martes, 3 de noviembre de 2009

LA HONESTIDAD COMO EJE DE LA FORMACIÓN SOCIALISTA

LA HONESTIDAD COMO EJE DE LA FORMACIÓN SOCIALISTA
José Claudio Laya
El éxito de una sociedad en el logro y sostenimiento de relaciones de convivencia a gusto de la mayoría de sus integrantes y en condiciones de justicia, vista esta desde la óptica de las necesidades fundamentales del ser humano como individuo y como colectividad, es la meta superior del socialismo.
Visto que a nuestra Revolución Bolivariana le ha llegado el momento de la formación de cuadros, resulta oportuno el enlace de un altísimo y depurado concepto de honestidad, con cada uno de los conceptos, principios o leyes que se discutan en relación al socialismo.
Es frecuente ver como se habla de una sociedad presuntamente establecida en sanos valores y credos, la cual es hoy víctima “de la delincuencia”… especie de quiste social, lamentablemente muy abultado, que supuestamente “el gobierno” puede extirpar… pero no quiere, y que tiene su cuartel general en una determinada clase “resentida” de la sociedad; sin embargo empieza a discutirse, cada vez con más frecuencia, la inexistencia de esa sociedad “buena, decente pero agredida”, para hacernos notar que en todos los niveles existen desde hace tiempo, y hasta predominan, valores perversos que nos mantienen a todos como agresores y victimas del mismo desorden.
Hay condiciones de tráfico en las cuales la mayoría de los conductores piensan “que se pueden comer el semáforo”, pero ya estamos al nivel en el cual, si “alguien opta por respetarlo” los demás reclaman a groserías y cornetazos el que se les obstruya la ejecución de la infracción. ¿No es esa convicción de que en algún momento lo que corresponde es “cometer la infracción”, y pecado lo contrario, una condición proclive a la delincuencia? Y así, la niña que cobra el estacionamiento da siempre el vuelto incompleto y se molesta si le reclaman, el bodeguero no retira el producto vencido o el panadero evade el P.V.P. , la señora deja caer unas galletas en su bolso para no pagarlas en la caja del supermercado mientras habla pestes “de’ste régimen que ahora quiere que se bañe con totuma”, el funcionario pide una comisión y el contratista abulta más el sobreprecio, el mayorista retira del mercado el producto regulado para obligar la compra del que le da más ganancia, el importador compra con dólares preferenciales y vende “dizque a dólar libre”, el ascensorista bloquea las llamadas para “darle la cola directa” al amigo, el industrial bloquea la formación del sindicato, el dirigente recibe privilegios por mantener a los dirigidos “a raya”, el gobernador hace asfaltar las “avenidas” de su hacienda con el material de la carretera nacional, el motorizado acelera para pasar primero que la señora de edad que intenta pasar la calle, el estudiante se copia el examen del compañero, el muchacho lanza por la ventana del carro una lata de cerveza que ha estado libando mientras conduce, el médico ordena unos exámenes (que no hacen falta) en el laboratorio privado de su hijo, mientras luce en su clínica el estetoscopio que le suministra el hospital público en las horas asignadas, de las cuales cumple la mitad, la maestra conversa con la vecina de salón, mientras los niños “se distraen” con cualquier actividad inútil, el bedel se lleva productos de limpieza para su casa, el juez retrasa el caso de un hombre que está en la cárcel “mientras tanto” … y todos llegan a sus casas en la noche diciendo: ¡Que horrible está la delincuencia en estos días!!! ¡Que horror!!!
Si en efecto lo anterior puede ser un retrato de nuestra generalizada manera de ser y actuar, por demás, muy cuarto-republicana; ¿Cómo construimos una sociedad socialista…? La respuesta está en la formación de cuadros “HONESTOS”; es decir: decentes, decorosos, razonables, justos, probos, rectos, honrados; condición primerísima del ser socialista… característica indispensable en los hombres y mujeres que van a salir a la calle a construir equidad, justicia, igualdad y paz, y a combatir discriminaciones, privilegios y toda otra forma de delincuencia.
La persona honesta es eminentemente convivencial y por ende socialista, pero la más importante es que se convierte fácilmente en líder y ejemplo en su comunidad.

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