No es por ignorancia que la oposición combate con tanto furor los decretos-leyes promulgados por el Presidente Chávez en uso de las facultades otorgadas por la Ley Habilitante.
Al contrario, es porque está plenamente convencida que cada uno de esos decretos-leyes representa un paso adelante y firme para dar más poder al pueblo, a través de los consejos comunales y fortalece al Estado como ente conductor y orientador del proceso de transformación de la sociedad venezolana.
Las normas para favorecer a los pequeños y medianos productores, agilizar y asegurar crédito a los agricultores e industriales, garantizar el acceso a la vivienda a los trabajadores y la clase media; fortalecer a la Fuerza Armada y mejorar la situación de sus integrantes; dar mayor responsabilidad al Estado en los campos de la educación, salud, vivienda, etc., no son contrarios a la letra y espíritu de la Constitución de 1999, sino más bien se apoyan en ella y la desarrolla conforme a su mandato.
La verdad verdadera del furor de la oposición es que el pueblo venezolano ha adquirido más poder, se robusteció su protagonismo y participación, que la Fuerza Armada adquiere más consistencia y potencia y se adelanta el nuevo carácter del Estado en función de la refundación de la República y de la perspectiva socialista en el marco de las características venezolanas.
No es ignorancia, sino la misma y permanente campaña de mentiras y adulteraciones.
La oposición continúa en su rol de exacerbar los arraigados prejuicios de la pequeña burguesía del Este, enriquecida por el despilfarro y la corrupción clientelar de los viejos partidos cuando fueron gobierno; de envenenar a los niños y niñas ricos de las universidades elitescas; de explotar los miedos creados por la subordinación a los intereses norteamericanos; de defender los privilegios de las minorías que se beneficiaban de la partidocracia y los abusos del poder.
Sin embargo, cada día la ignorancia, los miedos y la dependencia pierden más espacio; cada día Venezuela es más libre para pensar y decidir su destino.
Al contrario, es porque está plenamente convencida que cada uno de esos decretos-leyes representa un paso adelante y firme para dar más poder al pueblo, a través de los consejos comunales y fortalece al Estado como ente conductor y orientador del proceso de transformación de la sociedad venezolana.
Las normas para favorecer a los pequeños y medianos productores, agilizar y asegurar crédito a los agricultores e industriales, garantizar el acceso a la vivienda a los trabajadores y la clase media; fortalecer a la Fuerza Armada y mejorar la situación de sus integrantes; dar mayor responsabilidad al Estado en los campos de la educación, salud, vivienda, etc., no son contrarios a la letra y espíritu de la Constitución de 1999, sino más bien se apoyan en ella y la desarrolla conforme a su mandato.
La verdad verdadera del furor de la oposición es que el pueblo venezolano ha adquirido más poder, se robusteció su protagonismo y participación, que la Fuerza Armada adquiere más consistencia y potencia y se adelanta el nuevo carácter del Estado en función de la refundación de la República y de la perspectiva socialista en el marco de las características venezolanas.
No es ignorancia, sino la misma y permanente campaña de mentiras y adulteraciones.
La oposición continúa en su rol de exacerbar los arraigados prejuicios de la pequeña burguesía del Este, enriquecida por el despilfarro y la corrupción clientelar de los viejos partidos cuando fueron gobierno; de envenenar a los niños y niñas ricos de las universidades elitescas; de explotar los miedos creados por la subordinación a los intereses norteamericanos; de defender los privilegios de las minorías que se beneficiaban de la partidocracia y los abusos del poder.
Sin embargo, cada día la ignorancia, los miedos y la dependencia pierden más espacio; cada día Venezuela es más libre para pensar y decidir su destino.
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