La poeta Lydda Franco Farías, especie de Venus de Willendorf de la Sierra Coriana ataviada en wayúu y siempre echando poemas en el humo que la circunda, se inventó para sí, un amor amante enamorado, de esos que sólo se encuentran en la verde selva y en los azules besos del sueño compartido.
Para ella era su José, para el combate podía ser Emilio, para los amigos era ungüento de los valores humanos, Zabala, un imprescindible.
Conocimos a Zabala hace tres décadas y fue como entrar en una nueva familia. Cuando hicimos aquel homenaje internacional a la poeta Lydda en el auditorio de la Facultad de Ingeniería, junto a queridos poetas de todo el país e invitados especiales de Cuba, Zabala brillaba como un rubí ante cada elogio, cada expresión de reconocimiento a su compañera de vida. Y Lydda, sólo lo veía a él, porque ambos inventaron un mundo de tanto amor, que apenas uno entraba en su atmósfera se contagiaba de la causa que los inspiraba.
Doce años después, tuve la especial oportunidad de entregarle a él la condecoración “Jesús Rojas Weffer, En Honor a los que Luchan”, en un Teatro Baralt pleno de corazones agradecidos y comprometidos, donde le rendimos sincero homenaje por su indoblegable rectitud revolucionaria. Allí le cantó Tino Rodríguez y tocó su maravilloso cuatro nuestro dilecto Gustavo Colina.
Eran tiempos de la “cuarta república”, cuando no daba caché dársela de ñángara, ni a nadie le importaba la lucha de un hombre humilde como Zabala.
El pasado sábado asistí una vez más a un acto recordatorio de Zabala, con testimonios de excepción de sus compañeros Fernando Soto Rojas, Marelys Pérez, y Oswaldo Pérez, quien conmovió a los presentes con su gesto de fraternidad hacia el camarada con quien luchó en tiempos difíciles. Hubo una interesante exposición histórica del luchador revolucionario Roberto López y una selecta puesta en escena del dúo Atencio-Fuenmayor, bajo la sobria dirección ceremonial del muy apreciado perijanero Leo Núñez.
Que bueno que recordemos con veneración a ese guerrero tierno y fraterno que fue José Zabala. Compañero de cantar oh bella ciao luego de burlar las severas cifras de la glicemia con una sonrisa infantil entre los enormes ojos soles que buscan la imagen sagrada de Mirna en la oquedad del corazón.
Pienso en ese sencillo compañero con una historia personal admirable, que pasó por las cárceles, la tortura y las limitaciones materiales que le impuso el sistema opresor, sin llegar a amargarle el espíritu ni doblegarle sus convicciones, y veo cuánto le falta de humanidad revolucionaria a muchos que hoy refugian su ambición malsana en unos trapos rojos y una fraseología vacía.
Unos días antes de que la fatalidad lo incluyera dolorosamente en la estadística de los deudos de la Falcón-Zulia, me visitó junto a Herman Faría en la sede del Instituto Zuliano de Estudios Fronterizos; buscaban solidaridad para enviar a Cuba al hermano Juan de Dios Martínez a tratarse su quebrantada salud.
Luego nos tocó llorar en silencio con él y con Lydda para siempre.
Te queremos camarada José Zabala. Llevamos tu amor tatuado en el alma con el fuego de la lucha y la impronta de tu ternura.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.
Para ella era su José, para el combate podía ser Emilio, para los amigos era ungüento de los valores humanos, Zabala, un imprescindible.
Conocimos a Zabala hace tres décadas y fue como entrar en una nueva familia. Cuando hicimos aquel homenaje internacional a la poeta Lydda en el auditorio de la Facultad de Ingeniería, junto a queridos poetas de todo el país e invitados especiales de Cuba, Zabala brillaba como un rubí ante cada elogio, cada expresión de reconocimiento a su compañera de vida. Y Lydda, sólo lo veía a él, porque ambos inventaron un mundo de tanto amor, que apenas uno entraba en su atmósfera se contagiaba de la causa que los inspiraba.
Doce años después, tuve la especial oportunidad de entregarle a él la condecoración “Jesús Rojas Weffer, En Honor a los que Luchan”, en un Teatro Baralt pleno de corazones agradecidos y comprometidos, donde le rendimos sincero homenaje por su indoblegable rectitud revolucionaria. Allí le cantó Tino Rodríguez y tocó su maravilloso cuatro nuestro dilecto Gustavo Colina.
Eran tiempos de la “cuarta república”, cuando no daba caché dársela de ñángara, ni a nadie le importaba la lucha de un hombre humilde como Zabala.
El pasado sábado asistí una vez más a un acto recordatorio de Zabala, con testimonios de excepción de sus compañeros Fernando Soto Rojas, Marelys Pérez, y Oswaldo Pérez, quien conmovió a los presentes con su gesto de fraternidad hacia el camarada con quien luchó en tiempos difíciles. Hubo una interesante exposición histórica del luchador revolucionario Roberto López y una selecta puesta en escena del dúo Atencio-Fuenmayor, bajo la sobria dirección ceremonial del muy apreciado perijanero Leo Núñez.
Que bueno que recordemos con veneración a ese guerrero tierno y fraterno que fue José Zabala. Compañero de cantar oh bella ciao luego de burlar las severas cifras de la glicemia con una sonrisa infantil entre los enormes ojos soles que buscan la imagen sagrada de Mirna en la oquedad del corazón.
Pienso en ese sencillo compañero con una historia personal admirable, que pasó por las cárceles, la tortura y las limitaciones materiales que le impuso el sistema opresor, sin llegar a amargarle el espíritu ni doblegarle sus convicciones, y veo cuánto le falta de humanidad revolucionaria a muchos que hoy refugian su ambición malsana en unos trapos rojos y una fraseología vacía.
Unos días antes de que la fatalidad lo incluyera dolorosamente en la estadística de los deudos de la Falcón-Zulia, me visitó junto a Herman Faría en la sede del Instituto Zuliano de Estudios Fronterizos; buscaban solidaridad para enviar a Cuba al hermano Juan de Dios Martínez a tratarse su quebrantada salud.
Luego nos tocó llorar en silencio con él y con Lydda para siempre.
Te queremos camarada José Zabala. Llevamos tu amor tatuado en el alma con el fuego de la lucha y la impronta de tu ternura.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.
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