Un pecado de la Revolución
Basem Tajeldine
Releyendo al “Che”, haciendo aquello que el camarada Manuel Valladares refiere como “la vacuna necesaria que todo revolucionario debe darse de manera periódica (el estudio) para evitar caer en los brazos demoledores de la inercia provocada por el aún existente aparataje estatal burgués, el burocratismo”; para fortalecernos contra los desalientos provocados por los oportunistas y el sectarismo, por esa pequeña burguesía que anida en puestos claves del andamiaje estatal, y que niega a la Revolución. En fin, vacunándonos con los escritos y discursos del comandante Ernesto Che Guevara, hurgando entre ellos, descubrimos uno que nos llamó la atención. Veamos.
Fue un discurso del Che cuyo título es el mismo que tomamos prestado para nuestro artículo. En él, el Che se refería a la situación de malestar, desmán y desvíos generados por el “Segundo Frente de Escambray” (frente guerrillero aupado por oportunistas) luego de la toma del poder por los barbudos, y que mucho daño hizo a la Revolución Cubana en sus inicios. Su discurso iniciaba así: “Las revoluciones, transformaciones sociales radicales y aceleradas, hechas de las circunstancias (…) hechas de las pasiones, de la improvisación del hombre en su lucha por las reivindicaciones sociales, no son nunca perfectas. La nuestra tampoco lo fue. Cometió errores y algunos de esos errores se pagan caros. Es muy cierto el lenguaje popular cuando expresa “La cabra tira al monte”.
La conducta asumida por estos grupos durante la guerra revolucionaria le había permitido al Che advertir en ellos un enemigo en potencia. Continúa el Che diciendo: “En aquellos días era difícil controlar las cosas y cuando caímos en cuenta el Segundo Frente, detrás de Camilo Cienfuegos, había entrado “heroicamente” en La Habana (…) Ya los conocíamos (…) ellos tomaron las posiciones estratégicas más importantes para su mentalidad (…) cuando llegó la hora de los grados, un buen número de comandantes aspiraban a toda una serie de cargos en el aparato estatal. No eran cargos extremadamente remunerados; todos tenían una característica: eran puestos donde se robaba en la administración pre revolucionaria (…) Ésa era una parte del Ejército Rebelde con la que debíamos convivir (…) Desde los primeros días se plantearon divergencias (…) pero siempre nuestra aparente cordura revolucionaria primaba y cedíamos en bien de la unidad (…) No permitíamos robar ni dábamos puestos claves a quienes sabíamos aspirantes a traidores; pero no los eliminábamos (…) todo en beneficio de una unidad que no estaba totalmente comprendida. Ése fue un pecado de la Revolución (...) Despreciados por todos los revolucionarios puros; pero admitidos, aunque a regañadientes, eran un insulto a nuestra conciencia revolucionaria. Constantemente con su presencia, nos mostraba nuestro pecado frente al traidor en potencia o de hecho, frente al débil de espíritu, al cobarde, al ladrón”. El Che, culminaba su discurso con la siguiente reflexión: “La conducta revolucionaria es espejo de la fe revolucionaria y cuando alguien que se dice revolucionario no se conduce como tal, no puede ser más que un desfachatado”.
Que la vigencia de estas reflexiones nos convoque a realizar las nuestras.
Basem Tajeldine
Releyendo al “Che”, haciendo aquello que el camarada Manuel Valladares refiere como “la vacuna necesaria que todo revolucionario debe darse de manera periódica (el estudio) para evitar caer en los brazos demoledores de la inercia provocada por el aún existente aparataje estatal burgués, el burocratismo”; para fortalecernos contra los desalientos provocados por los oportunistas y el sectarismo, por esa pequeña burguesía que anida en puestos claves del andamiaje estatal, y que niega a la Revolución. En fin, vacunándonos con los escritos y discursos del comandante Ernesto Che Guevara, hurgando entre ellos, descubrimos uno que nos llamó la atención. Veamos.
Fue un discurso del Che cuyo título es el mismo que tomamos prestado para nuestro artículo. En él, el Che se refería a la situación de malestar, desmán y desvíos generados por el “Segundo Frente de Escambray” (frente guerrillero aupado por oportunistas) luego de la toma del poder por los barbudos, y que mucho daño hizo a la Revolución Cubana en sus inicios. Su discurso iniciaba así: “Las revoluciones, transformaciones sociales radicales y aceleradas, hechas de las circunstancias (…) hechas de las pasiones, de la improvisación del hombre en su lucha por las reivindicaciones sociales, no son nunca perfectas. La nuestra tampoco lo fue. Cometió errores y algunos de esos errores se pagan caros. Es muy cierto el lenguaje popular cuando expresa “La cabra tira al monte”.
La conducta asumida por estos grupos durante la guerra revolucionaria le había permitido al Che advertir en ellos un enemigo en potencia. Continúa el Che diciendo: “En aquellos días era difícil controlar las cosas y cuando caímos en cuenta el Segundo Frente, detrás de Camilo Cienfuegos, había entrado “heroicamente” en La Habana (…) Ya los conocíamos (…) ellos tomaron las posiciones estratégicas más importantes para su mentalidad (…) cuando llegó la hora de los grados, un buen número de comandantes aspiraban a toda una serie de cargos en el aparato estatal. No eran cargos extremadamente remunerados; todos tenían una característica: eran puestos donde se robaba en la administración pre revolucionaria (…) Ésa era una parte del Ejército Rebelde con la que debíamos convivir (…) Desde los primeros días se plantearon divergencias (…) pero siempre nuestra aparente cordura revolucionaria primaba y cedíamos en bien de la unidad (…) No permitíamos robar ni dábamos puestos claves a quienes sabíamos aspirantes a traidores; pero no los eliminábamos (…) todo en beneficio de una unidad que no estaba totalmente comprendida. Ése fue un pecado de la Revolución (...) Despreciados por todos los revolucionarios puros; pero admitidos, aunque a regañadientes, eran un insulto a nuestra conciencia revolucionaria. Constantemente con su presencia, nos mostraba nuestro pecado frente al traidor en potencia o de hecho, frente al débil de espíritu, al cobarde, al ladrón”. El Che, culminaba su discurso con la siguiente reflexión: “La conducta revolucionaria es espejo de la fe revolucionaria y cuando alguien que se dice revolucionario no se conduce como tal, no puede ser más que un desfachatado”.
Que la vigencia de estas reflexiones nos convoque a realizar las nuestras.
El HCM: Destrucción de capital social
Leopoldo Alberto Cook y Antonorsi
En Venezuela, los revolucionarios no hemos aún asumido con coraje ético el camino hacia el socialismo. Los trabajadores de PDVSA, CANTV, CORPOELEC, de las diversas empresas del Estado y ministerios, seguimos operando bajo el principio de la salud privada.
Nuestros sindicatos incluyen como cláusula de honor el “HCM”, póliza de seguro de hospitalización, cirugía y maternidad, con aseguradoras privadas, para acceder a los servicios de salud de las clínicas privadas
Ahora son los trabajadores universitarios, ¡y UNETE se los celebra y apoya!
¿Decimos querer construir el socialismo? Y el sistema de salud público que estamos construyendo, ¿para quién es? ¿Para los demás? ¿Qué socialista es ése que se separa del resto del pueblo?
Nuestros dirigentes sindicales carecen de inventiva. No son líderes, les da miedo conducir, por miedo al rechazo. Siguen los trillados rieles del capitalismo. Tiemblan ante la crítica que vislumbran de sus seguidores de que el sistema de salud no funciona.
El Che Guevara lo dijo claramente: si intentamos construir el socialismo utilizando las armas melladas del capitalismo, podremos terminar irremediablemente en un callejón sin salida.
¿No se les ocurre a los dirigentes sindicales una fórmula de transición? ¿No se les ha pasado por la mente calcular lo que podrían hacer por sus “representados” con los cuantiosos recursos de las HCM? ¿No podríamos dedicar esos recursos directamente a construir nuevos CDIs y clínicas dedicadas a los trabajadores de esas empresas, como mecanismo de transición? ¿No se les ocurre hacer convenios con hospitales públicos, dotándoles de equipos y personal, para la atención de sus afiliados? ¿No han pensado una estrategia para ir transitando hacia esa dirección?
La lucha por el HCM no sólo no va en la dirección social, sino que destruye conciencia revolucionaria. Es una salida egoísta, que va en la dirección contraria al socialismo.
Leopoldo Alberto Cook y Antonorsi
En Venezuela, los revolucionarios no hemos aún asumido con coraje ético el camino hacia el socialismo. Los trabajadores de PDVSA, CANTV, CORPOELEC, de las diversas empresas del Estado y ministerios, seguimos operando bajo el principio de la salud privada.
Nuestros sindicatos incluyen como cláusula de honor el “HCM”, póliza de seguro de hospitalización, cirugía y maternidad, con aseguradoras privadas, para acceder a los servicios de salud de las clínicas privadas
Ahora son los trabajadores universitarios, ¡y UNETE se los celebra y apoya!
¿Decimos querer construir el socialismo? Y el sistema de salud público que estamos construyendo, ¿para quién es? ¿Para los demás? ¿Qué socialista es ése que se separa del resto del pueblo?
Nuestros dirigentes sindicales carecen de inventiva. No son líderes, les da miedo conducir, por miedo al rechazo. Siguen los trillados rieles del capitalismo. Tiemblan ante la crítica que vislumbran de sus seguidores de que el sistema de salud no funciona.
El Che Guevara lo dijo claramente: si intentamos construir el socialismo utilizando las armas melladas del capitalismo, podremos terminar irremediablemente en un callejón sin salida.
¿No se les ocurre a los dirigentes sindicales una fórmula de transición? ¿No se les ha pasado por la mente calcular lo que podrían hacer por sus “representados” con los cuantiosos recursos de las HCM? ¿No podríamos dedicar esos recursos directamente a construir nuevos CDIs y clínicas dedicadas a los trabajadores de esas empresas, como mecanismo de transición? ¿No se les ocurre hacer convenios con hospitales públicos, dotándoles de equipos y personal, para la atención de sus afiliados? ¿No han pensado una estrategia para ir transitando hacia esa dirección?
La lucha por el HCM no sólo no va en la dirección social, sino que destruye conciencia revolucionaria. Es una salida egoísta, que va en la dirección contraria al socialismo.
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