Del Plan Balboa a las siete bases
Eleazar Díaz Rangel
Un año antes del golpe de abril de 2002, la inteligencia militar de Estados Unidos suministró toda la documentación e informes a su disposición sobre la defensa y seguridad de Venezuela para instrumentar lo que se denominó el Plan Balboa, mediante el cual tropas de EEUU y otros países actuarían sobre nuestro territorio, supuestamente "con el fin de recuperar a los residentes extranjeros".
Esa vez, el pretexto fue que en Venezuela se habría producido una confrontación interna próxima a la guerra civil y la situación se tornó tan grave que el Consejo de Seguridad de la ONU debió intervenir. En el plan aparece el texto de la Resolución N° 1.580 del 21 de marzo de 2001, donde se "insta a la creación de una Fuerza Aliada Conjunta Combinada, formada principalmente por efectivos del país azul (EEUU) y países aliados".
Colombia, temeroso de que el conflicto interno de Venezuela "se extienda al interior de sus fronteras... ofrece a la Fuerza Aliada la utilización de su territorio y de sus bases aéreas, Cartagena, Soledad (Barranquilla) y Simón Bolívar (Santa Marta), por si fuera necesario para las operaciones", y en Panamá se usaría la base de Balboa (Howard), la más importante.
Cuando tuve acceso a la integridad del Plan Balboa, y no a la versión que montaron en Internet para banalizarlo y engañar incautos, me sorprendió que la información sobre Venezuela fuese tan precisa. Por ejemplo, en la larga lista "Prioridad de objetivos y estado de los mismos", se señalan dos bases aéreas y ocho aeropuertos con el respectivo número y tipo de aviones de combate; uno de esos aeropuertos, el N2, aparece con 28 aviones de cinco tipos distintos; ocho radares ubicados con sus respectivas coordenadas. La Chinita es un objetivo importante: aviones, ZSU23-4, tropas, carros de combate, SA3, POL, pista y hangares en 10º 03’ N de latitud y 71º 44’ W de longitud, y en sus proximidades están señaladas dos carreteras, la N y la vértice W, plataforma lago Maracaibo, puente lago, etc. En fin, están localizados 83 instalaciones y puntos importantes para la defensa del país, de los cuales en 21 no estaba confirmada su operatividad. El origen de esa información no podía ser otro que los servicios de inteligencia militar de EEUU.
Ocho años después, el Plan Balboa no puede desvincularse de la situación actual cuando el gobierno de Uribe autoriza al de Estados Unidos a utilizar siete bases, de tierra, aéreas y navales, para que sean ocupadas por fuerzas militares de ese país, que así reemplaza su base de Manta, Ecuador. En las circunstancias actuales, fracasado el Plan Colombia como instrumento para combatir el narcotráfico en el vecino país, la presencia militar estadounidense en siete puntos estratégicamente ubicados en territorio colombiano es una amenaza a Venezuela y a Ecuador.
Esta situación se hace más grave con un portaviones de la IV Flota en el Caribe, que después de 50 años desaparecida fue reactivada en julio de 2008, y una base aérea en Curazao.
Como pueden concluir, nunca antes en nuestra historia republicana, exceptuados las semanas del bloqueo imperial en 1902, Venezuela había estado tan cercada de fuerzas militares hostiles como hoy.
¿Qué hacer? Chávez anunció medidas que afectarán la economía colombiana y habrán tomado las de garantizar la soberanía. Pero existen otras vías. La noche del viernes hubo una interesante reunión de un numeroso grupo llegado de Colombia encabezado por la senadora Piedad Córdoba con un común denominador: la necesidad de impulsar una política contra la guerra, sembrar de bases por la paz en Venezuela, Colombia y otros países, desarrollar una diplomacia desde abajo, sumar la militancia del Psuv a esa cruzada, "no nos van a poner a pelear", fue frase repetida. La paz en Colombia debe ser una política del Estado venezolano, sugerido por José Vicente Rangel y acogida por el Presidente.
Después de la decisión de Chávez de regresar al embajador Gustavo Márquez, primer sorprendido esa noche, supongo que todos estarán conscientes de que las próximas decisiones no están solamente en Santa Fe de Bogotá. Esas voces contrarias a la guerra y a las bases militares también deben escucharse en Washington.
No será nada fácil prescindir de esas "manticas", como las llaman en Bogotá.
Eleazar Díaz Rangel
Un año antes del golpe de abril de 2002, la inteligencia militar de Estados Unidos suministró toda la documentación e informes a su disposición sobre la defensa y seguridad de Venezuela para instrumentar lo que se denominó el Plan Balboa, mediante el cual tropas de EEUU y otros países actuarían sobre nuestro territorio, supuestamente "con el fin de recuperar a los residentes extranjeros".
Esa vez, el pretexto fue que en Venezuela se habría producido una confrontación interna próxima a la guerra civil y la situación se tornó tan grave que el Consejo de Seguridad de la ONU debió intervenir. En el plan aparece el texto de la Resolución N° 1.580 del 21 de marzo de 2001, donde se "insta a la creación de una Fuerza Aliada Conjunta Combinada, formada principalmente por efectivos del país azul (EEUU) y países aliados".
Colombia, temeroso de que el conflicto interno de Venezuela "se extienda al interior de sus fronteras... ofrece a la Fuerza Aliada la utilización de su territorio y de sus bases aéreas, Cartagena, Soledad (Barranquilla) y Simón Bolívar (Santa Marta), por si fuera necesario para las operaciones", y en Panamá se usaría la base de Balboa (Howard), la más importante.
Cuando tuve acceso a la integridad del Plan Balboa, y no a la versión que montaron en Internet para banalizarlo y engañar incautos, me sorprendió que la información sobre Venezuela fuese tan precisa. Por ejemplo, en la larga lista "Prioridad de objetivos y estado de los mismos", se señalan dos bases aéreas y ocho aeropuertos con el respectivo número y tipo de aviones de combate; uno de esos aeropuertos, el N2, aparece con 28 aviones de cinco tipos distintos; ocho radares ubicados con sus respectivas coordenadas. La Chinita es un objetivo importante: aviones, ZSU23-4, tropas, carros de combate, SA3, POL, pista y hangares en 10º 03’ N de latitud y 71º 44’ W de longitud, y en sus proximidades están señaladas dos carreteras, la N y la vértice W, plataforma lago Maracaibo, puente lago, etc. En fin, están localizados 83 instalaciones y puntos importantes para la defensa del país, de los cuales en 21 no estaba confirmada su operatividad. El origen de esa información no podía ser otro que los servicios de inteligencia militar de EEUU.
Ocho años después, el Plan Balboa no puede desvincularse de la situación actual cuando el gobierno de Uribe autoriza al de Estados Unidos a utilizar siete bases, de tierra, aéreas y navales, para que sean ocupadas por fuerzas militares de ese país, que así reemplaza su base de Manta, Ecuador. En las circunstancias actuales, fracasado el Plan Colombia como instrumento para combatir el narcotráfico en el vecino país, la presencia militar estadounidense en siete puntos estratégicamente ubicados en territorio colombiano es una amenaza a Venezuela y a Ecuador.
Esta situación se hace más grave con un portaviones de la IV Flota en el Caribe, que después de 50 años desaparecida fue reactivada en julio de 2008, y una base aérea en Curazao.
Como pueden concluir, nunca antes en nuestra historia republicana, exceptuados las semanas del bloqueo imperial en 1902, Venezuela había estado tan cercada de fuerzas militares hostiles como hoy.
¿Qué hacer? Chávez anunció medidas que afectarán la economía colombiana y habrán tomado las de garantizar la soberanía. Pero existen otras vías. La noche del viernes hubo una interesante reunión de un numeroso grupo llegado de Colombia encabezado por la senadora Piedad Córdoba con un común denominador: la necesidad de impulsar una política contra la guerra, sembrar de bases por la paz en Venezuela, Colombia y otros países, desarrollar una diplomacia desde abajo, sumar la militancia del Psuv a esa cruzada, "no nos van a poner a pelear", fue frase repetida. La paz en Colombia debe ser una política del Estado venezolano, sugerido por José Vicente Rangel y acogida por el Presidente.
Después de la decisión de Chávez de regresar al embajador Gustavo Márquez, primer sorprendido esa noche, supongo que todos estarán conscientes de que las próximas decisiones no están solamente en Santa Fe de Bogotá. Esas voces contrarias a la guerra y a las bases militares también deben escucharse en Washington.
No será nada fácil prescindir de esas "manticas", como las llaman en Bogotá.
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