martes, 23 de octubre de 2012

ENTERRÉMOSLA


Enterrémosla

Freddy J. Melo

Los últimos careos electorales, no obstante la calidad e importancia del triunfo del 7-O, han evidenciado la existencia de un déficit de conciencia de clase en un apreciable sector del pueblo, lo cual convierte en tarea esencial la lucha contra eso, que pareciera, luego de 13 años de responsabilidades de dirección, serlo también de conciencia del deber social en una porción de revolucionarios. La aplicación de las erres exigidas por el Presidente –un ejercicio a fondo de crítica y autocrítica y el correspondiente mejoramiento en el quehacer y la acción de individuos, colectivos e instituciones–, es la vía que se abre en función de la respuesta necesaria.

En alguna ocasión, perdónese que lo rememore, señalé que la garantía de la victoria estará dada por la medida en que se forjen la conciencia socialista del pueblo, el carácter socialista del Estado y la capacidad de la economía socialista para satisfacer las necesidades de la gente; y así mismo, que la preservación de la condición pacífica y democrática del proceso exige acumular fuerzas suficientes para contener y manejar la violencia del enemigo histórico, que seguirá pugnando por romper esa condición. Tales conquistas sólo son posibles mediante la práctica y desarrollo de la más profunda democracia participativa y protagónica y la presencia de un liderazgo lúcido y unificador.

El balance nos indica que tenemos el liderazgo, pero en los demás aspectos, aunque hay avances y logros formidables, existen carencias y estancamientos que en una revolución pueden significar retrocesos y riesgos peligrosos.

A la profundización se interponen obstáculos de origen interno, maniobras de burócratas que defienden cuotas de poder. Al evidenciado déficit de conciencia se unen y son también expresión del mismo la ineficiencia, pesadez burocrática y corrupción de viejo y nuevo cuños supervivientes en un aparato estatal construido para la dominación y que hasta ahora no ha podido ser cabalmente revolucionado.

La superación de tal déficit implica correlativamente la superación del nuestro. Y ese proceso exige avanzar en la puesta de las palancas de la economía en manos de quienes producen la riqueza social y, necesario para ello, completar la transformación del Estado y establecer los mecanismos ad hoc para la participación popular en las funciones de planificación, ejecución y control de la gestión pública.

No más decisiones al margen de los trabajadores y de las comunidades interesadas, no más programas sometidos a la inercia, no más promesas incumplidas, no más jerarcas inaccesibles, no más alcabalas, enredijos burocráticos y burlas a la ciudadanía, no más cargas injustificadas sobre los hombros del Presidente. Enterremos por fin la cuarta república.

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