Un Grano de Maíz
EL PESIMISTA, EL OPTIMISTA, EL REALISTA (Jueves 19-04-2012)
Tres barcos remontaban el río, navegaban hacia puerto lejano con carga valiosa. El primero de los barcos presentaba una ligera filtración en el casco, la falla fue detectada por el primer oficial quién vaticinó que la filtración devendría en grieta y por allí se inundarían las bodegas y el barco zozobraría. Comentó la novedad con los marineros, todos los días hablaban del asunto, le escribió carta a su esposa, murmuró con los demás oficiales.
El segundo barco presentaba similar filtración en el casco, el primer oficial de esta nave conoció la falla y la desestimó, alguien le alertó, pero sólo consiguió una sonrisa burlona del oficial y acusaciones de tener el miedo del navegante bisoño.
El tercer barco acusó la misma filtración y rápidamente el primer oficial tomó las providencias y el percance fue corregido. Este fue el único barco que llegó a puerto.
El primer barco se hundió y se oyeron los gritos del primer oficial diciendo: "yo lo sabía, se los dije". La conducta de este oficial es la del pesimista.
El segundo barco zozobró, y el primer oficial desconcertado y aferrado a una tablita decía: "la próxima vez tendré más cuidado… nadie podía prever que la filtración se ensanchara, falló la política de mantenimiento, no hubo comunicación, menos mal que tengo esta tablita". Esta es la conducta del optimista.
El oficial del tercer barco es el realista.
EL PESIMISTA, EL OPTIMISTA, EL REALISTA (Jueves 19-04-2012)
Tres barcos remontaban el río, navegaban hacia puerto lejano con carga valiosa. El primero de los barcos presentaba una ligera filtración en el casco, la falla fue detectada por el primer oficial quién vaticinó que la filtración devendría en grieta y por allí se inundarían las bodegas y el barco zozobraría. Comentó la novedad con los marineros, todos los días hablaban del asunto, le escribió carta a su esposa, murmuró con los demás oficiales.
El segundo barco presentaba similar filtración en el casco, el primer oficial de esta nave conoció la falla y la desestimó, alguien le alertó, pero sólo consiguió una sonrisa burlona del oficial y acusaciones de tener el miedo del navegante bisoño.
El tercer barco acusó la misma filtración y rápidamente el primer oficial tomó las providencias y el percance fue corregido. Este fue el único barco que llegó a puerto.
El primer barco se hundió y se oyeron los gritos del primer oficial diciendo: "yo lo sabía, se los dije". La conducta de este oficial es la del pesimista.
El segundo barco zozobró, y el primer oficial desconcertado y aferrado a una tablita decía: "la próxima vez tendré más cuidado… nadie podía prever que la filtración se ensanchara, falló la política de mantenimiento, no hubo comunicación, menos mal que tengo esta tablita". Esta es la conducta del optimista.
El oficial del tercer barco es el realista.
En la vida encontramos a estos tres personajes, aquí en Venezuela, abundan los pesimistas, aquellos que ven las fallas y sólo murmuran, chismean, pero no ofrecen soluciones. También se encuentran los optimistas, ven las fallas y los errores pero los subestiman, no les dan importancia, siguen la fiesta como si no hubiese futuro. Y desgraciadamente son pocos los realistas, los que evalúan las fallas, reflexionan su tendencia, predicen y toman medidas. Sólo estos podrán construir, llegar a puertos seguros, disipar amenazas.
En la política, en la Revolución , los pesimistas y los optimistas no ayudan, al contrario, los primeros paralizan, minan el entusiasmo, la pasión, y los segundos, distraen, crean falsas expectativas y cuando son revolcados por la vida se descorazonan, se apagan, buscan culpables.
El pesimista, en política se paraliza, se lamenta, no actúa, llora. El optimista se conforma, siempre ve el lado bueno, no se incomoda, ríe a todo, vive con buen humor, no tiembla de indignación, no cambia al mundo.
El pesimista, en política se paraliza, se lamenta, no actúa, llora. El optimista se conforma, siempre ve el lado bueno, no se incomoda, ríe a todo, vive con buen humor, no tiembla de indignación, no cambia al mundo.
La Revolución necesita hombres realistas, radicales, capaces de soñar, de indignarse frente a la injusticia, de correr riesgos, pero también de apreciar las tendencias, vislumbrar el futuro, tener el rigor para poder predecir, el coraje de imaginar otros mundos, la certeza de que su idea es la correcta porque surge del estudio, la reflexión, del percibir la realidad, y esa idea merece luchar hasta el final.
¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!
¡Ahora, más que nunca Chavistas Radicales!
¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!
¡Ahora, más que nunca Chavistas Radicales!
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