A Ildemaro, un buen padre
Gracias por darnos un pueblo de orillas amables, con calles iluminadas de amor para correr y soñar sin miedo. Gracias por las raíces recias y diáfanas como amaneceres asoleados. A ellas ha de asirse toda nuestra existencia procreada. Gracias por traer a nuestra casa el alimento que podemos compartir. Por esta casa que es refugio de todas las ensoñaciones
Gracias por hermanarnos en la sangre y en la mirada limpia. Que el vientre infinito del génesis alfa y omega nos hizo vida. Gracias por los modestos campos secos que en la niñez sembramos de ilusiones, donde, entre generosos estercoleros de rumiantes y zumbidos de coleópteros, aprendimos las dulces canciones del viento entre las ramas del cují.
Gracias te damos por salvarnos del encierro petrolero. Por dejarnos caminar felices al colegio. Por llenarnos el bulto de cuadernos y lápices para bordar futuros.
Gracias por la generosa lección proletaria de todos los días. Por la sencillez campesina que tu origen nos regaló para siempre. Por la natural entrega solidaria de tu andar sereno
Mucho agradecimiento despierta tu largo viaje. Parece que la tristeza se desvaneciera ante el recuerdo de una sonrisa tuya.
Queremos tatuarnos tu abrazo para que nos florezca en las angustias. Aquietarnos en el rincón hogareño donde tu sombra nos protege.
Te damos gracias ahora que solo tu alma nos escucha. Ahora que las puertas de la eterna soledad se abren sobre nosotros. Ahora que las arenas del tiempo nos recuerdan lo leve de nuestro aliento.
Gracias padre amigo y compañero de erguidas espigas crepusculares.
Gracias patriota del fértil sudor heroico que nunca tendrá plazas.
Hemos perdido tu maderaje fundamental, pero el huerto quedó regado por las linfas que llueven desde tu corazón eterno.
Que siempre fuiste amado nunca temido, siempre respetado, nunca ignorado.
La altiva juventud nos empujó a retar las formales costumbres feudales, pero con tu palabra breve nos comprendías y se abrían las esperanzas.
Fuiste camarada, cuando nada advertía tu sublime mutación a la nutriente luminosidad de la conciencia. Pues preferiste el silencio creativo a la falsedad de las poses.
Como ordeñador que le saca rocíos al verano, como electricista que atraviesa oscuridades a riesgo de quemarse, como humilde amasador de arcillas anónimas, tu nombre no coronará monumentos, ni bautizará condecoraciones; para eso sobran oportunistas y conversos. A los sacrificados músculos del pueblo no se les cantan loas. Pero todo canto viene de sus jadeos.
Agradecerte, agradecerte es sólo un torpe pretexto para decirte cuanto te quiero, y cuanta falta nos harás a tus cachorros.
Yldefonso Finol
Gracias por darnos un pueblo de orillas amables, con calles iluminadas de amor para correr y soñar sin miedo. Gracias por las raíces recias y diáfanas como amaneceres asoleados. A ellas ha de asirse toda nuestra existencia procreada. Gracias por traer a nuestra casa el alimento que podemos compartir. Por esta casa que es refugio de todas las ensoñaciones
Gracias por hermanarnos en la sangre y en la mirada limpia. Que el vientre infinito del génesis alfa y omega nos hizo vida. Gracias por los modestos campos secos que en la niñez sembramos de ilusiones, donde, entre generosos estercoleros de rumiantes y zumbidos de coleópteros, aprendimos las dulces canciones del viento entre las ramas del cují.
Gracias te damos por salvarnos del encierro petrolero. Por dejarnos caminar felices al colegio. Por llenarnos el bulto de cuadernos y lápices para bordar futuros.
Gracias por la generosa lección proletaria de todos los días. Por la sencillez campesina que tu origen nos regaló para siempre. Por la natural entrega solidaria de tu andar sereno
Mucho agradecimiento despierta tu largo viaje. Parece que la tristeza se desvaneciera ante el recuerdo de una sonrisa tuya.
Queremos tatuarnos tu abrazo para que nos florezca en las angustias. Aquietarnos en el rincón hogareño donde tu sombra nos protege.
Te damos gracias ahora que solo tu alma nos escucha. Ahora que las puertas de la eterna soledad se abren sobre nosotros. Ahora que las arenas del tiempo nos recuerdan lo leve de nuestro aliento.
Gracias padre amigo y compañero de erguidas espigas crepusculares.
Gracias patriota del fértil sudor heroico que nunca tendrá plazas.
Hemos perdido tu maderaje fundamental, pero el huerto quedó regado por las linfas que llueven desde tu corazón eterno.
Que siempre fuiste amado nunca temido, siempre respetado, nunca ignorado.
La altiva juventud nos empujó a retar las formales costumbres feudales, pero con tu palabra breve nos comprendías y se abrían las esperanzas.
Fuiste camarada, cuando nada advertía tu sublime mutación a la nutriente luminosidad de la conciencia. Pues preferiste el silencio creativo a la falsedad de las poses.
Como ordeñador que le saca rocíos al verano, como electricista que atraviesa oscuridades a riesgo de quemarse, como humilde amasador de arcillas anónimas, tu nombre no coronará monumentos, ni bautizará condecoraciones; para eso sobran oportunistas y conversos. A los sacrificados músculos del pueblo no se les cantan loas. Pero todo canto viene de sus jadeos.
Agradecerte, agradecerte es sólo un torpe pretexto para decirte cuanto te quiero, y cuanta falta nos harás a tus cachorros.
Yldefonso Finol
Presidente de la Comisión Nacional de Refugiados
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador. Guayaquil 5 de agosto de 1829.
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador. Guayaquil 5 de agosto de 1829.
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