Las costuras
Freddy J.
Melo
Mientras Hugo Chávez
Frías continúa librando su tremendo combate los oposicionistas ahondan cada vez
más el foso que los separa del pueblo. Su característico desprecio a los
sentimientos, opiniones e intereses de éste se muestra hoy en su mayor
evidencia. Su problema no es cómo garantizar el cumplimiento de la voluntad
popular, sino cómo encontrar subterfugios, trampas y recovecos leguleyescos para
burlarla.
Se
trata de una situación de esas que contribuyen a educarnos. Entre ellos hay quienes
se autodenominan democráticos y se arrogan la condición de guardianes de la
democracia, para los cuales lo que no se inscriba en el marco de sus
formulaciones es “anti” de modo inexorable. Así mismo, y hasta ahora imprimiendo
su sello, conforman ese bloque quienes no creen en zarandajas de ese tipo y lo
suyo es fascismo abierto y violencia ilegítima.
¿Por
qué es posible tal entente de fascistas y “demócratas”? Porque la cuestión de
fondo hay que buscarla, no en el terreno de las ideas o las creencias, sino en
el del interés clasista subyacente.
La democracia de ellos,
bien denominada burguesa, posee una doble condición: contiene derechos y
libertades que no son dádivas de la clase dominante sino conquistas arrancadas
tras duras luchas por los explotados y oprimidos, y es ése su rasgo democrático;
y traza límites, en la medida de la fuerza que detente, para minimizar o anular
esos logros, sobre todo cuando siente en riesgo su dominio, y es ése su carácter
burgués.
Y es precisamente por
esto último por lo que la colusión oposicionista se ha producido. La Revolución
Bolivariana retó su dominación y ellos han recurrido a toda clase de armas, en
sentidos propio y figurado. Al diablo las poses democráticas. El pueblo ha
recuperado buena parte del poder que los explotadores le habían arrebatado, y el
complejo imperialismo avasallador-oligarquía desnacionalizada ha cometido todas
las tropelías conocidas y busca ahora una rendija en el entramado
constitucional, para usarla como pretexto de una nueva acción perversa. Sólo que
la Constitución, de la mano del Pueblo –de paisano y en armas–, está blindada, y
apoyándose en ambos también lo está el Gobierno.
Se ven aquí las costuras
de la falsa democracia. No puede existir ésta realmente en una sociedad dividida
en explotadores y explotados. Sólo el socialismo se propone superar esa
división, y por consiguiente sólo con él la democracia verdad es posible, como
sólo es posible el socialismo con la democracia verdad.
Entre tanto, feliz año
de combate, para todos menos para el bloque imperialista-oligárquico, y ¡arriba
presidente Chávez!
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