Un Grano de Maíz
NECESIDADES Y ELECCIONES
El capitalismo crea necesidades aberrantes, esa es la base de su economía, de esa manera intenta mantener el consumo siempre en ascenso. El consumo es la medida de su salud: si éste baja las alarmas se encienden, si la producción de mercancías disminuye el pánico cunde. Así transcurre la vida de la sociedad capitalista.
Podemos decir que la sociedad se ha enfermado de consumismo, padece la peste capitalista, que además de fragmentar a la sociedad, la ha convertido en un gran mercado, y a los individuos en insaciables máquinas que sólo existen si consumen, o mejor, si de alguna manera adquieren mercancías. El TENER es la medida de la existencia. Así, por ejemplo, el no poseer celular es inaudito, la carencia de lo material suprime, condena al humano al mundo de los nogente.
En este mundo de las cosas, el espíritu está arrinconado en el desván de los desechos, las cosas materiales gobiernan, por obtenerlas se sacrifica todo, todo gira en el mercado, todo tiene su precio, el mercado eleva nulidades y aplasta talentos, puede hacer de la infamia una virtud, y de la virtud una deshonra.
Ese afán de TENER por sobre cualquier otra consideración hace a los pueblos débiles, presas de las manipulaciones burguesas, y son las elecciones un evento donde se evidencia la perversidad del mundo de las mercancías, la manipulación de las masas. Veamos.
En las elecciones se mide la capacidad de un gobierno por satisfacer las necesidades de una población, las necesidades naturales, y también, más importante, las necesidades artificiales, las que caracterizan la patología capitalista. Si un gobierno racionaliza el gasto, si planifica la producción, controla las importaciones, entonces corre el riesgo de perder las elecciones burguesas. Para triunfar en estas elecciones debe entrar en la subasta del mercado.
Veamos un ejemplo de lo que se podría hacer y no se hace por la diabólica lógica electoral: Si se reduce sólo a la mitad la importación de perfumes, la sociedad ahorraría suficiente para construir ciento cincuenta teatros para la cultura.
Y a pesar de que es insostenible este régimen de vida de la sociedad, de ser una verdadera locura que nos conduce al desastre, se mantiene por la lógica capitalista.
Si consideramos a la sociedad como un todo, revisamos la importación de mercancías que satisfacen necesidades artificiales, si pensamos en el despilfarro de gasolina, el consumo excesivo de electricidad, tenemos que llegar a la conclusión que una de las tareas más importante de una Revolución Socialista es modificar las necesidades artificiales que el capitalismo nos impone. Sin este cambio de visión vital no es posible el Socialismo.
La Revolución debe elevar el nivel de comprensión, hacernos entender la importancia de modificar los patrones de consumo para la sobrevivencia de la especie. Simultáneamente, debe modificar la manera de consulta de la voluntad popular, acabar con el mercado electoral, hacer elecciones donde todos, electores y elegidos, seamos responsables del destino de la sociedad, y no actores egoístas.
¡Chávez es Socialismo!
NECESIDADES Y ELECCIONES
El capitalismo crea necesidades aberrantes, esa es la base de su economía, de esa manera intenta mantener el consumo siempre en ascenso. El consumo es la medida de su salud: si éste baja las alarmas se encienden, si la producción de mercancías disminuye el pánico cunde. Así transcurre la vida de la sociedad capitalista.
Podemos decir que la sociedad se ha enfermado de consumismo, padece la peste capitalista, que además de fragmentar a la sociedad, la ha convertido en un gran mercado, y a los individuos en insaciables máquinas que sólo existen si consumen, o mejor, si de alguna manera adquieren mercancías. El TENER es la medida de la existencia. Así, por ejemplo, el no poseer celular es inaudito, la carencia de lo material suprime, condena al humano al mundo de los nogente.
En este mundo de las cosas, el espíritu está arrinconado en el desván de los desechos, las cosas materiales gobiernan, por obtenerlas se sacrifica todo, todo gira en el mercado, todo tiene su precio, el mercado eleva nulidades y aplasta talentos, puede hacer de la infamia una virtud, y de la virtud una deshonra.
Ese afán de TENER por sobre cualquier otra consideración hace a los pueblos débiles, presas de las manipulaciones burguesas, y son las elecciones un evento donde se evidencia la perversidad del mundo de las mercancías, la manipulación de las masas. Veamos.
En las elecciones se mide la capacidad de un gobierno por satisfacer las necesidades de una población, las necesidades naturales, y también, más importante, las necesidades artificiales, las que caracterizan la patología capitalista. Si un gobierno racionaliza el gasto, si planifica la producción, controla las importaciones, entonces corre el riesgo de perder las elecciones burguesas. Para triunfar en estas elecciones debe entrar en la subasta del mercado.
Veamos un ejemplo de lo que se podría hacer y no se hace por la diabólica lógica electoral: Si se reduce sólo a la mitad la importación de perfumes, la sociedad ahorraría suficiente para construir ciento cincuenta teatros para la cultura.
Y a pesar de que es insostenible este régimen de vida de la sociedad, de ser una verdadera locura que nos conduce al desastre, se mantiene por la lógica capitalista.
Si consideramos a la sociedad como un todo, revisamos la importación de mercancías que satisfacen necesidades artificiales, si pensamos en el despilfarro de gasolina, el consumo excesivo de electricidad, tenemos que llegar a la conclusión que una de las tareas más importante de una Revolución Socialista es modificar las necesidades artificiales que el capitalismo nos impone. Sin este cambio de visión vital no es posible el Socialismo.
La Revolución debe elevar el nivel de comprensión, hacernos entender la importancia de modificar los patrones de consumo para la sobrevivencia de la especie. Simultáneamente, debe modificar la manera de consulta de la voluntad popular, acabar con el mercado electoral, hacer elecciones donde todos, electores y elegidos, seamos responsables del destino de la sociedad, y no actores egoístas.
¡Chávez es Socialismo!
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