Chávez ya está en Venezuela y lo que trajo en su maleta desde África, Asia y Europa es un cúmulo de acuerdos y convenios que ponen a Venezuela como un socio estratégico para los países de la región.
Esta gira no sólo sirvió para afianzar los lazos comerciales que nos unen a esas naciones, algunas de las cuales el imperialismo insiste, en su afán de creerse aún dueño del mundo, aunque esté dando manotazos de ahogado, en calificar como eje del mal, sino que este periplo también ayudó a situar a Venezuela como un aliado seguro, confiable, digno, que no tendrá miedo ni aceptará chantajes de “imperio alguno”, como dijo Chávez, para defender a cualquiera de esos países hermanos.
Chávez encarna la bravura y la valentía del pueblo venezolano, y con ese agregado, también él se ubica como un líder de una nueva corriente de acción en el mundo, la corriente de la soberanía y la independencia, la corriente de la dignidad de los países que aún sufren los embates de un imperio que ya está próximo a morir, ofreciendo la amistad de Venezuela en una relación de iguales, ante potencias como Rusia y ante pequeños países, pero no por eso menos importantes, como Siria o Ucrania.
Los acuerdos indudablemente traerán beneficios en el mediano y largo plazo a nuestro pueblo venezolano, aunque la canalla mediática y cipayo, siguiendo instrucciones del norte, denigre, se mofe y mienta sobre ello.
Los acuerdos estratégicos para la obtención de energía nuclear con fines pacíficos, la inversión en refinerías y yacimientos en el exterior, la creación de empresas mixtas de transporte marítimo, y sobre todo, la construcción de viviendas que ayuden a paliar la crisis en este tema en Venezuela, ponen de manifiesto que será el pueblo venezolano el más beneficiado, y que Chávez, ni fue a pasear ni fue a jugar, como dicen las viudas de la Cuarta República; fue a hacer patria, una palabra que la oligarquía venezolana se la ha pasado por cierta parte de la anatomía humana
Esta gira no sólo sirvió para afianzar los lazos comerciales que nos unen a esas naciones, algunas de las cuales el imperialismo insiste, en su afán de creerse aún dueño del mundo, aunque esté dando manotazos de ahogado, en calificar como eje del mal, sino que este periplo también ayudó a situar a Venezuela como un aliado seguro, confiable, digno, que no tendrá miedo ni aceptará chantajes de “imperio alguno”, como dijo Chávez, para defender a cualquiera de esos países hermanos.
Chávez encarna la bravura y la valentía del pueblo venezolano, y con ese agregado, también él se ubica como un líder de una nueva corriente de acción en el mundo, la corriente de la soberanía y la independencia, la corriente de la dignidad de los países que aún sufren los embates de un imperio que ya está próximo a morir, ofreciendo la amistad de Venezuela en una relación de iguales, ante potencias como Rusia y ante pequeños países, pero no por eso menos importantes, como Siria o Ucrania.
Los acuerdos indudablemente traerán beneficios en el mediano y largo plazo a nuestro pueblo venezolano, aunque la canalla mediática y cipayo, siguiendo instrucciones del norte, denigre, se mofe y mienta sobre ello.
Los acuerdos estratégicos para la obtención de energía nuclear con fines pacíficos, la inversión en refinerías y yacimientos en el exterior, la creación de empresas mixtas de transporte marítimo, y sobre todo, la construcción de viviendas que ayuden a paliar la crisis en este tema en Venezuela, ponen de manifiesto que será el pueblo venezolano el más beneficiado, y que Chávez, ni fue a pasear ni fue a jugar, como dicen las viudas de la Cuarta República; fue a hacer patria, una palabra que la oligarquía venezolana se la ha pasado por cierta parte de la anatomía humana
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