La caja negra
José Vicente Rangel
jvrangelv@yahoo.es
A unos les gustó lo que escribí el pasado lunes en esta columna. A otros no. Lo cual es lógico. Pero como no escribo para complacer sino para analizar la situación del país, tanto la política interna como la exterior, no me inhibo a la hora de decir lo que pienso. Lo que comenté en la nota titulada El acertijo electoral sobre el 23 de noviembre, se fundamenta en observaciones que recojo a diario y en mis personales apreciaciones.
Esta elección de gobernadores y alcaldes es compleja -perogrullo, pero hay que enfatizarlo. Un importante sector del país no se siente motivado -podría motivarse más adelante, según las propuestas de los candidatos y el comportamiento de éstos.
José Vicente Rangel
jvrangelv@yahoo.es
A unos les gustó lo que escribí el pasado lunes en esta columna. A otros no. Lo cual es lógico. Pero como no escribo para complacer sino para analizar la situación del país, tanto la política interna como la exterior, no me inhibo a la hora de decir lo que pienso. Lo que comenté en la nota titulada El acertijo electoral sobre el 23 de noviembre, se fundamenta en observaciones que recojo a diario y en mis personales apreciaciones.
Esta elección de gobernadores y alcaldes es compleja -perogrullo, pero hay que enfatizarlo. Un importante sector del país no se siente motivado -podría motivarse más adelante, según las propuestas de los candidatos y el comportamiento de éstos.
A este sector no le dan nota los partidos que en la actualidad pugnan por el voto, y aun cuando el chavismo aparezca como fuerza mayoritaria y la oposición no logre estructurarse como alternativa, un porcentaje determinante del electorado no se pronuncia; rechaza las ofertas que se le hacen y se debate en la incertidumbre.
Aproximadamente 48% de los consultados en las encuestas no tiene claro lo que hará en el momento de votar, e incluso, si concurrirá a las urnas. ¿Se debe subestimar este dato? ¿Acaso es producto de manipulaciones? Tengo la impresión de que hacerlo constituye un craso error, y que atribuirlo a manipulaciones es consecuencia del triunfalismo que suele invadir a quienes compiten en las justas comiciales.
El 23N tiene características de emblema, y de ahí su importancia. Si de nuevo se impone el chavismo se acabaría la especulación que surgió sobre la derrota del 2D y su presunto agotamiento, y el movimiento podría avanzar con renovado ímpetu hacia la profundización del proyecto socialista.
El 23N tiene características de emblema, y de ahí su importancia. Si de nuevo se impone el chavismo se acabaría la especulación que surgió sobre la derrota del 2D y su presunto agotamiento, y el movimiento podría avanzar con renovado ímpetu hacia la profundización del proyecto socialista.
Si la oposición obtiene una votación apreciable se abrirían para ella dos caminos: a) operar democráticamente desde las posiciones que conquiste, es decir, asumir el proceso boliviariano racionalmente, o b) atrincherarse en los espacios que logre para utilizarlos como bastiones subversivos. Por eso que el resultado electoral del 23 de noviembre es, a mi modo de ver, una especie de caja negra. El chavismo está consciente de que cuenta con amplio apoyo popular, y de que en este episodio se juega el destino del proceso. La oposición, a su vez, trabaja con la ilusión de que el chavismo es un fenómeno decadente y que está en capacidad de repetir el 2D.
Ambas posiciones están impregnadas de subjetivismo. De voluntarismo. Y lo que es aún más grave: parecieran no evaluar lo que hará -o dejará de hacer- ese porcentaje de venezolanos, casi 50%, que por ahora se muestra renuente a aceptar las opciones que existen y donde está la clave del triunfo.
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