El presidente Hugo Chávez ha proclamado en varias oportunidades que el proceso bolivariano es una revolución pacífica, pero armada.
Y al efecto, los sectores patriotas de nuestra Fuerza Armada Bolivariana son una garantía del respeto a la voluntad popular. Hoy, en Venezuela, es muy difícil que se produzca un hecho similar al del 11 de abril de 2002.
Sin embargo, hay que estar en permanente alerta si tomamos en cuenta los manejos clandestinos que tienen su origen en Miami y en la Embajada estadounidense en esta ciudad. No hay que olvidar que el presidente Chávez ha sido catalogado por el Departamento de Estado como el principal enemigo de los Estados Unidos, por lo cual hay que derrocarlo a como dé lugar.
Además, debemos tomar muy en cuenta el hecho de que una cantidad no despreciable de oficiales de las fuerzas armadas de diversos países latinoamericanos, principalmente Colombia, Chile, Argentina y Paraguay, siguieron cursos en la Escuela de las Américas, cuya misión principal es preparar militares y policías que estén al servicio del imperio. Las dictaduras militares en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil fueron dirigidas por esos oficiales, que asesinaron y desaparecieron a miles de patriotas de esos países.
Lo ocurrido en Ecuador, lo sucedido en Honduras, demuestra que el peligro de imprimirle un giro de derecha a la actual correlación de fuerzas en América Latina, está presente. El propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, advirtió en declaraciones públicas que América Latina debe estar alerta "ante posibles nuevas desestabilizaciones", y llamó a hacer un esfuerzo en todos los países para profundizar "el diálogo y la amistad cívica".
En verdad no entendemos eso de la amistad cívica y el diálogo para oponerse a golpes armados dirigidos a derrocar los gobiernos de la región. No creemos que esa deba ser la respuesta de pueblos desarmados frente al poder de fuego de los golpistas al servicio del imperio.
La respuesta tiene que ser armada, no hay otra alternativa.
Sin embargo, hay que estar en permanente alerta si tomamos en cuenta los manejos clandestinos que tienen su origen en Miami y en la Embajada estadounidense en esta ciudad. No hay que olvidar que el presidente Chávez ha sido catalogado por el Departamento de Estado como el principal enemigo de los Estados Unidos, por lo cual hay que derrocarlo a como dé lugar.
Además, debemos tomar muy en cuenta el hecho de que una cantidad no despreciable de oficiales de las fuerzas armadas de diversos países latinoamericanos, principalmente Colombia, Chile, Argentina y Paraguay, siguieron cursos en la Escuela de las Américas, cuya misión principal es preparar militares y policías que estén al servicio del imperio. Las dictaduras militares en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil fueron dirigidas por esos oficiales, que asesinaron y desaparecieron a miles de patriotas de esos países.
Lo ocurrido en Ecuador, lo sucedido en Honduras, demuestra que el peligro de imprimirle un giro de derecha a la actual correlación de fuerzas en América Latina, está presente. El propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, advirtió en declaraciones públicas que América Latina debe estar alerta "ante posibles nuevas desestabilizaciones", y llamó a hacer un esfuerzo en todos los países para profundizar "el diálogo y la amistad cívica".
En verdad no entendemos eso de la amistad cívica y el diálogo para oponerse a golpes armados dirigidos a derrocar los gobiernos de la región. No creemos que esa deba ser la respuesta de pueblos desarmados frente al poder de fuego de los golpistas al servicio del imperio.
La respuesta tiene que ser armada, no hay otra alternativa.
Las milicias populares, la oficialidad patriota, los trabajadores y campesinos armados son el seguro de vida de los regímenes revolucionarios. La creación de milicias armadas es la respuesta adecuada a los intentos por liquidar gobiernos surgidos del pueblo, antiimperialistas y revolucionarios. Incluso, es necesario estudiar la creación de una especie de OTAN latinoamericana, organizada y dirigida por UNASUR, como soporte fundamental del "diálogo y la amistad cívica" que propone el Secretario General de la OEA
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