Disipando a la nube de humo que durante tantos años se han empeñado en instalar ante nuestros ojos, podemos divisar la silueta de una irrevocable historia, por demás autóctona, que pertenece por entero a un pueblo elaborado de cotidianidades y, a figuras de hombres y mujeres (anónimas o no) que han hecho patria y que, aunque no lo sepan o quieran, luchan por mantener su difuminado contorno frente a la quimera del olvido social. Aceptémoslo o no, para entender lo que somos ahora, hay que conocer lo que fuimos antes. Para reconocer nuestra identidad, debemos escudriñar un poco más en la historia del país y considerar aquella no oficial. Por más artillería capitalista e inhumana, egoísmos, miserias y materialismos impuestos por otros, seremos, ahora y siempre, los venezolanos que hacemos y rehacemos nuestra propia historia. En ese camino vamos. Y desandando la llanura del país, nos encontramos a Pedro Pérez Delgado, nariz recta y cara larga de ojos claros, que de tanto usar la palabra en su continuo hablar, ¡Mai Santa!, popularmente así, se hubo de quedar.
El 8 de Noviembre de 1924, a la hora del crepúsculo, muere a los 44 años Pedro Pérez Delgado de un sincope cardíaco, y no de ingerir vidrio molido como se creyó en algún momento.
Poco después que los carceleros cerraran la puerta de los calabozos, viene Pedro Pérez pálido, con la mano derecha en el pecho. La izquierda reposaba sobre su escapulario de la Virgen del Carmen que le enviara Rosarito con su hermana Petra. Como contara Oldman Botello en la historia documentada del legendario “Maisanta”: “Allí cayó, entre sus amigos Juan Carabaño y el capitán Eduardo D’ Suze, Un infarto fulminante le quitó la vida al gran guerrillero. Al sabanero insigne. Sus amigos, al percatarse que no tenía colocados los grillos se los calzaron nuevamente y comenzaron a gritar a los carceleros. “Lo sacarán por la mañana”, respondieron desde la garita” (Botello, 2005:221). Fue velado toda la noche por sus compañeros de celda. A la mañana siguiente es envuelto en una sabana y conducido en carreta hasta el cementerio de Campo Alegre en Puerto Cabello donde era la orden sepultarlo inmediatamente. El 9 de noviembre “...una carreta de mula cansina llegó con su carga de muerte al viejo cementerio del siglo XIX, se fue derecho al lugar nombrado El Olvido, exclusivo de los presos provenientes del Castillo. Allí se le depositó, junto con decenas de presos anónimos (...). Culminaba un destino, pero empezaba una leyenda que ya lo era en vida” (Botello, 2005:221-223). Ana Isabel Domínguez de Lombano, su hija, rememora el momento diciendo:
“No nos lo dejaron ver. Cuando nos enteramos fuimos a Puerto Cabello y ya lo habían enterrado (...) Ramón tuvo la oportunidad de estar en el cortejo. Lo llevaban en una carreta. Allí iba la urna y Ramón se le empató atrás, hasta afuera del cementerio, en la parte de atrás, donde enterraban a los políticos muertos (...) Yo llegué a ver el sitio, con una gran reja de hierro, una cerca de alambre. Allí enterraron a mi papá y mi Tía Petra le mandó a hacer un trabajo, pero las tumbas se perdieron porque eso lo demolieron (Wanloxten,1992:20).
Su lápida se pierde para siempre cuando dicho cementerio es clausurado y eliminado en la década de 1970, más su espíritu y su memoria siguen intactos de boca en boca en las gentes que lo conocieron y en las que no, flotando por todos los infinitos rincones del llano central y occidental venezolano y todo el territorio nacional.
Es importante tomar en consideración, que Pedro Pérez Delgado “Maisanta”, le tocó vivir la decadencia del caudillismo y la formación de un ejército nacional como desde hacía mucho tiempo no se ensamblaba en Venezuela. A una real y fuerte estructura debieron enfrentarse estos pequeños grupos de valientes hombres. “Es de admirar el coraje de que hicieron gala esos compatriotas por lo desproporcionado de la lucha, el desprecio con que se jugaban la vida en medio de las más duras condiciones de una naturaleza hostil que a la vez les servía de cobijo...”(Tapia,1976:9).
Era un hombre de carne y hueso “Maisanta”, tierno con los niños, desprendido en lo material, con “el chiste y la chanza a flor de labios” (Botello, 2005:11). Como todo ser humano contenía su lado lóbrego, sus debilidades, sus ambiciones, pero nunca fue el personaje que tanto los boletines como la prensa oficial se empeñaron en difundir: un ladrón de ganado, un hombre peligroso y carnicero matón a mansalva. Muy al estilo de las tradicionales conductas mass media de la actualidad. Los muertos que se le achacaban, eran los mismos que perecían en los combates. Luchaban contra “...un régimen que no daba tregua; el mismo que pagaba espías para vigilar sus pasos; sobornaba a autoridades colombianas; amenazaba a dueños de hatos y al peonaje para obligarlos a informar el paradero de los enemigos escondidos en cualquier mata o “plan de caño seco...” (Botello, 2005:13).
Como dice el Doctor Tapia en El último hombre a caballo:
“Maisanta fue algo así como un último caudillo popular que levantaba multitudes para una revolución, cuyo sentido el mismo no lo pudo precisar con claridad.
Pero “Maisanta” poseía carisma y simpatía suficientes para que sin ser un jefe de mando y con éxito entre los otros jefes de la revolución anti gomecista, lograra calar profundamente en el alma simple de la gente, hasta el punto de que se le recuerda mucho más que a todos los otros autores de aquellos sucesos” (Tapia, 1976:29)
Descendencia
Pedro Pérez Delgado tuvo una fuerte conexión familiar en Villa de Cura, a causa de una hija suya, Ana Isabel, y su madre Rosarito, de todos sus amores el preferido, al punto de que .poco falto para casarse y radicarse en el lugar. Asimismo tenía lazos familiares en Ospino, Sabaneta, San Fernando de Apure, Camaguán, Guasdualito, Nutrias y Elorza. Su .primogénito se tiene conocimiento que fue Ramón Márquez, nacido de M. Márquez en .Ospino en 1900, el hijo que acompaño a su padre desde muy joven en sus andanzas, .padeciendo juntos hambre, frío, miedo, prisión. Luego conoció a Claudina Infante, en Sabaneta, de cuya unión brotaron dos hijos: Pedro (1903) y Rafael Infante (1904); “cara larga y nariz recta, con los ojos color guarapo, para reconocerlos siempre como los hijos de Maisanta, dice José León Tapia” Luego nace José Ramón Flores, hijo de Rosa Flores en El Rastro, estado Guárico hacia 1908 o 1909. Ana Isabel Domínguez nace el 2 de julio de 1913 en Villa de cura, su madre fue Rosarito Domínguez, la preferida de “Maisanta”, según cuentan. Tuvo dos hijas más de las que muy poca información se tiene; ellas son Elvira Singer y Eliana N. N.
De la segunda generación de Rafael Infante de Sabaneta, se sabe que casóse con Benita Frías, y fueron sus hijos, Elena Frías (1935), y Edilia Frías (1937). Elena se casa a su vez con el profesor Hugo de los Reyes Chávez en 1952, naciendo en 1953 Adán Chávez Frías, y el 28 de julio de 1954 Hugo Chávez Frías, actual Presidente de la República Bolivariana. Luego vinieron Narciso, Aníbal, Argenis, Enzo y Adelis Chávez Frías.
El 8 de Noviembre de 1924, a la hora del crepúsculo, muere a los 44 años Pedro Pérez Delgado de un sincope cardíaco, y no de ingerir vidrio molido como se creyó en algún momento.
Poco después que los carceleros cerraran la puerta de los calabozos, viene Pedro Pérez pálido, con la mano derecha en el pecho. La izquierda reposaba sobre su escapulario de la Virgen del Carmen que le enviara Rosarito con su hermana Petra. Como contara Oldman Botello en la historia documentada del legendario “Maisanta”: “Allí cayó, entre sus amigos Juan Carabaño y el capitán Eduardo D’ Suze, Un infarto fulminante le quitó la vida al gran guerrillero. Al sabanero insigne. Sus amigos, al percatarse que no tenía colocados los grillos se los calzaron nuevamente y comenzaron a gritar a los carceleros. “Lo sacarán por la mañana”, respondieron desde la garita” (Botello, 2005:221). Fue velado toda la noche por sus compañeros de celda. A la mañana siguiente es envuelto en una sabana y conducido en carreta hasta el cementerio de Campo Alegre en Puerto Cabello donde era la orden sepultarlo inmediatamente. El 9 de noviembre “...una carreta de mula cansina llegó con su carga de muerte al viejo cementerio del siglo XIX, se fue derecho al lugar nombrado El Olvido, exclusivo de los presos provenientes del Castillo. Allí se le depositó, junto con decenas de presos anónimos (...). Culminaba un destino, pero empezaba una leyenda que ya lo era en vida” (Botello, 2005:221-223). Ana Isabel Domínguez de Lombano, su hija, rememora el momento diciendo:
“No nos lo dejaron ver. Cuando nos enteramos fuimos a Puerto Cabello y ya lo habían enterrado (...) Ramón tuvo la oportunidad de estar en el cortejo. Lo llevaban en una carreta. Allí iba la urna y Ramón se le empató atrás, hasta afuera del cementerio, en la parte de atrás, donde enterraban a los políticos muertos (...) Yo llegué a ver el sitio, con una gran reja de hierro, una cerca de alambre. Allí enterraron a mi papá y mi Tía Petra le mandó a hacer un trabajo, pero las tumbas se perdieron porque eso lo demolieron (Wanloxten,1992:20).
Su lápida se pierde para siempre cuando dicho cementerio es clausurado y eliminado en la década de 1970, más su espíritu y su memoria siguen intactos de boca en boca en las gentes que lo conocieron y en las que no, flotando por todos los infinitos rincones del llano central y occidental venezolano y todo el territorio nacional.
Es importante tomar en consideración, que Pedro Pérez Delgado “Maisanta”, le tocó vivir la decadencia del caudillismo y la formación de un ejército nacional como desde hacía mucho tiempo no se ensamblaba en Venezuela. A una real y fuerte estructura debieron enfrentarse estos pequeños grupos de valientes hombres. “Es de admirar el coraje de que hicieron gala esos compatriotas por lo desproporcionado de la lucha, el desprecio con que se jugaban la vida en medio de las más duras condiciones de una naturaleza hostil que a la vez les servía de cobijo...”(Tapia,1976:9).
Era un hombre de carne y hueso “Maisanta”, tierno con los niños, desprendido en lo material, con “el chiste y la chanza a flor de labios” (Botello, 2005:11). Como todo ser humano contenía su lado lóbrego, sus debilidades, sus ambiciones, pero nunca fue el personaje que tanto los boletines como la prensa oficial se empeñaron en difundir: un ladrón de ganado, un hombre peligroso y carnicero matón a mansalva. Muy al estilo de las tradicionales conductas mass media de la actualidad. Los muertos que se le achacaban, eran los mismos que perecían en los combates. Luchaban contra “...un régimen que no daba tregua; el mismo que pagaba espías para vigilar sus pasos; sobornaba a autoridades colombianas; amenazaba a dueños de hatos y al peonaje para obligarlos a informar el paradero de los enemigos escondidos en cualquier mata o “plan de caño seco...” (Botello, 2005:13).
Como dice el Doctor Tapia en El último hombre a caballo:
“Maisanta fue algo así como un último caudillo popular que levantaba multitudes para una revolución, cuyo sentido el mismo no lo pudo precisar con claridad.
Pero “Maisanta” poseía carisma y simpatía suficientes para que sin ser un jefe de mando y con éxito entre los otros jefes de la revolución anti gomecista, lograra calar profundamente en el alma simple de la gente, hasta el punto de que se le recuerda mucho más que a todos los otros autores de aquellos sucesos” (Tapia, 1976:29)
Descendencia
Pedro Pérez Delgado tuvo una fuerte conexión familiar en Villa de Cura, a causa de una hija suya, Ana Isabel, y su madre Rosarito, de todos sus amores el preferido, al punto de que .poco falto para casarse y radicarse en el lugar. Asimismo tenía lazos familiares en Ospino, Sabaneta, San Fernando de Apure, Camaguán, Guasdualito, Nutrias y Elorza. Su .primogénito se tiene conocimiento que fue Ramón Márquez, nacido de M. Márquez en .Ospino en 1900, el hijo que acompaño a su padre desde muy joven en sus andanzas, .padeciendo juntos hambre, frío, miedo, prisión. Luego conoció a Claudina Infante, en Sabaneta, de cuya unión brotaron dos hijos: Pedro (1903) y Rafael Infante (1904); “cara larga y nariz recta, con los ojos color guarapo, para reconocerlos siempre como los hijos de Maisanta, dice José León Tapia” Luego nace José Ramón Flores, hijo de Rosa Flores en El Rastro, estado Guárico hacia 1908 o 1909. Ana Isabel Domínguez nace el 2 de julio de 1913 en Villa de cura, su madre fue Rosarito Domínguez, la preferida de “Maisanta”, según cuentan. Tuvo dos hijas más de las que muy poca información se tiene; ellas son Elvira Singer y Eliana N. N.
De la segunda generación de Rafael Infante de Sabaneta, se sabe que casóse con Benita Frías, y fueron sus hijos, Elena Frías (1935), y Edilia Frías (1937). Elena se casa a su vez con el profesor Hugo de los Reyes Chávez en 1952, naciendo en 1953 Adán Chávez Frías, y el 28 de julio de 1954 Hugo Chávez Frías, actual Presidente de la República Bolivariana. Luego vinieron Narciso, Aníbal, Argenis, Enzo y Adelis Chávez Frías.
1 comentario:
ante todo un cordial saludo revolucionario y bolivariano el personaje de maisanta que aparece con la mano dentro de la chaqueta , no tienen una imagen mas amblia y con mayor resolucion deseo hacer un afiche de ante mano gracias
Publicar un comentario