A mediados de 1818 Bolívar está en Guayana. Dos intentos de consolidar la República han fallado en años anteriores, pero él sabe que sólo es cuestión de tiempo; su pensamiento siempre viviría las épocas futuras.
La Segunda República había fracasado: los pardos vieron en Boves un aliado que no encontraron en los blancos republicanos. Estos, por su parte, estaban desunidos. Y Estados Unidos e Inglaterra no solo no reconocieron a la Nueva Nación, sino que obstaculizaron la lucha de liberación.
La situación no era muy halagadora. Bolívar intenta, desde Guayana, conquistar otras regiones, pero no logra avanzar. Así que decide, haciendo un alto a sus andanzas guerreras, fortalecer la posición, aprovechando la frontera natural del Río Orinoco. Se encarga de reorganizar el ejército, el comercio, los impuestos y las finanzas. De las ruinas de la Segunda República organiza la Tercera: manda acuñar el peso de plata y edita el "Correo de Orinoco" con el fin de dar imagen a la República en el extranjero, en su búsqueda por el reconocimiento internacional. Convoca al "Congreso de Angostura" para institucionalizar el nuevo gobierno. Es allí donde dice que “las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares”, lo cual ocultan los opositores pitiyanquis, como tampoco señalan la defensa del sistema democrático, de la soberanía del pueblo y de las leyes para equilibrar las diferencias, un poder Ejecutivo fuerte y la creación del Poder Moral.
Toda Guayana se convierte en una fortaleza, protegida por el Río Orinoco y custodiada por la flota del Almirante Brión, quién hace efectivo el bloqueo.
Es en esa Venezuela que llega, en junio de 1818, un agente norteamericano (el “albino”, así lo llama el Libertador). En años anteriores muchos habían sido los intentos del Libertador por lograr el reconocimiento por parte de EE.UU; pero la respuesta siempre había sido la evasión, la demagogia o el engaño. La misión del ‘albino’, más que reconocer la República, es exigir la devolución de dos goletas norteamericanas ‘Tigre’ y ‘Libertad’ que habían burlado el bloqueo para vender armas a los Realistas. El agente alega que se trataba de comerciantes que ejercían su profesión en forma neutral, a lo que el Libertador contesta firmemente que las goletas "han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos... no son neutrales los que prestan armas y municiones de boca y guerra a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas" y que "la prestación de auxilios militares a una potencia beligerante es una declaración implícita contra su enemiga". Y acusa directamente a los Estados Unidos de parcialidad, "donde han sido detenidos y aprisionados algunos oficiales ingleses que venían para Venezuela, y donde se ha impedido la extracción de armas y municiones que podrían venir para el Gobierno de Venezuela."
Bolívar demuestra, con conocimiento profundo del Derecho Internacional, la existencia del bloqueo y la acción deliberada de las goletas contra la República. Llega a la magnanimidad de proponer arbitraje, pero el agente no solo se niega, sino que llega a la insolencia de ofender el nombre de la Patria.
El Libertador no duda en contestar: "...no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndola contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende.”… Y con aplomo agrega: "El valor y la habilidad, señor Agente, suplen con ventaja al número. ¡Infelices los hombres si estas virtudes morales no equilibrasen y aún superasen las físicas! El amo del reino más poblado sería bien pronto señor de toda la Tierra. Por fortuna se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos".
El Agente, que vino a humillar, tuvo que regresar con las manos vacías y la cabeza baja. La joven República se impuso ante el Imperio; la fuerza moral de unos principios puros, contrarrestó y venció a quien quiso fundamentar en la fuerza bruta sus acciones.
La Segunda República había fracasado: los pardos vieron en Boves un aliado que no encontraron en los blancos republicanos. Estos, por su parte, estaban desunidos. Y Estados Unidos e Inglaterra no solo no reconocieron a la Nueva Nación, sino que obstaculizaron la lucha de liberación.
La situación no era muy halagadora. Bolívar intenta, desde Guayana, conquistar otras regiones, pero no logra avanzar. Así que decide, haciendo un alto a sus andanzas guerreras, fortalecer la posición, aprovechando la frontera natural del Río Orinoco. Se encarga de reorganizar el ejército, el comercio, los impuestos y las finanzas. De las ruinas de la Segunda República organiza la Tercera: manda acuñar el peso de plata y edita el "Correo de Orinoco" con el fin de dar imagen a la República en el extranjero, en su búsqueda por el reconocimiento internacional. Convoca al "Congreso de Angostura" para institucionalizar el nuevo gobierno. Es allí donde dice que “las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares”, lo cual ocultan los opositores pitiyanquis, como tampoco señalan la defensa del sistema democrático, de la soberanía del pueblo y de las leyes para equilibrar las diferencias, un poder Ejecutivo fuerte y la creación del Poder Moral.
Toda Guayana se convierte en una fortaleza, protegida por el Río Orinoco y custodiada por la flota del Almirante Brión, quién hace efectivo el bloqueo.
Es en esa Venezuela que llega, en junio de 1818, un agente norteamericano (el “albino”, así lo llama el Libertador). En años anteriores muchos habían sido los intentos del Libertador por lograr el reconocimiento por parte de EE.UU; pero la respuesta siempre había sido la evasión, la demagogia o el engaño. La misión del ‘albino’, más que reconocer la República, es exigir la devolución de dos goletas norteamericanas ‘Tigre’ y ‘Libertad’ que habían burlado el bloqueo para vender armas a los Realistas. El agente alega que se trataba de comerciantes que ejercían su profesión en forma neutral, a lo que el Libertador contesta firmemente que las goletas "han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos... no son neutrales los que prestan armas y municiones de boca y guerra a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas" y que "la prestación de auxilios militares a una potencia beligerante es una declaración implícita contra su enemiga". Y acusa directamente a los Estados Unidos de parcialidad, "donde han sido detenidos y aprisionados algunos oficiales ingleses que venían para Venezuela, y donde se ha impedido la extracción de armas y municiones que podrían venir para el Gobierno de Venezuela."
Bolívar demuestra, con conocimiento profundo del Derecho Internacional, la existencia del bloqueo y la acción deliberada de las goletas contra la República. Llega a la magnanimidad de proponer arbitraje, pero el agente no solo se niega, sino que llega a la insolencia de ofender el nombre de la Patria.
El Libertador no duda en contestar: "...no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndola contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende.”… Y con aplomo agrega: "El valor y la habilidad, señor Agente, suplen con ventaja al número. ¡Infelices los hombres si estas virtudes morales no equilibrasen y aún superasen las físicas! El amo del reino más poblado sería bien pronto señor de toda la Tierra. Por fortuna se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos".
El Agente, que vino a humillar, tuvo que regresar con las manos vacías y la cabeza baja. La joven República se impuso ante el Imperio; la fuerza moral de unos principios puros, contrarrestó y venció a quien quiso fundamentar en la fuerza bruta sus acciones.
Buena lección para el presente.
En nuestro día, el “agente” es la oposición pitiyanqui.
En nuestro día, el “agente” es la oposición pitiyanqui.
La visita a Puerto Rico lo demuestra una vez más. Su misión ‘Angostura’ es hacer fluir los dólares de la conspiración imperial para derrocar la República. Pero sus goletas están ya identificadas por Chávez y su Pueblo.
Hoy tenemos el valor, la habilidad y el número. La ‘Misión Angostura’ les ha quedado angosta. El Orinoco, amplio, fluye hacia el mar socialista. El Sí ganará.
Leopoldo Alberto Cook y Antonorsi /
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