Las brevedades de las crisis, Juan Manuel Santos e Irán
Hay que salir a inventar nuevas y arriesgadas estrategias, hay que despertar a toda una humanidad que no se da cuenta del precipicio en donde termina esta marcha cotidiana.
Raúl Bracho
Las crisis son la cresta de la ola que desplaza la fuerza de la transformación. Es la espuma que rebasa la olla donde hierve la historia, es la expresión del enfrentamiento entre las fuerzas del cambio y la resistencia a ellos, es el chillido de las ruedas metálicas de la locomotora de la historia sobre los rieles del devenir.
De crisis en crisis se va llegando al temido final donde se quiebra lo establecido y surge briosa la fuerza contenida de los cambios. Todos vivimos este oleaje incesante, como un tejido que se va completando, como un dibujo que se acaba y muestra la nueva imagen, como un parto que finaliza con el grito de un nuevo ser que nace luego de los dolores terribles del parto.
La crisis es el combustible de la revolución. A veces nace del empuje hacia el futuro por nuestras fuerzas revolucionarias y las otras naces de la resistencia a nuestro combate y al deseo de permanencia de las fuerzas establecidas. Pero cada vez se arma más de cerca la gran crisis final, innegablemente que marchamos hacia momentos muy difíciles, la carga de la historia es imprevisible, la búsqueda de un modelo nuevo para la vida de nuestra especie y para la vida del planeta que habitamos pueden no tener asegurada la victoria, ante el poderío militar desarrollado por el imperialismo y su ceguera clasista y egoísta, enfrentamos un futuro en el que solo vemos dos puertas de salida: vencer o morir. Recuerdo entonces las palabras de José Félix Ribas, prócer de la independencia venezolana quien dijo: “entre vencer o morir, necesario es vencer. En la actual coyuntura política mundial se respira ya ese olor nauseabundo de la guerra, los movimientos que nos alerta Fidel en el medio oriente y ahora el entretejido con que se despide de su mandato Álvaro Uribe, quien indispone de antemano a José Manuel Santos hacia Venezuela, son señales en las que podemos leer la proximidad de las batallas.
Santos, heredero del servilismo de Uribe y su cara de seminarista pederasta, desde su nombramiento como presidente el próximo 9 de Agosto, no perderá ni un solo día en desplegar una estrategia para tratar de desestabilizar a Venezuela y la fulminante victoria de las fuerzas populares en la consulta electoral del 26 de Septiembre. Casi es la única carta que le queda al imperialismo ante la improductiva capacidad de generar nada que tiene la oposición venezolana que cada día se desintegra a pedazos.
Venezuela es un lugar importante ante el desarrollo de las estrategias militares que anuncia Fidel contra Irán, las grandes reservas de petróleo que tenemos en nuestro subsuelo son la garantía de la energía durante el tiempo en que el imperio trate de someter a Irán, lo que querrá decir, bastante tiempo, a menos que el ataque a Irán se realice de forma nuclear, lo que de igual inutilizaría la industria petrolera del medio oriente y obligaría a crear un nuevo orden de poderes a nivel mundial.
Hay que tener en cuenta hasta donde se puede enfrentar este destino, hay que salir a inventar nuevas y arriesgadas estrategias, hay que despertar a toda una humanidad que no se da cuenta del precipicio en donde termina esta marcha cotidiana. El papel de Chávez y nuestra revolución bolivariana no es un extraño fenómeno tropical, como si se tratase de un ciclón con destino indeterminado que tarde o temprano desaparecerá. Es el despertar de todo un continente, es el grito de todas y todos los que amamos la paz y el socialismo, es decir es la voz antiimperialista que nace para despertar al planeta entero y convocar la revolución mundial.
La unidad de los combatientes por el mundo nuevo debe de ser cada vez más contundente. Debemos estar preparados para lo inesperado. Podría mañana desaparecer Internet y con él esta capacidad de comunicarnos, nos incomunicarán y atacarán, solo el rumor nos traerá parte de las atrocidades que sucederán en la distancia, el imperio aplastará los derechos humanos como quien desecha el papel toalet en el sanitario, por tanto debemos estar alertas desde ya.
Crear formas de comunicación alternativas, crear formas de lucha paralelas, tener reservas de todo tipo, son cosas que todo grupo o movimiento a nivel mundial debe preparar con premura. Estar alertas ante un ignominioso ataque imperial para la invasión planetaria se hace indispensable, pero más indispensable es nuestra voluntad de expresar nuestra fuerza de amor por la vida, de tomar todas las calles del mundo, de salir todas y todos a luchar por lo nuestro, a combatir por todos nuestros sueños, más allá de la muerte.
Hay que salir a inventar nuevas y arriesgadas estrategias, hay que despertar a toda una humanidad que no se da cuenta del precipicio en donde termina esta marcha cotidiana.
Raúl Bracho
Las crisis son la cresta de la ola que desplaza la fuerza de la transformación. Es la espuma que rebasa la olla donde hierve la historia, es la expresión del enfrentamiento entre las fuerzas del cambio y la resistencia a ellos, es el chillido de las ruedas metálicas de la locomotora de la historia sobre los rieles del devenir.
De crisis en crisis se va llegando al temido final donde se quiebra lo establecido y surge briosa la fuerza contenida de los cambios. Todos vivimos este oleaje incesante, como un tejido que se va completando, como un dibujo que se acaba y muestra la nueva imagen, como un parto que finaliza con el grito de un nuevo ser que nace luego de los dolores terribles del parto.
La crisis es el combustible de la revolución. A veces nace del empuje hacia el futuro por nuestras fuerzas revolucionarias y las otras naces de la resistencia a nuestro combate y al deseo de permanencia de las fuerzas establecidas. Pero cada vez se arma más de cerca la gran crisis final, innegablemente que marchamos hacia momentos muy difíciles, la carga de la historia es imprevisible, la búsqueda de un modelo nuevo para la vida de nuestra especie y para la vida del planeta que habitamos pueden no tener asegurada la victoria, ante el poderío militar desarrollado por el imperialismo y su ceguera clasista y egoísta, enfrentamos un futuro en el que solo vemos dos puertas de salida: vencer o morir. Recuerdo entonces las palabras de José Félix Ribas, prócer de la independencia venezolana quien dijo: “entre vencer o morir, necesario es vencer. En la actual coyuntura política mundial se respira ya ese olor nauseabundo de la guerra, los movimientos que nos alerta Fidel en el medio oriente y ahora el entretejido con que se despide de su mandato Álvaro Uribe, quien indispone de antemano a José Manuel Santos hacia Venezuela, son señales en las que podemos leer la proximidad de las batallas.
Santos, heredero del servilismo de Uribe y su cara de seminarista pederasta, desde su nombramiento como presidente el próximo 9 de Agosto, no perderá ni un solo día en desplegar una estrategia para tratar de desestabilizar a Venezuela y la fulminante victoria de las fuerzas populares en la consulta electoral del 26 de Septiembre. Casi es la única carta que le queda al imperialismo ante la improductiva capacidad de generar nada que tiene la oposición venezolana que cada día se desintegra a pedazos.
Venezuela es un lugar importante ante el desarrollo de las estrategias militares que anuncia Fidel contra Irán, las grandes reservas de petróleo que tenemos en nuestro subsuelo son la garantía de la energía durante el tiempo en que el imperio trate de someter a Irán, lo que querrá decir, bastante tiempo, a menos que el ataque a Irán se realice de forma nuclear, lo que de igual inutilizaría la industria petrolera del medio oriente y obligaría a crear un nuevo orden de poderes a nivel mundial.
Hay que tener en cuenta hasta donde se puede enfrentar este destino, hay que salir a inventar nuevas y arriesgadas estrategias, hay que despertar a toda una humanidad que no se da cuenta del precipicio en donde termina esta marcha cotidiana. El papel de Chávez y nuestra revolución bolivariana no es un extraño fenómeno tropical, como si se tratase de un ciclón con destino indeterminado que tarde o temprano desaparecerá. Es el despertar de todo un continente, es el grito de todas y todos los que amamos la paz y el socialismo, es decir es la voz antiimperialista que nace para despertar al planeta entero y convocar la revolución mundial.
La unidad de los combatientes por el mundo nuevo debe de ser cada vez más contundente. Debemos estar preparados para lo inesperado. Podría mañana desaparecer Internet y con él esta capacidad de comunicarnos, nos incomunicarán y atacarán, solo el rumor nos traerá parte de las atrocidades que sucederán en la distancia, el imperio aplastará los derechos humanos como quien desecha el papel toalet en el sanitario, por tanto debemos estar alertas desde ya.
Crear formas de comunicación alternativas, crear formas de lucha paralelas, tener reservas de todo tipo, son cosas que todo grupo o movimiento a nivel mundial debe preparar con premura. Estar alertas ante un ignominioso ataque imperial para la invasión planetaria se hace indispensable, pero más indispensable es nuestra voluntad de expresar nuestra fuerza de amor por la vida, de tomar todas las calles del mundo, de salir todas y todos a luchar por lo nuestro, a combatir por todos nuestros sueños, más allá de la muerte.
¡Necesario es vencer!!
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