisfacer las expectativas en sus niveles más elevados de lo moral, lo material y lo espiritual del ser humano. No, el poder de la IV República descansa en las cúpulas que se adjudican la potestad del Estado para actuar con base en sus propios intereses. Esta forma de mando, en cualquiera de las instancias de elección popular, tiene que ser erradicado. En su lugar, hay que darle cabida al principio revolucionario de emplear el poder para alcanzar el bien común. En contraposición al reformismo o a la reacción, se tiene que alcanzar el triunfo el 23/11 para transferir la toma de decisiones al pueblo. Eso es viabilizar el socialismo y profundizar la conciencia revolucionaria.
Atención candidatos, el poder no es para el usufructo. El poder es para llevarle felicidad al colectivo nacional. El poder no solo se ubica a nivel del aparato burocrático del Estado; sino también, en la decisión directa del pueblo. Para que triunfemos el 23/11 hay que tomar en cuenta al pueblo organizado. El que sea electo para un cargo ya no será más el señor dueño de los destinos de la comunidad que va a dirigir. No, esa práctica desaparece.
El que sea electo se convertirá en vocero del pueblo. El vocero expresa y manifiesta lo que determina la comunidad que dirige. Su mando va a depender de los dispositivos de participación popular consagrados en la Constitución; valga decir, consejos comunales, contraloría social, asambleas populares, cabildos abiertos. Por lo tanto, el que aspira a ser electo bajo los preceptos revolucionarios no puede emular la práctica clientelar de los jerarcas del Estado de la IV República (oposición disociada hoy en día).
De tal manera que, vale tanto y hasta más el ejercicio de la comunidad organizada en la conducción de su destino, que el del actor electo para un cargo público. Si esto se asume con conciencia, la rivalidad desaparece y con humildad se tiene que aceptar la necesidad del consenso revolucionario.
Bajo estos preceptos, el poder no es del individuo electo -deformación estructural estimulante del egocentrismo y demás desviaciones perversas del poder. Ahora, el poder lo ejerce directamente el pueblo. Sean inteligentes, camaradas y seres de buena voluntad para aceptar que estamos en un proceso revolucionario (cambio estructural) y que las prácticas reformistas quedaron atrás (manutención estructural).
William E. Izarra
Atención candidatos, el poder no es para el usufructo. El poder es para llevarle felicidad al colectivo nacional. El poder no solo se ubica a nivel del aparato burocrático del Estado; sino también, en la decisión directa del pueblo
Una reflexión dirigida a todos los candidatos del PSUV, incluyendo a quienes aspiran repetir en las gobernaciones de estado. El compromiso de ustedes, candidatos, tiene dos dimensiones: (i) obtener el triunfo y (ii) viabilizar el socialismo. No es suficiente ganar y mantener la estructura burocrática, clientelar y alienante de las instituciones vigentes que son herencia de la IV República. Se necesita triunfar y proceder a desarrollar los componentes socialistas que se encuentran en estado incipiente para avanzar en la nueva ruta de la República. Si de verdad ustedes, candidatos, quieren acoplarse a la dinámica de la historia política del SSXXI en Venezuela tienen que dominar la conceptualización teórica.
El orden ideológico exige, para la acción revolucionaria desde las instancias del mando burocrático, asumir con conciencia el empleo del poder. El poder, bajo la categorización del Proceso, no es para usufructuarlo tal como se hace bajo los parámetros de la IV República. Es decir, hacer uso del mando burocrático del Estado para favorecerse a sí mismo y su grupo.
El poder empleado por el reformista o reaccionario no apunta a satisfacer las expectativas en sus niveles más elevados de lo moral, lo material y lo espiritual del ser humano. No, el poder de la IV República descansa en las cúpulas que se adjudican la potestad del Estado para actuar con base en sus propios intereses. Esta forma de mando, en cualquiera de las instancias de elección popular, tiene que ser erradicado. En su lugar, hay que darle cabida al principio revolucionario de emplear el poder para alcanzar el bien común. En contraposición al reformismo o a la reacción, se tiene que alcanzar el triunfo el 23/11 para transferir la toma de decisiones al pueblo. Eso es viabilizar el socialismo y profundizar la conciencia revolucionaria.
Atención candidatos, el poder no es para el usufructo. El poder es para llevarle felicidad al colectivo nacional. El poder no solo se ubica a nivel del aparato burocrático del Estado; sino también, en la decisión directa del pueblo. Para que triunfemos el 23/11 hay que tomar en cuenta al pueblo organizado. El que sea electo para un cargo ya no será más el señor dueño de los destinos de la comunidad que va a dirigir. No, esa práctica desaparece.
El que sea electo se convertirá en vocero del pueblo. El vocero expresa y manifiesta lo que determina la comunidad que dirige. Su mando va a depender de los dispositivos de participación popular consagrados en la Constitución; valga decir, consejos comunales, contraloría social, asambleas populares, cabildos abiertos. Por lo tanto, el que aspira a ser electo bajo los preceptos revolucionarios no puede emular la práctica clientelar de los jerarcas del Estado de la IV República (oposición disociada hoy en día).
De tal manera que, vale tanto y hasta más el ejercicio de la comunidad organizada en la conducción de su destino, que el del actor electo para un cargo público. Si esto se asume con conciencia, la rivalidad desaparece y con humildad se tiene que aceptar la necesidad del consenso revolucionario.
Bajo estos preceptos, el poder no es del individuo electo -deformación estructural estimulante del egocentrismo y demás desviaciones perversas del poder. Ahora, el poder lo ejerce directamente el pueblo. Sean inteligentes, camaradas y seres de buena voluntad para aceptar que estamos en un proceso revolucionario (cambio estructural) y que las prácticas reformistas quedaron atrás (manutención estructural).
William E. Izarra
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